miércoles, 31 de diciembre de 2014

Un nuevo tiempo

Otro año que se nos escapa vivo. Aunque para ser más exacto, otro año del que escapamos vivos. Al echar la vista atrás, cuesta pensar en buenos deseos, en que los buenos tiempos volverán y en que lo peor ha pasado. 
Y sin embargo, cada 31 de diciembre hacemos una demostración de generosidad (exceso de filantropía que dirían algunos) y buscamos el horizonte con la mirada limpia, la mente abierta y en cierta medida, conscientes de que ni nosotros, ni el resto, recibiremos una mínima, por aceptable, parte de lo que anhela. Y sí, de lo que merecemos. 
Porque nos han pedido, exigido y arrebatado más de lo que nos corresponde aportar. Porque a muchos les han condenado a un viaje sin retorno de penalidades, de humillación y de indignidad; no la suya, por supuesto, si no la indignidad de los inmorales que expiden los billetes al abismo. Y a una parte significativa del resto, nos han ubicado en la fila de la taquilla, a expensas de que una vuelta de tuerca nos convierta en pasajeros o mercancía de ese convoy.
En una noche de números, 31, 12, 1..., debemos asumir que hace demasiado tiempo que no somos más que eso para los que se empeñan en marcarnos el camino, sin preguntar y si importarles si queremos seguir esa senda.
Demandamos un nuevo Renacimiento, un tiempo en que seamos hombres y mujeres, personas de luz que fijemos el nuevo rumbo. Un tiempo en que la letra equilibre al número. En el que piel, carne y huesos no sean monedas de cambio, ni objeto de la aritmética; ni siquiera desde el imperativo del amaos y reproducíos. 
Seguimos apostando por las uvas de la suerte, pese a que nadie podría reprocharnos tomar las uvas de la ira. Y no es poco creer en que en esos nuevos tiempos que se anuncian, las nubes se apartarán para mostrarnos el sol y seremos capaces de mantener la esperanza. Porque querer debe ser poder. 

lunes, 29 de diciembre de 2014

Navidad y pasodobles

Hay a quien no le gusta la Navidad. Por el consumo desaforado, por la ingesta pantagruélica, por los anuncios de la tv, por los suplementos de regalos en los periódicos, porque detesta los villancicos, porque siempre sale escaldado de las reuniones familiares, porque no es creyente, porque le repele el sorteo de la lotería, porque lo de paz y amor le suena a publicidad barata, porque no le gusta que talen abetos para adornar el salón y acabar en la basura, porque para montar el belén prefiere montar el pollo, porque las calles están intransitables, porque se incrementa descaradamente el precio de los alimentos, porque comer uvas a golpe de reloj le parece una estupidez, porque se aburre en los cotillones, porque... Hay quien odia las Navidades. Y los pasodobles. 

domingo, 28 de diciembre de 2014

La cárcel del ciempiés

¿Qué cómo me siento? ¿Con una tira de silicona pegada a la espalda? Como el que lleva una chapa en la cabeza. Aburrido de depender de la tira. Cansado de cronometrar un mínimo de doce horas y un máximo de veintitrés. 
Consciente del parasitismo de una tira que debe ser la ostia. Y que sanará. Y que ayudará a cicatrizar. Y que..., lo que quieran. Pero que no deja de ser, ni dejará de ser, un cuerpo extraño adherido a mi espalda. Un objeto que me incomoda. Y que agota mi escasa paciencia.
No la veo. Pero la siento. Sé que está ahí. Noto como en ocasiones se arruga, se enrolla en sí misma. Y también noto su tirantez. 
Me irrita. Más allá de la piel. Porque aunque se halle anclada en mi espalda, se ha introducido en mi cabeza. Y la verdad es que en el fondo no sé para que sirve, si me evita escozor o si estilizará mi ciempiés. Y yo no tengo nada contra ese ciempiés. Me da igual su tamaño. No me afecta que muestre con esplendor sus cien patas. Y me es indiferente que su cuerpo sea una fina línea por pericia del sastre-cirujano o un grueso tronco por la impericia del mismo. Es más, si de mí dependiera o acaso alguien tuviera a bien preguntarme, le diría que ni siquiera me opongo a que el bicho en cuestión goce de libertad para desplazarse arriba o abajo, a derecha o izquierda, manteniendo su lógica y sensata equidistancia con su origen, que no es otra cosa que el punto de su nacimiento.
Da igual. Es como una condena. Dos meses. Que pasarán aunque día a día parezcan una eternidad. Y que dejarán al ciempiés anclado a mi espalda, a expensas de que de vez en cuando se sienta escorpión y me acaricie el lomo con un aguijonazo. Como una venganza por mantenerlo encerrado en una cárcel de silicona. Una celda transparente, pero infranqueable.
No es un lamento profundo, pero no me gusta cárcel alguna, ya sea de barrotes, silicona o papel. Y a fin de cuentas, al bicho le contaron ocho patas y resulta que tiene cien.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Japos

En aquella España gris y en sus postrimerías, a la que tanto intenta parecerse la de hoy, los japoneses nos visitaban. Avanzaban en grupo y fotografiaban cualquier cosa que veían.
Hoy somos nosotros los que nos comportamos como aquellos japos. Tiramos de móvil, en cualquier circunstancia y lugar, para atrapar con la cámara una fotografía. Y una vez apresada, la liberamos en esa otra prisión que son las redes sociales.
Es un impulso, mitad consciente, mitad irreprimible, que nos lleva a desenfundar y disparar con un buen calibre de megapíxeles para lograr nuestra captura. No se trata de ser el más rápido. Todo se reduce a dos actos: fotografiar y mostrar. Si antes el que se movía no salía en la foto, ahora da igual. Quieto o en movimiento, todo es susceptible de pasar a la galería de la posteridad.
Lo efímero perdura por ahora en la red. El instante pierde su condición al prodigarse las visitas, los compartir, los me gusta, los favoritos y demás opciones que brindan facebook, instagram, twitter...
Y si surge la duda sobre qué fotografiar. No hay problema. Solos o en compañía de otros, nos hacemos una autofoto. Un autorretrato al que por aquello del esnobismo y por don de lenguas denominamos selfi. En la permanente búsqueda de la perfección se ha apostado por un brazo extensible para mejorar ángulo y campo de visión a la hora de hacer el autorretrato. Un artilugio que haciendo gala una vez más de ese don de lenguas recibe la refinada denominación de palo de selfie. 
Ahora no envidiamos aquellas modernas cámaras de fotos que colgaban del cuello de aquellos turistas japoneses. Ahora su tecnología está al alcance de nuestras manos; de hecho, reposa en ellas. Para nuestro servicio, presta a satisfacer nuestro impulso.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Vintage

Entre lo antiguo y lo moderno se ha instalado lo vintage. Y de tanto aplicarlo se ha desvirtuado de tal manera, que no es extraño que te den liebre por gato. 
En el fondo es como sí nos hubiéramos vuelto todos un poco vintage o deseáramos serlo. No por volver a 1920, si no para situarnos en un tiempo acotado pero sin definición entre los 50 años de la antigüedad y los más de 20 que en teoría establecían lo vintage. Un margen suficiente para ser lo que cada uno quiera ser e incluso creérselo, más allá de la madurez o la inmadurez; ajenos a Peter Pan y sus secuelas.
El problema como con cualquier etiqueta es que de tanto abusar de su teórica flexibilidad se acaba de usar para lo mismo y lo contrario. Y lo clásico acaba siendo retro y lo retro, lo nuevo con un toque clásico. Es decir, que no sabes si estás en una juvenil madurez o en una juventud prorrogada.
Pero da igual, porque lo cool (otra manoseada etiqueta) es ser o parecer vintage. Seas persona, mueble, vehículo o artículo de decoración. Ahora bien, cuidado con lo que compras y al precio que lo haces, porque entre lo antiguo y lo moderno, entre Pinto y Valdemoro, te cuelan un "made in Taiwán".

lunes, 22 de diciembre de 2014

La ciudad

Hay en toda ciudad algo que nos identifica con ella y descubre un sentido de pertenencia. Aunque solo sea momentáneo y no pueda suplir a esa otra ciudad que realmente sentimos como propia y de la que nos sentimos parte.
Sin embargo, hay similitud en barrios, calles y plazas. En el rodar y rugir de coches y autobuses. En hoteles y restaurantes. Y en esas tiendas de las grandes marcas, homogéneas hasta en sus dependientas y clientela, que poco a poco engullen a los comercios tradicionales hasta hacerlos desaparecer. También en las personas, cuyo comportamiento y actitud logran la tan ansiada universalidad en otros ámbitos.
No es raro por ello que, en ocasiones, logremos encontrarnos en otra ciudad como en la nuestra. Incluso que consigamos encontrar lugares donde nos reciban como si nos conocieran y al visitarlos por segunda o tercera vez nos den la condición de habituales.
Podemos deambular por esas otras ciudades. Ser testigos privilegiados de su cotidianidad. Disfrutarlas y dejarles un fragmento de nuestra vida, cuyo relato pasa a corresponderles. Y aún así, abandonarlas sin experimentar vacío o desánimo alguno. Sin necesidad de decir adiós.

domingo, 21 de diciembre de 2014

El sombrero

El sitio natural donde debe ubicarse un sombrero es la cabeza. Fuera de ella se convierte en un problema. La falta de hábito en su uso hace de él en las manos un objeto incómodo. Así que la tendencia es cogerlo igual que se sostiene en el cine, en fotografīas o en algún lienzo de antaño. De modo que lo que debía ser natural,  se presenta como lo contrario.
Fuera de la cabeza no halla el sombrero acomodo, salvo en el antiguo perchero de mi casa, preparado en su parte superior para acoger sombreros, gorras... y si me aprietan hasta cascos.
Con la excepción lógica, por obvia, de su encierro en una sombrerera, está el sombrero fuera de sitio la mayor parte del tiempo. En percheros de árbol, de los que al menor contacto o corriente de aire tiende a escapar volando. En muebles, cuya superficie ocupa hasta que es desplazado para que otro objeto ocupe su lugar. En rodillas, propias o ajenas, que abandonará para rodar por los suelos. En barras de bar, expuesto siempre a ser regado. En camas y sillas, donde su final anunciado es ser aplastado. Incluso en otras cabezas, donde le espera el baile o la deformación por el exceso o la carestía de perímetro.
No espera, de no ser que medie sorpresa, lugar adecuado para su reposo. Ni en vivienda extraña, ni en establecimiento nuevo o frecuentado. Cuando abandona la testa, se le condena a estar desnaturalizado.
Es evidente que su retorno responde a asuntos de moda y mercadeo más que a cuestiones prácticas; pero sorprende la poca vista o corta imaginación de quienes apostando por cubrir el mayor número de cabezas han dejado el interior de la suya al descubierto por su falta de previsión. Y han propiciado que el sombrero lejos de la cabeza se convierta en estorbo y objeto de difícil, por no decir imposible, ubicación.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Piedras en el corazón

Se puede reconocer o no, pero no conozco a quien no tenga cicatrices en el corazón. Y eso es una evidencia de haber perdido al menos una vez y de que esa pérdida dejó una huella más profunda de la deseada. Pero también es la prueba irrebatible de haber vivido y de estar vivo. 
Las cicatrices son testigos de heridas del pasado; algunas clausuradas, pero otras, frágiles líneas dibujadas en la piel expuestas a abrirse con la mera evocación de ese pasado o con un presente marcado por las reminiscencias. 
Y el corazón es una caprichosa caja. Un cofre de incierto fondo, que lo mismo alberga los restos del naufragio que la esperanza del náufrago. 

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Miedo escénico

Nos hablaban del miedo escénico y nos preguntábamos qué sería aquello de cénico. Sonaba horrible. Pero ya hemos descubierto casi todos que eso del miedo escénico no deja de ser un sinónimo de soledad y que Soledad no solo es un nombre de mujer.
Lo hemos oído contar muchas veces, pero como con tantas otras cosas pensábamos que era más ficción o impostura que realidad. Los nervios antes de salir al escenario, el impulso de salir huyendo... y por encima de cualquier consideración, la soledad.
La leyenda no era tal y ahora compartimos la certeza de que se está solo con y ante la multitud. Que entre el escenario y la primera fila media un abismo. Que existen pasarelas por las que desfila amenazante el miedo a la decepción. Y que desde la altura existe el temor a no dar la talla.
Seguimos siendo islas con la necesidad de tender puentes y de que esos puentes sean sólidos y fiables, que permitan el tránsito de las personas, pero fundamentalmente, que nos permitan comunicarnos y empatizar.
Y seguimos sintiendo temor a que el agua nos devuelva el reflejo de la nada en lugar del rostro; la faz real o aquella construida durante años que todos están habituados a ver, a pesar de que no nos reconozcamos en ella.
Creíamos que el éxito tenía solo una cara, la que brilla en el papel couché o en la pantalla de plasma, y que hacía intocables a quienes lo alcanzan. Despreciábamos, incluso como hipótesis, la posibilidad de su fracaso, y por tanto, la parálisis que produce el miedo a fracasar. Sin importar que nunca fuéramos tan condescendientes con nosotros mismos, sempiternos candidatos a besar la lona y lograr la heroicidad de apretar los dientes y volvernos a levantar.
El artista solo en un escenario no se enfrenta al público, se enfrenta a sí mismo. Se bate con la verdad suprema de ser o no ser, consciente de que quién nunca recurrió al engaño siempre está expuesto a perder. Y ahí, en el hábitat de la duda, se embosca la vulnerabilidad.

jueves, 11 de diciembre de 2014

La sombra de Podemos

El otro día lo leía en Twitter: "Voy a votar a Podemos, me da igual lo que digan otros. Ya sabemos lo que hacen PPPSOE, lo que prometen y luego incumplen, prefiero darle la oportunidad a Podemos".
Juan Goytisolo, tras recibir la noticia de que había sido galardonado con el Premio Cervantes, afirmaba "debéis decirlo, apoyo a Podemos". Y suma y sigue.
Podemos es ya un fenómeno sociológico y político, que evidencia, por encima del cualquier otra consideración, el hartazgo de los ciudadanos con sus representantes políticos y con un sistema en el que se ha institucionalizado la corrupción y la prebenda. Juegan a la grande, el gobierno de España, pero están dispuestos a jugar unas manos a la chica bajo el paraguas de Ganemos y plataformas similares en las próximas municipales.
Y el PP y el PSOE como si la cosa no fuera con ellos. El PP apostando por dar alas a Pablo Iglesias y sus chicos para movilizar a sus votantes con el discurso del miedo; y el PSOE, bueno, el PSOE, continua sin rumbo y sin timoneles.
Uno mira las candidaturas de ambas formaciones en los principales pueblos de la provincia jiennense y con contadas excepciones ve las mismas caras y los mismos proyectos.
En la capital, la duda es si José Luis Cano, ex concejal de IU, dará el paso para encabezar una lista alternativa al bipartidismo PP-PSOE o manejará tiempo y paciencia para dar el golpe definitivo en futuras consultas.
Me cuentan que el actual alcalde y candidato a palos del PP, Fernández de Moya, pese a sus plegarias, tuvo que resignarse a que en los avales firmados en blanco por los militantes se incluyese al final su nombre como candidato. El concejal de Urbanismo, Chiqui Márquez, esperó hasta el último momento que su partido diera marcha atrás y le permitiese presentarse como candidato con su lista de concejales. No fue así y Márquez se negó a hacerlo con la lista de concejales de un Fernández de Moya que a la primera de cambio dará la espantá. Más si se confirma esa encuesta interna que a día de hoy anuncia la pérdida de la alcaldía en las ocho provincias andaluzas y se gana la Diputación de jaén.
En el PSOE, tras hacer de nuevo el primo con las primarias que nunca fueron, confunden cercanía con colegueo, si Griñán era Pepe, Fernández Palomino es Manolo. Aunque el candidato omnipresente parezca el actual presidente de la Diputación provincial y secretario general del PSOE, Francisco Reyes; que al contrario que Podemos se va a jugar a la chica, las municipales, su continuidad en ambos puestos.
¿Y UPyD e IU? la política de la aritmética. Cruzando los dedos para que +1 sume mayoría absoluta.
Si volvemos a mirar esas candidaturas en las ciudades de más de 20.000 habitantes, veremos que en materia de igualdad, tanto PP como PSOE dejan la asignatura pendiente para próximas convocatorias. solo una candidata para ser alcaldesa, los socialistas, en Úbeda, y los del PP, en Linares.
Patronal y sindicatos acaban de firmar el convenio del campo. En diciembre de 2014 se equipara el salario de hombres y mujeres. Solo ha habido que esperar ¡21 siglos! Sería deseable que los hoy principales partidos políticos no se lo tomen con tanta calma y además de predicar, den trigo. 

Artículo emitido en SER Úbeda el 11 de diciembre de 2014. 

domingo, 30 de noviembre de 2014

El refugio de los tímidos

La timidez está mal calibrada. Como con tantos otros aspectos de las personas, ya sean físicos o de su conducta, la tendencia es infravalorarla o sobrevalorarla. Como sí todos los tímidos fueran iguales.
Aún así es cierto que el tímido es observado con extrañeza, mientras que al decidido se le contempla con simpatía e incluso con admiración.
Hay tímidos, no digo que todos, cuya necesidad es mirar las cosas con la perspectiva proporcionada por la distancia. Y sí, también con una salvaguarda. Para ello, pocos refugios tan idóneos como la literatura. Tanto para el lector, como para el escritor.
Ahí residen la grandeza y la polivalencia de las palabras. Por sí solas, pero sobre todo cuando adquieren sentido en un contexto, ya sea narrativo o lírico, convirtiendo la literatura en un refugio, pero también en una escapatoria.
Quien busca refugio trata de combatir el frío, el calor, el viento, la lluvia, la nieve...., pero es también alguien que de una forma u otra huye; incluso de sí mismo. Hay en esa búsqueda un deseo de hallar una fortaleza, real, de recios muros, difícil de expugnar. Y otra no menos real, pero invisible, edificada en nuestro interior y cuyas puertas rara vez se abren. Ambas fortalezas se construyen con materiales sólidos y tangibles, pero además necesitan sueños y fantasía para una buena cimentación.
Tras esos muros, el tímido se desprende de su armadura, suelta el escudo y renuncia a la máscara. Y aún consciente de su soledad, trata el lector de compartir lo hallado en las páginas del libro. Y el escritor, conocedor de esa misma soledad, deja libertad a su mano y a su mente para que muestren esa parte de él que de otra forma no vería la luz y permanecería siempre en la oscuridad. Puede que apenas sea un claroscuro, el abandono fugaz de la penumbra, pero en ocasiones es un haz de luz tan brillante, que logra cegarnos y nos devuelve la capacidad de ver con nuevos ojos.
Podría asemejar una ilusión. Puro artificio. Y sin embargo, hay pocas cosas más reales que un libro. No hay continente con mayor capacidad que las páginas de un libro. No existe refugio más fácil de asir y de transportar. 

"Creo que para muchos la literatura fue el escudo de los tímidos y de los que teníamos tendencia a cierto retraimiento. Es un refugio, un modo de encontrar un lugar que ya tiene socialmente su legitimidad", Ricardo Piglia, escritor argentino (Babelia, El PAÍS, 29 de noviembre de 2014).

viernes, 28 de noviembre de 2014

Estaciones tardías

Resulta un poco atrevido, más cuando se hace desde la consciencia y no desde la ignorancia, aventurarse entre las líneas escritas por Luis García Montero con motivo de la última obra de Juan Marsé. Y dejarse arrastrar hasta un lugar indefinido que va desde estaciones tardías a un balcón desde donde planean aviones de papel.
Más proclive en los últimos tiempos a refugiarme en las palabras de otros que a enhebrar en párrafos de elaboración propia las que duermen en mi baúl, suscribo pensamientos y frases ajenas con una conducta más cercana y propia de un roedor que de un gato acostumbrado a observar y deambular para sumergirse en la reflexión.
Me atrapa García Montero al proclamar su derecho a ser una estación tardía como defensa de su anacronismo. Y me reconozco en esa estación tardía, de igual modo que lo hacía en aquella otra por la que ya no pasan trenes y cuyos andenes mezclan la esperanza con el autoengaño sobre las vías.
Me vuelve a enganchar cuando me lleva al hábitat de Marsé, ese tiempo de posguerra que por edad no conocí, pero cuyas consecuencias seguimos padeciendo en este país lastrado por heridas mal cerradas.
Antes de pisar por primera vez Barcelona, ya la conocía a través de los escritos de Manuel Vázquez Montalbán, de Eduardo Mendoza, de Mercedes Rodoreda y de Marsé. Después conocí Horta, El Guinardó..., aquellos barrios y calles por los que se movían los personajes de las novelas de Marsé. Y siempre vuelvo a ese escenario ficticio de su obra que es la adolescencia. Ese territorio que nunca abandonamos definitivamente y sobre el que cimentamos nuestro futuro como adultos.
Ahora en su último relato, nos trae Marsé noticias felices en aviones de papel. Alcanzo una cuartilla, y tras algunos dobleces y pliegues que la convierten en mi avión, cojo un bolígrafo de tinta azul y escribo una palabra junto a una de sus alas: rosebud. Y oteo las alturas en busca del aeropuerto desde el que lanzar el avión, para que planee con la certeza del anacronismo.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

La carne más barata del mercado

La autoría de la frase no me corresponde, pero la suscribiría sin dudarlo. Me la comentó un profesor universitario al que se la había referido un catedrático de su universidad y que al parecer la utiliza de forma recurrente. No tiene caducidad y de hecho, es innegable su actualidad.
Más o menos viene a ser ésta: "La carne de pollo no es la más barata que se puede comprar en el mercado; la más barata sigue siendo la carne humana". A lo que yo añado que además la carne de los vivos es más barata que la de los muertos.
Habrá quien diga que hay quien se vende caro, muy caro. Lo cual es opinable en función de lo ofertado y su tasación en el mercado, que oscila entre el plato de lentejas y las 30 monedas de plata; pero que viene a confirmar que a priori todo es cuestión de precio.
Decía mi abuela materna, "dale un carguillo a Juanillo y verás como es Juanillo". Imagino que antes Juanillo sería como ahora, una persona carente de dignidad y corrompida, en lo tangible y en lo intangible, dispuesta a cualquier cosa con tal de mantener un estatus.
Ignoro si entonces habría muchos juanillos. Ahora son multitud. O al menos dan esa sensación. A diestra y siniestra. Cínicos y descarados. Expuestos en el mostrador a la espera del primer comprador. No es carne de primera, más bien de desecho; pero el que compra sabe de antemano lo que busca y lo que va a encontrar. Y más que el contenido, le interesa el envoltorio.
Mientras, en la pescadería, los pescados esperan con la boca abierta y los ojos brillantes. Inertes, conscientes de que el final es ser devorados. Es obvio, previamente habían mordido el anzuelo o caído en la red.

jueves, 23 de octubre de 2014

Crónica del Loco


Pasamos de largo los cuarenta. Ya no hay rubias ni morenas probando el asiento de atrás; como mucho algún elevador para peques o el rostro en el retrovisor de un adolescente contestón. O ni eso. Nos queda algo de aquella arrogancia de juventud y otro poco del espíritu burlón del rock. Adscritos a una generación airada, dejamos la rebeldía olvidada en algún momento del camino y ahora, dóciles, levantamos la voz para protestar ante el televisor o impartir doctrina barata en la barra del bar.
Y aún así, aquí seguimos. Supervivientes de una época de excesos, necesitamos, al menos de vez en cuando, que nos traigan de la memoria una parte de lo que fuimos y de aquello que sentimos. Revivir las noches que no parecían tener fin, el alcohol mezclándose con la sangre, la euforia al descargar la adrenalina en pogos colectivos y el guitarreo resonando en nuestras cabezas.
Y eso o una parte de eso es lo que nos devolvió el Loco en un concierto memorable de la gira de "El creyente", en una noche de la feria de San Lucas en Jaén.
Ya caneamos los cabellos y pagamos al día siguiente el precio con una voz rota en una garganta irritada y la sobrecarga en los gemelos, que establecen con crueldad el paso del tiempo. Pero también perduraba el brillo en los ojos y la media sonrisa.
La mayoría éramos unos puretas, a excepción de algunos jóvenes que han descubierto a Loquillo por sus hermanos mayores o por sus padres y de mis piratas, que mamaron en primera fila lo esencial de un concierto de rock. Porque no basta con sembrar la semilla; y la teoría sin práctica siempre fue muy aburrida.
Ante un público entregado, el Loco se volcó. Y si muchos pensaban que vendría a cubrir el expediente y llevárselo crudo, se equivocaron. No vayas, me dijeron, ya no es lo que era. ¿Y quién lo es? ¿Un tipo dentro del escenario y otro fuera de él? Siempre fue así. Me topé con él por primera vez hace más de 30 años en Rock-Ola, casi de bruces. No recuerdo si en el concierto de Nick Cave o en uno de los aniversarios de la sala, pero si me acuerdo de que más tarde en La Carrusel tocaron Desechables. Tampoco he olvidado que rondaba por allí Kike Turmix, babeando como siempre, con unos boogies negros con pespuntes rojos. Yo tuve los mismos, pero con los pespuntes también en negro. Me pareció inmenso. Y no dudo de que lo perdido por el baloncesto, lo ganó el rock. Ahora es una rock and roll star; mis amigos siguen sin tragarlo, y eso que a ellos ya entonces les gustaba el rock.
No sé exactamente cuánto duró el concierto. Creo que más de dos horas. Sonido y voz, irreprochables. Y dos salidas extras, como respuesta a la petición del público. La última, inesperada. Repertorio de temas clásicos y el núcleo principal del concierto en directo grabado en febrero en Granada. El que da nombre al disco y a la gira, "El creyente". Eso sí con la propina del homenaje a Burning, con Pepe Risi siempre en el recuerdo, "¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?". Me alegra que haya recuperado temas como "Carne para Linda", mis peques alucinaron cuando se plantó en la valla junto a ellos cantándola, y "La mataré", tan políticamente incorrecta como espectacular en directo. Espero que en esa labor de rescate se acuerde alguna vez de "El molino", uno de mis temas favoritos, del disco "Mis problemas con las mujeres", de lo mejor del Loco junto a "Balmoral".
Logró su banda de rock and roll. Y la comparte con nosotros. Entre ellos, a la guitarra, desde Gijón, el gran Igor Paskual; un buen tipo que sabe que 'no fui allí a hacer amigos, pero siempre podrá contar conmigo'.
Nos deja para el recuerdo noches memorables como la de este concierto. Esas en las que sentimos la sangre hervir al ritmo de la música. Las que nos hacen conscientes de ignorar cómo y hasta cuando se mide el tiempo y del paso de éste, pero no nos impiden viajar en él o a través de él. A lomos del rock. Aún militando en el descreimiento y en la búsqueda de la fe, no hay duda de que bien puedo haber resucitado.
Foto.- Loquillo, en el concierto de Jaén. 17 de octubre de 2014. Por Antonia Merino.

lunes, 13 de octubre de 2014

Una nueva criatura de Rakel

Al morir el pintor, Carmelo Palomino, al margen de mostrar la hipocresía de aquellos que siempre le habían criticado, imagino que fruto de la envidia, logró que se extendiera la creencia de que su obra pictórica era escasa. Una patraña que, entre otras cosas gracias al inventario de esa obra realizado por Juan Manuel Molina Damiani, quedó demostrada.
Siempre que asisto al nacimiento de una nueva criatura de Rakel Rodríguez, o tengo conocimiento de ese alumbramiento, no puedo evitar pensar en esa "escasez" de la obra de Carmelo; porque como con aquel, existe la tentación de creer que Rakel, fundamentalmente poeta, es poco productiva en el proceso de la creación.
Y nada más lejos de la realidad. He perdido la cuenta, en realidad nunca la he llevado, de los poemarios escritos por Rakel, publicados la mayoría por ediciones RaRo, creo que con la excepción de "Rabia", publicado por Revista Groenlandia.
La semana pasada tuve la oportunidad de asistir a la presentación de su último poemario "Donde nadie me encuentre" en El Pósito, un bar de cabecera que recomiendo a aquellos que visiten esta ciudad rodeada de olivos en la que habito.
Estas presentaciones en realidad son una excusa para vernos, para compartir una cerveza con versos, esta vez en boca del también poeta Joaquín Fabrellas y de la propia Rakel. Y sobre todo para confirmar que el afecto y las palabras tejen un hilo sólido que une a las personas más allá de la distancia.
Mantiene Rakel la costumbre de numerar los ejemplares de sus ediciones, limitadas por el carácter casi artesanal de las mismas. Hábito que puede llevar al error de pensar que el valor de la obra reside en el número limitado de ejemplares, en lugar de en las palabras que albergan.
A mí me ha tocado el 372. Al entregármelo, Rakel me preguntó si me iba bien. Le dije que sí, que yo era de letras más que de números, sin saber que el 372 estaba escrito también en letras. Aunque la verdad es que las letras que me siguen interesando son las que forman palabras, las que dan vida a sus versos para transformarse en estrofas y acabar en poemas que no entienden de atajos, ni de edulcorantes. Descarnados y vitales. Como una parte de ella.



He perdido otra batalla./ No sé cuántas me faltarán/ para dar por terminada esta guerra/ y rendirme. / Entregar las armas/ soltar el ancla/ bajar la mirada/ y decirlo con palabras/ me rindo/ no puedo más/ me equivoqué... Batallas pérdidas, "Donde nadie me encuentre", Rakel Rodríguez, 2014.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Contagio

Las encuestas marcan el declive del PP y el PSOE y el estancamiento de Izquierda Unida y UPyD. Y aún así, lejos de tomar nota y apostar por la regeneración democrática se empeñan en aumentar la distancia con los ciudadanos.
Si no fuera algo tan serio hasta podríamos bromear, pero a la corrupción, a la indecencia de las tarjetas para jetas de Caja Madrid (hoy BANKIA), a las peticiones de indulto para políticos delincuentes (llámense Matas, Fabra, Pacheco...) se les suma la negligencia de Sanidad con el ébola. Y nadie asume responsabilidades.
En su lugar, tiran del manual para ciudadanos estúpidos con el fin de preparar las próximas elecciones. Nos marean con la quiniela de candidatos a las alcaldías de pueblos y ciudades, culpan a sus antecesores de otros partidos por los proyectos inacabados o inexistentes durante ¡su mandato! y maquillan los presupuestos del estado o de la comunidad autónoma para consumar el engaño; porque menos no es más.
Nos recortan en educación, en sanidad, en infraestructuras y en salarios. Y lo que es peor, nos recortan la democracia. El PP prepara un golpe de mano legislativo para que gobierne la lista más votada, sin necesidad de obtener la mayoría aritmética para ello a través de las urnas o a través de los acuerdos con otras fuerzas políticas.
En Jaén, en las principales ciudades repiten como candidatos los actuales alcaldes. Incluso en la capital, donde Fernández de Moya juega al despiste de deshojar la margarita, cuando sabe y sabemos que repetirá con la esperanza de irse a la primera de cambio.
El PSOE confirma primarias en Martos y las descarta en Jaén, Úbeda y Andújar. Cuestión de avales. ¡Qué invento lo de las primarias! Desde 1998 en que las implantaron en solitario, lo que pretendía ser un ejemplo de democracia interna se ha convertido en un quebradero de cabeza para los socialistas. de modo que ahora apuestan por el candidato único. Y en caso de duda, la balanza se inclina sospechosamente por el candidato de la dirección del partido.
Izquierda Unida y UPyD contemplan como les cortan las alas sin despegar siquiera. La amenaza se llama Ganemos, una plataforma con visos de presentar candidaturas en la capital y algunos pueblos, y sobre todo Podemos, solo o en compañía de otros.
Errejón, uno de los rostros mediáticos de Podemos, era aclamado ayer mismo en la Universidad de Jaén y más tarde, llenaba el salón de actos de la Delegación provincial de Educación y Cultura. Por ahora no son más que una declaración de intenciones, pero ¡ojo! estos si que están provocando el contagio.

Artículo emitido en SER Úbeda el 8 de octubre de 2014. 

martes, 30 de septiembre de 2014

Entretiempo

Deben ser esos días difíciles de definir entre septiembre y octubre, en el tránsito del verano al otoño. O quizás sea la factura del exceso de trabajo, esa carga invisible que pesa más de lo deseable y de lo previsible. El caso es que en los últimos tiempos no logro escribir lo que quisiera. Aunque la realidad es que si escribo, pero no lo plasmo en el papel. La necesidad sigue apretando y las palabras bullen en  mi cabeza, se ordenan en frases, forman párrafos y completan escritos condenados al olvido. Textos nonatos, destinados a no ver la luz y a desvanecerse de igual modo que fueron creados. Y aún así no renuncio a las palabras. Me sumerjo entre ellas, me refugio en las páginas escritas por otros. En prosa o en verso. Descubro a Papadiamandis y a Mirivilis. Hallo cobijo en la poesía de José Hierro y Manuel Lombardo. Y escucho los silencios de Leonard Cohen.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Anonimato

Hay quien se oculta en el anonimato porque entiende que los focos sobre el autor desvirtúan la creación. Hay quien se escuda en el anonimato por timidez, por una aversión irreprimible a ser visto o reconocido. Y hay quien busca el anonimato por cobardía, para no dar la cara y encizañar desde la sombra; expertos sembradores de dudas y propagadores de males.
A estos últimos es conveniente desenmascararlos. Situarlos bajo la luz y exponerlos en plaza pública. Colocarlos ante el espejo, pero también frente al cristal para que se observen y sean observados; para que al menos si ellos no se reconocen, sean reconocidos.
Propensos a dar gato por liebre y a obtener siempre tajada. Debería ser de obligado cumplimiento para el resto ponerles rostro, nombre y apellidos. Y que así de burladores pasen a burlados.
No siempre es tarea fácil, porque algunos son auténticos expertos en ocultarse y tras el pasquín o entre las sombras verter su veneno. Aun así y pese a estar habituados a desenvolverse incluso bajo sospecha, siempre acaban por delatarse, por el gesto, por la palabra o por sus actos.
Merecedores siempre del desprecio, es en ese momento de inculpación involuntaria, al caer la máscara, cuando debemos colocarlos bajo el haz de luz y mostrar la cara de la ruindad.
Puede que no sirva de mucho. Puede que incluso estén protegidos por otros, compartidores a partes iguales del anonimato y la hipocresía. Pero es innegable la satisfacción que proporciona ponerle rostro, nombre y apellidos al villano.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

El obsceno desnudo del poder

Las muertes de un banquero y del dueño de unos grandes almacenes han mostrado el desnudo del poder. Un desnudo exhibido con obscenidad y sin tapujos. Dejando claro quien pertenece al distinguido círculo; las familias donde no hay lugar para advenedizos, salvo que sean de utilidad, es decir, de usar y tirar.
La misma obscenidad que testimonia que la justicia y las reglas de juego no son iguales para todos los ciudadanos, que el dinero compra voluntades y la publicidad, el silencio de los medios de comunicación. O lo que es lo mismo, que pleitesía y silencio contribuyen al impulso de los prohombres.
El poder como casta. La casta del poder. Casta, como duele en la España actual la acepción. Quizás la principal aportación, inconmensurable, de ese nuevo Iglesias, tan lejano y distinto a aquel otro Pablo Iglesias de Casa Labra: la recuperación del lenguaje, el uso de las palabras con contenido, distantes de esos manuales de los políticos al uso, llenos de frases vacías, de argumentos insostenibles, donde las mentiras se visten de promesas cuyo valor siempre tiende a la baja y que retratan a los voceadores de turno.
Tiempos de superávit de ecos y déficit de opiniones. En los que hayan hueco hipocresía y silencio como trampolines de supervivencia, para que ese poder, momentáneamente desnudo, mueva los hilos desde torres de marfil.
La casta es hoy el adversario, el estamento a derrocar. Y ante los amagos de cortar los hilos de las marionetas o las manos que los manipulan a su antojo, ante los primeros movimiento sísmicos que hacen cimbrear las torres de marfil, ya hay quien busca certificados de buen ciudadano y quien aspira a llevar en el pecho la escarapela de los nuevos jacobinos.  
La esperanza se viste de ilusión. Y en ese intervalo de ingenua desnudez es el poder el que se cubre con los ropajes; disfrazando la obscenidad, pero sin lograr ya disimularla.

viernes, 15 de agosto de 2014

Los malos poetas

Dicen que los malos poetas son incapaces de lograr una rima. Y puede que sus versos estén escritos con lágrimas, que hacen brotar palabras invisibles pero indelebles.  Ahogados por el pasado y el presente son incapaces de hallar la pausa que les permita afrontar el futuro.
Atrapados en esas líneas del tiempo giran su cabeza y vuelven la mirada atrás con un gesto infantil que no puede borrar el mañana. Ni siquiera desdibujarlo. A pesar de ello anhelan encontrar la senda por la que avanzaron tantos otros en distintos destinos y latitudes para alcanzar el poema.
La bajada a los infiernos. El paraíso perdido. Cualquier ruta es válida. Se acepta cualquier camino como un laberinto de sueños si al final esconde la llave que gira en la cerradura. Y se obvia que tras la puerta pueden esperar cielos y abismos e incluso la nada.
Casi febriles agitan la pluma esperando que broten las palabras; y éstas, agazapadas, se emboscan en algún recodo inexpugnable para no acabar encorsetadas en una estrofa. A medio camino de ese triángulo formado por la cabeza, el estómago y el corazón.
Falta el oxígeno. Hierve la sangre. Y una expresión de súplica se apodera del rostro, reclamando la presencia de la inspiración. Aquella misma que algunos grandes afirmaban que si se presenta debe encontrarte laborando.
Ante la ausencia de la musa, la súplica se convierte en mueca. Para algunos de dolor y para otros, los supervivientes, en una mezcla de ironía y hastío. Y sin embargo, unos y otros continúan aferrándose a la pluma, buscando en su interior o mirando a través del cristal para hallar las palabras precisas y enhebrarlas; sin comprender que para ello es necesario extraer primero la aguja, clavada donde más dolió y conservando su condición punzante. Como una fina pluma.
Es tarde cuando descubren que tras la puerta esperaba el abismo. Aquel del que solo los acróbatas son capaces de escapar, aunque sea encajando el pie en un verso.

jueves, 14 de agosto de 2014

La piel de la ciudad


Podrá discutirse si es arte o no. Yo no tengo duda. Lo mismo que sé que la belleza es opinable, pero no discutible. Igual que el talento. Porque se necesita talento para agarrar un pincel o un bote de spray y extraer vida de una paleta de colores y trasladar esa vida a un lienzo o a una pared que se exhibían mortecinos.
Hay en todo artista algo de gran hacedor y de alquimista.  Y también de visionario y de captor de sueños. Y puede que de extravagancia.  
En su obra hay a la vista o bajo la superficie parte de eso y de una forma de mirar, del propio yo y del bagaje vital; por tanto, hay pinceladas que asemejan lágrimas y otras que son sonrisas finitas, incluso medias sonrisas. Y hay trazos de sangre. Y cicatrices. Y frustración y esperanza.
Esa pintura llena de vida es como una piel para la pared, que se suma a las variadas dermis de una ciudad e invita a la caricia, visual y táctil. Y permite abrir los ojos y extender los dedos y prolongar esa caricia más allá de la propia pintura hasta lograr estremecer.
Algún día llegarán las espátulas y los botes de pintura con ademanes de verdugo y en un despacho se reclinará el enterrador, ebrio de poder y víctima de su ceguera y de la de ojos cercanos.
Y aun así, aunque las campanas toquen a duelo y la pared sea desprovista hasta de su desnudez siempre será tarde. Porque la ciudad guarda las caricias, como toda piel guarda esa primera caricia, en surcos que no pueden volver a recorrer ojos y dedos porque ya pertenecen a los territorios de la memoria.
 
Foto.- Fresco en el Realejo, en Granada.

lunes, 11 de agosto de 2014

Cargols a la llauna

Intento contabilizar mentalmente las ocasiones en las que he visitado El Glop. Recuerdo con nitidez que la primera vez que lo pisé, hace ya unos cuantos años de esos que pasan como sin darnos cuenta, me gustó su imagen de taberna. Nunca lo he preguntado, pero siempre he tenido la duda de si nació como taberna y mutó a restaurante o simplemente es una cuestión estética. Era el del barrio de Gracia.
Fue la primera vez que probé los cargols a la llauna. Luego he vuelto dos veces más. La última el pasado viernes. A las que se suman otra ocasión en la que éste estaba completo y nos enviaron a otro local que habían abierto en Gracia, El Nou Glop, y al menos otras tres en las que le tocó el turno al que está en una perpendicular al Paseo de Gracia, cerca de la Plaza de Cataluña, donde durante el último almuerzo coincidimos con el actor Lluís Homar y sus hijos.
Desde aquella primera vez en que los probé, los cargols a la llauna se han convertido en una tradición cada vez que pisamos El Glop. Plato de sabor y aderezado, acompañado de un all i oli y una romescu caseros, de esos que te obligan literalmente a chuparte los dedos y a alargar el sorbo de vino. Petición ineludible en el antiguo, el de la calle San Luis en Gracia, que me evoca los apetitos de Vázquez Montalbán, reflejados con su habitual maestría en las historias de Carvalho.
Me gustan estos sitios que envejecen con dignidad, lugares que guardan entre sus paredes parte de la historia de una ciudad, instantáneas de vidas anónimas y en algunos casos no tan anónimas que alimentan el relato; establecimientos que forman parte del paisaje del barrio y que con ese transcurrir de los años han contribuido a dibujar los rasgos de identidad que unen el pasado con el presente y el futuro, como un legado intangible para las distintas generaciones de una familia, de los vecinos del barrio o de gentes llegadas de cualquier punto que pasan por sus mesas.
Hay algo en ese barrio de Gracia que me transporta a aquel otro de Malasaña en Madrid, que pese a los cambios, y han sido muchos y no todos buenos, ha sabido conservar dignos envejecimientos.
Me gustan sus calles, la amabilidad de sus vecinos, el ambiente y la variedad de locales, unos con solera y otros, modernos, que contribuyen a integrar ese puzle intergeneracional y mantener la savia de la vida por sus arterias principales y secundarias y por sus plazas.
Y como remate para un animal de costumbres, una copa en el Café Salambó. Otro local imprescindible y evocador, cuyas paredes y sobre todo, su planta superior guardan confidencias envueltas en humo y regadas con alcohol de noches que se funden con el amanecer y que nutren el sueño de Gracia.

miércoles, 23 de julio de 2014

Maridaje


No es fácil maridar. Y menos cuando se trata de unir en armonía palabras e imágenes en un tiempo en el que las segundas se imponen a las primeras.
El compañero plumilla, Jorge Pastor, ha dejado por un momento las palabras a dos orfebres del verso, las poetas Carmen y Dori Hernández, y ha optado por atrapar al personal desde su mirada ciclópea.
No concibe la fotografía sin el protagonismo humano. Asumiendo consciente o inconscientemente que en cada click atrapa un instante de una vida que ya es pasado y que aun así la imagen habita en el presente.
Y ha querido arropar a sus personajes con un manto de palabras bordadas, de esas que prendidas en el papel, sin abandonarlo, son capaces de prender también en recónditos parajes de nuestra geografía interior. En cielos e infiernos. En vergeles y páramos. En aquellos territorios donde se cruzan los sueños y las sombras y dejan un trazo de lo que fue y de lo que no pudo ser.
Ante los versos y las fotografías surge espontánea y natural la duda sobre el proceso creativo, si fue antes la gallina o el huevo. Si la cría rompe las paredes calcáreas para liberarse o por el contrario es el huevo el que se resquebraja para ofrecer la libertad a la cría.
Parece una nimiedad, pero la simplificación o complejidad de ese proceso creativo otorga un valor específico al resultado final. No es lo mismo abordar la imagen desde las palabras o las palabras desde la imagen que hacerlo de forma simultánea. Porque esa simultaneidad en el proceso creativo, reconocida por el propio autor, avala el maridaje de fotografía y poesía, lo libera de artificios y desde la naturalidad lo conduce a la armonía.
El resultado es un bocado para paladares exquisitos. “Art mariage”.
Foto.- Acceso a la exposición "Art mariage", presentada en el Palacio Abacial (Alcalá la Real), en Etnosur 2mil14.

lunes, 21 de julio de 2014

Etnosureo

Han pasado algo más de 18 años. Todavía recuerdo cuando Carmen y Pedro, recién llegados de Cuba, Antonia y yo nos fumábamos entre los cuatro un Cohiba lancero en el piso de Pilar de la Imprenta. Entonces Peter Gabriel no había muerto (el viejo Peter siempre nos recibía con un gruñido, pero meneando la cola) y Karishma, Sergio y David nos esperaban en un futuro que desconocíamos.
Pedro se levantó del asiento, agarró un tocho de folios y extendiendo el brazo me dijo que lo leyera y le diera mi opinión. No en ese momento, claro. Y nos explicó por encima, con el entusiasmo que le caracteriza cuando se trata de algún tema relacionado con la música, el proyecto de aquel festival que preparaba con unos amigos.
Durante años aquel taco de folios permaneció en nuestro ático de la calle Vandelvira, hasta que desapareció cuando nos mudamos de vivienda. Lo guardaba como un tesoro.
Aquel proyecto, Etnosur, nunca fue concebido como un festival al uso de esos que tanto abundaban por nuestra geografía y otros lares. Su propio nombre era una señal, Encuentros Étnicos de la Sierra Sur, y entre sus premisas, el rechazo a la masificación y la gratuidad de las actividades programadas.
Ahora se ha hecho mayor de edad. Y como a los buenos caldos, el paso del tiempo le ha dado cuerpo. Aquel muestrario de grupos y espectáculos de música de raíz de todos los rincones del mundo se ha enriquecido y ahora el festival produce espectáculos propios y únicos con grandes músicos y grupos: el maestro Morente y su coro de voces búlgaras; Dorantes y sus ConVivencias; Cubaneando de la Cuban Sound Project, con Pancho Amat, Reinaldo Creagh (pónganse en pie), Santiago Auserón y Carmen París; La Zarabanda de Juan Perro o el último, Razón de Son, de Raúl Rodríguez, con Mario Mas, el repentista Alexis Díaz Pimienta y Coetus… Y genera foros, alimenta exposiciones, performances como aquella de Manuel Rivas, talleres y una interminable lista de participantes que ha dado a Alcalá la Real el privilegio y la oportunidad de compartirlo con vecinos y visitantes.
Etnosureamos. Soneamos. Pandoreamos. Disfrutamos las exposiciones en el Palacio Abacial, “Art Mariage”, del compañero Jorge Pastor y las poetas Carmen y Dori Hernández, y “Negros de arena y cal”, de Jesús Cosano.
Topo con el artista Xavier de Torres, autor de la escultura que representa el Premio Etnosur, que ha ido recayendo años tras años en personas o colectivos como Rosa Mª Calaf, Mario Benedetti, Baltasar Garzón, la Fundación Vicente Ferrer o en esta edición, la Plataforma Afectados por la Hipoteca (PAH). 
Conocimos a Xavier en San José. Una Semana Santa de hace otro puñado de años con Pedro y Carmen, que nos lo presentaron y nos llevaron a su casa; donde en la planta superior asistimos a la exposición más original de la que he disfrutado. Los cuatro tumbados en el suelo del estudio y Xabier desenrollando lienzos y mostrándonoslos. Fue el primer año en que participó en Etnosur con el taller Espantapiedras; creo recordar que fue aquel mismo año en que permanecí más de dos horas de pie, en el patio del Palacio Abacial, escuchando a Fran Sevilla, Rosa Mª Calaf y Ramón Lobo hablar de periodismo y de los corresponsales de guerra.
Viene del foro sobre “Los sonidos negros del flamenco”, en el que participaban Raúl Rodríguez y Jesús Cosano. Me cuenta que ha conectado con Mario Mas, el guitarrista que me dejó la noche anterior boquiabierto con su toque y que es hijo de aquel otro guitarrista español amigo de Leonard Cohen. Quizás este encuentro entre ambos sea la semilla que germine en un nuevo proyecto etnosureño.
Raúl es músico y antropólogo; Mario, guitarrista y biólogo, Xavier alucina con ellos y me deja una reflexión para el recuerdo: ellos (lo mismo que otros como ellos que han pasado por Etnosur, incluido el propio Xavier) han elegido su propio camino al margen de modas y mercantilismos; apuestan por la creatividad, y al conocimiento vital y artístico mamado de sus progenitores añaden su propia formación, de modo que en la adolescencia ya eran capaces de verbalizar aquello que habían conocido y que ahora impregna lo que hacen.
Etnosur es color, sonido, aroma, arte, cultura, luz y convivencia. Es vida, una parte de nuestras vidas. Y sobre todo, un símbolo de amistad.

Foto.- Concierto de "Pandora" en el Paseo de los Álamos (Alcalá la Real), Etnosur 2014.

martes, 8 de julio de 2014

Una lucha desigual


No me faltan las palabras, aunque en ocasiones tenga que rebuscar en el fondo del baúl. Pero es cierto que algunas veces las palabras parecieran esconderse y cuesta hallar aquellas precisas para expresar lo que aprieta en algún lugar del pecho, oprimiendo como si faltara el aire y empujando para salir.
Es una lucha desigual, porque sabes que incluso a tientas acabarás por encontrar la palabra deseada. Pero como en todo combate hay un antagonista, real o imaginario que te obliga a dar lo mejor o lo peor de ti mismo, tal vez parte de los dos, y ni siquiera eso te conduce a la victoria.
Cuando das lo mejor, pese a haber caído, mantienes la dignidad y la capacidad de volver a ponerte en pie. Ese es el combate en el que descubres que el verdadero rival al que te enfrentas eres tú mismo. Que no hay mayor antagonista que tú.
Llegar, estar y marcharte. A eso se reduce la vida. Lo fundamental es saber estar y lo deseable, poder elegir cómo marcharte. Hay quien no aprende a estar, pero se marcha por la puerta grande. Y hay quien no sabe estar y mucho menos marcharse. Y claro, están los que se marchan pero no se acaban de ir nunca, porque los retenemos junto a nosotros prendidos por hilos invisibles.
Su recuerdo nos humedece los ojos, nos produce congoja y aunque también nos arranca una sonrisa ayuda a que las palabras se oculten y nos empuja a ese combate desigual sin vencedores ni vencidos. Son aquellos que nos hacen pensar que estamos en un loco mundo y que la vida, la vida que mala es.
Y una vez más, tras caer y volver a ponernos en pie, descubrimos que de nuevo estábamos equivocados. No es tan mala la vida, porque siempre llega el sol.

lunes, 23 de junio de 2014

Sueño de estío

Entre el fútbol y el cambio del Borbón nos tienen idiotizados. Al menos un poco más de lo habitual. Tampoco ayuda la irrupción del verano, aunque aporte el anuncio de unas merecidas y necesarias vacaciones, que no evitan el aborregamiento colectivo pero mitigan en algunos aspectos la tontuna propia.
Anhelo deambular sin rumbo por calles y plazas de otras ciudades, liberado de la esclavitud del reloj y dándome la pausa que me pide la cabeza y que sin agobios reclama el cuerpo en el estío.
Sueño con las páginas de un libro, con rubias con espuma, con las conversaciones al atardecer, con la pérdida de la mirada en el horizonte, con los pasos cortos de la sala de exposiciones, con un poco o un mucho de rock&roll, con un habano a cielo abierto, con el olor de la tierra mojada y del mar, con piedras que me ofrezcan nuevos susurros… sueño con no dejar de soñar.

miércoles, 28 de mayo de 2014

El reflejo involuntario

 
En la ciudad que habito debuta la próxima semana un joven pintor, Luis Alberto Delgado, con su exposición “El reflejo involuntario”. Por esas cosas inescrutables de la vida, aunque lleva unos años fuera dedicado a los estudios de Bellas Artes, es vecino mío. Circunstancia en apariencia baladí, que no lo es tal, porque precisamente esa vecindad me ha permitido conocer parte de la obra que expondrá al público.
El artista ha escogido la acuarela para trasladar al lienzo su universo interior, el universo exterior y la interpretación que de ambos realiza. Porque la creación es eso y la forma de mirar con los ojos y con la mente esos mundos abstractos y reales en los que confluimos.
Y él mira a lo grande. Porque frente al formato reducido por el que suelen optar los acuarelistas, este artista se ha aventurado en los lienzos de grandes dimensiones. Igual que lo hiciera otro pintor de esta tierra, Santiago Ydañez, con sus óleos.
Decía Shitao, un pintor japonés del siglo XVII, que “la tinta, al impregnar el pincel, lo dota del alma; el pincel, al utilizar la tinta, la dota de espíritu”.
Y quizás esos sean otros de los pigmentos vitales necesarios en todo proceso creativo y que nos sitúan frente al lienzo en condiciones de igualdad; irreal porque siempre uno está en desigualdad ante el talento expresado en la tela, pero factible porque son elementos que forman parte de nuestro mismo lenguaje visual y emotivo. Cuando se pinta con el corazón, ya sea desde la desazón o desde la euforia, es más fácil tocar el corazón de aquellos que desde el otro lado del lienzo lo contemplan, empequeñecidos por sus dimensiones pero identificados, certera o erróneamente, con el alma y el espíritu del que lo dotaron pinceles y acuarelas.
En los hombres y mujeres creados y apresados por el artista en la tela, reconocemos existencias propias y ajenas y hallamos en la profundidad de las miradas nuestra propia mirada. Ese hilo invisible que une por un instante la figura inerte del lienzo con aquella otra figura contemplativa situada frente a él y traza las líneas del espacio donde se produce el reflejo involuntario; el ángulo donde por un momento lo real y lo ficticio confluyen, primero para confundirse y para ser uno luego.

lunes, 26 de mayo de 2014

El regreso de la bestia

No me gusta la Europa que se dibuja tras las Elecciones Europeas de 2014. La desesperación con su dosis de ignorancia hace resurgir a los monstruos dormidos y nos demuestra que no hemos sido capaces de aprender de nuestra propia historia.
Es la paradoja de la democracia, los ciudadanos con sus votos permiten el acceso al poder o a una parte de él a formaciones políticas que no son democráticas, pero que saben sacar partido a las reglas del juego de los actuales sistemas democráticos europeos.
Es indiscutible que el auge de los partidos neonazis, xenófobos y fascistas y sus resultados electorales hacen que ese dibujo de Europa sea representativo de la sociedad. Pero no me gusta. Saca a la luz a la serpiente, y eso debería servir para aplastarla, no para sentarla en los escaños que representan el triunfo de la libertad sobre la opresión.
Y no es un hecho aislado. La bestia regresa en media Europa: Francia, Frente Nacional (25,40 por ciento de los votos); Dinamarca, Partido Popular (26,60); Austria, Partido de la Libertad (19,50); Reino Unido, UKIP (27,5); Hungría, JOBBIK (14,68); Croacia, HSP (41,39), Grecia, Amanecer Dorado (9,34)… y hasta Alemania, que representa como nadie el horror del fascismo en la reciente historia europea, otorga al Partido Nacional Democrático de Alemania el 1 por ciento de los votos*.
La respuesta debería ser más Europa, más participación de los ciudadanos, más democracia. En lugar de eso, asistiremos a un giro de algunos partidos mayoritarios en los principales países europeos hacia los postulados de intolerancia defendido por estos partidos que beben en las fuentes del fascismo. Es decir, la renuncia a mirar a Europa para centrarse en la contemplación del ombligo propio.
Probablemente esto era lo planeado. Ante el declive USA y la hegemonía de China no hay sitio en ese futuro nuevo orden mundial para Europa. La crisis se desvela como una enorme arma de poder y su gestión austericida como el instrumento preciso para derribar gobiernos y emputecer la democracia, hasta en su cuna, Grecia.
Europa se vislumbra de nuevo como el bosque de Bolonia donde los otros dirimirán cuitas y negocios y nosotros pagaremos con sangre.
Han despertado a la bestia para ofertarnos la fórmula de nosotros (conservadores+socialdemócratas) o el caos. Pero quién y cómo llevará de nuevo a la bestia al letargo.

 Nota.- *Datos obtenidos de La Marea y El País.

 

jueves, 22 de mayo de 2014

Los votos como respuesta

Dos de los grandes fracasos del actual periodo democrático en España son la Educación y Europa.
Lo de la Educación es sabido, un pueblo sin formación es más fácil de manipular y doblegar. Así que se ha apostado por devaluar la enseñanza.
Lo de Europa no solo es culpa de los políticos españoles, el resto de países europeos y la propia Unión Europea han contribuido a que lo verdaderamente común sea el escepticismo.
El próximo domingo hay Elecciones Europeas. Los españoles estamos llamados a las urnas. Y en esta ocasión al desinterés general se suma el interés de los grandes partidos porque la llamada fiesta de la democracia parezca un funeral. Debería sorprendernos que España sea el único país europeo cuyo gobierno no ha realizado una campaña a favor de la participación electoral. Y en correspondencia, los españoles deberíamos llenar las urnas de votos y desmentir a los sondeos que sitúan la abstención en más del 50 por ciento del electorado.
Desechada la idea de Europa, las elecciones se miden en clave nacional y bipartidista. El poder que no se presenta a la consulta alienta desde la sombra una futura coalición PP-PSOE a semejanza de la alemana. Y el otro, que al menos formalmente se presenta, ha tratado de imponer una campaña de perfil bajo, acorde con los dos candidatos de las formaciones políticas mayoritarias, buscando el desánimo de los votantes y el aislamiento del resto de partidos. La realidad no es otra que frente a frente el PP se refleja en el PSOE y viceversa; ambos han votado lo mismo en el 80 por ciento de las propuestas presentadas en el Parlamento Europeo.
Aun así, se han prestado a la pantomima de la campaña como laboratorio de las próximas consultas electorales en España.
No esperaba ninguno que el PP, tan reacio a los debates, se saltara el guión y exhibiera una vez más sus problemas con las mujeres. Le ocurrió a Rajoy con su imaginaria niña, que se parecía más a la del exorcista que a la hija de una familia media española. Y le ha ocurrido ahora al candidato Cañete, que no ha tenido rubor en utilizar la cartera de ministro para hacer la precampaña, ni se ha puesto colorado por evidenciar en público que para él (y ante la falta de desmentidos, también para el PP), las mujeres son manifiestamente inferiores al hombre. Pensará el candidato del PP que es el hombre el que mete la papeleta en el sobre y la mujer, sin cerebro y sumisa, la deposita en la urna. Vamos, que eso de la igualdad es una vaina.
Si yo fuera mujer no dudaría en darles con el voto en las urnas. Como hombre, tampoco. Este domingo nos toca hablar a los ciudadanos. Voten. Y digan con su voto no a la corrupción, no a la xenofobia, no a las troikas y los hombres de negro y sí a la Europa de los ciudadanos. No lo olviden, el domingo, participen y voten.

 Artículo emitido en SER Úbeda el 22 de mayo de 2014.

martes, 20 de mayo de 2014

Sra. Ciempiés


La imagen de un ciempiés sugiere movimiento. La necesidad de desplazarse y la facilidad para hacerlo. Y por tanto, y en cierto modo, inquietud.
Pero también un ciempiés es el dibujo de una cicatriz varada en la piel. El reflejo del inmovilismo. Aunque una cicatriz bien puede ser contemplada como el recordatorio de lo vivido y lo aprendido; es decir, el estigma que sirve de alimento a la memoria y de estímulo para avanzar.
En la ciudad que habito han parido en el casco antiguo un establecimiento al que han bautizado como “Señora Ciempiés”. Aúna el garito ambas cualidades sugeridas por el artrópodo, movimiento y pausa. Y aunque no soy capaz de vislumbrar todavía si se impondrá el uno a la otra o convivirán por aquello de que continúe el espectáculo, casi aseguraría que triunfará la cohabitación para favorecer el arte.
Ocupa el mismo local que lo hiciera antaño una tienda de confección de esas de toda la vida, “Los Andaluces”, que aportaba solera y tradición; cuyo almacén, convertido ahora en sala multiusos, alberga como vestigio de ese pasado un grupo de maniquíes, que maqueados para los nuevos tiempos evocan a Golpes Bajos y aquella fiesta de miradas de cristal.
Anuncia un futuro de creatividad, un soplo cultural en unas calles con tendencia a languidecer y en unas mentes demasiado expuestas al sol.
En mi última visita me ha recibido a la puerta uno de esos maniquíes, con la cabeza vacía, que a modo de gps me confirma que estoy ahí y me hace dudar sobre si me sitúa en su inexistente corazón o se muestra como imaginario espejo en el que me refleja. “Usted está aquí” certifica una nota en su pecho y sospecho que el bombo a modo de cabeza pueda ser el ojo que todo lo ve.
La iluminación del garito es obra de mi amigo Paco Fuentes, responsable de un entretenimiento ubicado a la entrada del mismo; un mecanismo de lentes que vuelve el mundo al revés, del que sospecho alguna indescifrable conexión con el maniquí situado en el zaguán, que de alguna manera los convierte en los ojos del ciempiés.
En el interior varias tablas de plancha me recuerdan que las olas no solo se cabalgan surcando océanos. Y entre un puñado de vinilos, expuestos para la venta, descubro uno de “Conservantes Adulterados”, que junto a “Los Niñatos”, dos grupos locales ya desaparecidos, marcaban el ritmo de algunos pogos de nuestra adolescencia; un par de los Rolling y varios de Bowie, que desde sus fundas sentencian que no hay lugar a un tiempo perdido pero es innegable que hay un tiempo gastado; aquel en el que podíamos ser héroes un día nada más, en el que la vergüenza estaba en el otro lado. Entonces queríamos volar y ahora descubrimos que para dar un paso no se necesitan cien pies.

 

sábado, 26 de abril de 2014

La rosa de Sant Jordi

La rosa de Sant Jordi bien pudiera ser el corazón del dragón. O una lágrima de sangre. La tinta que preña de palabras el libro para darle vida. El florecimiento del verbo frente al fuego y la lanza.
Este año por eso de los caprichos del destino, mientras las rosas rojas honraban la memoria y el legado de Cervantes y Shakespeare, el amarillo se abría paso para sangrar otras rosas en el último viaje del escritor colombiano Gabriel García Márquez.
Y así por un jardín de rosas y letras deambulábamos en busca de ficciones y realidad atrapadas entre las tapas de un libro, a la espera de ser liberadas.
En esta ocasión las labores de búsqueda les han correspondido a los peques. Desconocedores de que serían esas ficciones y realidades las que los liberarían a ellos y les colocarían unas pequeñas alas para ver más allá de las cuatro paredes de su habitación.
Más proclives hoy a montar el corcel y blandir la lanza contra el dragón, han recibido junto a sus libros esa rosa de Sant Jordi,  que contribuye a mantener una hermosa tradición y que les ayudará a comprender algún día que ellos también han florecido con la lectura de cada libro.

viernes, 18 de abril de 2014

Las letras dejaron de bailar

Se fue la Garbo y ahora Gabo no le ha andado a la zaga. Nos quedan Macondo y aquellos otros territorios imaginarios cuyas puertas nos abren la literatura y los grandes escritores.
No voy a escribir sobre García Márquez y su obra literaria y periodística. Tampoco sobre ese nuevo Siglo de Oro de la literatura española que supuso en el XX el boom de la narrativa, fundamentalmente, del otro lado del Atlántico. Y no voy a citar a otros para dejar en el olvido a aquellos que no lo merecen.
Y mucho menos voy a presumir o a dejar constancia de haber conocido a García Márquez más allá de su obra literaria. Nunca, que yo sepa, coincidimos en parte alguna. Así que no tengo material de primera, ni siquiera de segunda; carezco de anécdotas o del deslumbramiento correspondiente ante una presencia que se me antoja inenarrable por su doble condición de creador literario y periodístico.
Recuerdo haber leído “Crónica de una muerte anunciada” de un tirón en una madrugada y no he olvidado que amarré la nave a la espera de que amainase la tempestad con “El amor en los tiempos del cólera”, a la que siempre añadía la coletilla ‘y de la cólera’. Nunca tuve putas tristes, pero no fui indiferente a esa falta de alegría, así que compartí las de la memoria de aquel viejo y entrañable gacetillero nacido de la pluma de Gabo. Y no me dieron la opción de vivir para contarlo, así que tuve que conformarme con contarlo para vivir.
En pocos meses, apenas un suspiro, la pelona no ha parado de danzar. México, un país que viste a la muerte de fiesta, se ha llevado de jarana a Gelman y a García Márquez, pero las letras dejaron de bailar. Y a nosotros nos quedó cara de funeral.

martes, 15 de abril de 2014

Reos de las palabras

Somos reos de lo que decimos y de lo que escribimos. Para bien o para mal. Si bien cuando hablamos puede existir una excusa para haber dicho algo que desde la reflexión y la templanza nunca o rara vez afirmaríamos, en el caso de la escritura no hay tal, escribimos lo que queremos decir. Y aunque lo escrito forme parte de un contexto, éste no varía por lo general su sentido.
Viene esto a cuento de que hace unos días leía la siguiente afirmación: “Los malos poetas y los malos periodistas abusan de las metáforas”. No soy poeta, pero no pude menos que pensar en la literatura española desde Cervantes hasta el Siglo de Oro y por supuesto en generaciones como la del 27. Pensé como ejemplo en Góngora y García Lorca, maestros en el uso de la metáfora en su poesía. Y no me atrevería a afirmar que ambos o uno solo de ellos son malos poetas; aunque exista quien crea que se exceden en el uso de la metáfora y la simbología.
Y también recordé otra aseveración similar respecto a la calidad de lo escrito, en esa ocasión con una alusión al uso de los adjetivos calificativos. Obviando la obra de autores como Azorín, Pío Baroja o Sánchez Ferlosio, cuya prosa tampoco creo sea desdeñable.
Los autores frecuentan los géneros literarios de su agrado y utilizan los elementos que les brinda el lenguaje para crear su propio estilo, aquel que dota a su obra de una impronta propia, y que es evidente no ha de ser del gusto de todos, una apreciación personal que no resta o añade calidad a lo escrito.
Respecto al periodismo, cualquier periodista con formación periodística es conocedor de que las licencias literarias están reservadas a poco géneros periodísticos y que en su quehacer prima la información y los datos contrastados que la sustentan. Aun así hay prestigiosos periodistas, considerados por algunos maestros, que han sabido conjugar ambos aspectos como Mariano José de Larra, Manuel Chaves Nogales, Tom Wolfe o Gay Talese, por citar a algunos.
Lo que me lleva a concluir que la baja o escasa calidad en la escritura tiene más que ver con el uso de tópicos, lugares comunes y frases hechas que con el uso consciente, y por tanto intencionado, de los recursos que la lengua ofrece.
 
“Los malos poetas y los malos periodistas abusan de las metáforas. Como la noche, el corazón de las tinieblas y otros lugares comunes, tan desgastados que apestan. Las palabras gastadas reducen la capacidad de entender la realidad”.
Blog de Alfonso Armada.
 

lunes, 14 de abril de 2014

14 de abril

En el territorio independiente que habito, las cuatro paredes de mi casa, hay senderos y veredas, caminos y carreteras que cruzan y comunican los mundos paralelos de la realidad y los sueños.
Hay un barco de palabras que navega en océanos de agua y mares de olivos. Y un abril de pensamientos y memoria floridos, de rosas y claveles; de nardos ensangrentados.
Hay callejones, calles y avenidas; como esta avenida de luz, anhelo del retorno de aquellas alamedas en las que una vez pasearon los hombres y las mujeres libres.


sábado, 12 de abril de 2014

Pensamiento prêt-à-porter

La denominación no es mía, es de la catedrática de Literatura de la Universidad de Zaragoza y especialista en el Siglo de Oro, Aurora Egido.
Podría denominarse también pensamiento franquicia o remedando aquel 'que inventen ellos', 'que piensen otros'. Que sería lo más ajustado, porque el prêt-à-porter, en origen y por tanto en concepto, significaba el acceso para todos a un diseño y estilo de moda (era tramposo, porque no era real, ya que vendía la idea de alta costura a precio popular); lo que aplicado al pensamiento exigiría como punto de partido la capacidad, la necesidad y el interés por utilizar el cerebro más allá de su ubicación como relleno de la calavera.
La realidad es que ese pensamiento franquicia está hoy unido indisolublemente al pensamiento único en la sociedad española. Y por ignorancia y por los sucesivos fracasos del modelo educativo (la gran falla de la actual democracia española, gobierne quien gobierne) estamos hoy más que nunca sumidos en el axioma de estás conmigo o estás contra mí; que viene a ser como aquello de trazar una línea en el suelo y en función de dónde te sitúas, a uno u otro lado de la línea, serás catalogado. O lo que es lo mismo no se incentiva la autocrítica, ni mucho menos la crítica.
Piensas como yo o piensas contra mí. Falso. En el fondo se busca la sobrevaloración de la capacidad de pensar en aquellos que no la ejercitan para anularla. Conseguido esto, da igual que el producto se venda en el comercio de barrio o en las grandes superficies; la accesibilidad al pensamiento único, teledirigido, en una u otra dirección, la garantizan los medios de comunicación, en particular, la televisión.
Distraídos con el vuelo de la mosca, olvidamos a la mosca.
El reto es mayúsculo, primero hemos de ser capaces de pensar por nosotros mismos. El siguiente paso es actuar.