sábado, 21 de diciembre de 2019

Una mirada de 10 años

Un decenio se mide en años. Si hablamos de Jaén también se mide en proyectos, logros, fracasos, frustraciones, promesas, incumplimientos y un largo etcétera. Y en esa medida la balanza se inclina con claridad hacia el debe respecto al haber.
Echar la vista atrás es necesario, aunque en demasía doloroso cuando se trata de esta ciudad, para saber hacia dónde vamos o hacia dónde deberíamos ir. Por ello hay que contarlo e incluso en ocasiones, recordarlo, que es una forma de volverlo a contar. Y en eso es deseable la mirada de un periodista.
Ya conocen esa frase hecha de los periodistas y su condición de notarios de la realidad. Matizable, porque más allá de dar fe el periodismo requiere también de conocimientos, observación y análisis y por supuesto, fuentes creíbles, y eso es aplicable a la información y a la opinión; aunque en esta última el autor puede constituirse en fuente. A eso hay que unirle el rigor, la honestidad y el buen escribir. 
Algunos de ustedes también conocen esa afirmación de Kapuscinski de que “los cínicos no sirven para este oficio”¹ del periodismo; que hace mucho tiempo y pese a algunos se convirtió en profesión con todo lo que eso debería sumar.
Se puede ser cínico desde la ironía o el desencanto y eso no invalida para ser periodista. Otra cosa es ser mala persona, lo que te impide ser un buen periodista y otras muchas cosas. Y sin embargo, eso no evita que haya personas ejerciendo el periodismo, que incluso se autodenominan periodistas, que son malos profesionales y por encima de todo, malas personas. Algo que como bien saben no es patrimonio en exclusiva de profesión u oficio alguno, porque para desgracia general hay superávit de desalmados. 
No es el caso de Raúl Beltrán. Él es uno de esos periodistas que confirma que ser buena persona no le resta ni un ápice a sus bondades como periodista y viceversa. Si al poeta Cernuda y a tantos otros les dolía España, esta España nuestra y mía, a Raúl le duele Jaén. Y le duele en lo general y en lo particular. Y le mosquea que “por los siglos de los siglos”³ esto parezca no tener solución. Gobierne quien desgobierne y mande quien desmande. 
Escribe Saviano en su “Gomorra” que “la ética es el límite de los perdedores”². Y Raúl sabe mucho de eso, porque no pasa las líneas rojas que diluyen al periodista y dejan paso al profeta, al especulador o al portavoz. Y es triste hablar de ética para referirse al ejercicio del periodismo, porque es algo que se presupone, pero la realidad demuestra que a los que renuncian a ella en esta profesión les va bien, incluso muy bien, y que aquellos que no la pierden de vista están de una manera u otra condenados. 
Sus 10 años de artículos de opinión son una radiografía nítida de Jaén, en la que más allá de la bondad o la mala uva de sus protagonistas lo que se refleja es la incapacidad para la gestión, la opacidad, la ausencia de un proyecto de ciudad y/o la prioridad a los intereses de unos pocos en detrimento del denominado interés general. Y también evidencia que aunque lo de medir el tiempo sea relativo, en esta ciudad las hojas del calendario tardan más en caer, los granos de arena deben pesar más y las agujas del reloj dan la sensación de marcar las horas hacia atrás. De modo que esos 10 años parecen ayer. 
No soy optimista de cara al futuro porque el hoy se empecina en golpearnos en el rostro (incluso en el Santo Rostro) y la realidad nos muestra que pese a quien pese no es cuestión de ideología sino de voluntad, y esa desaparece a la par que se acomodan las posaderas en los sillones institucionales. Tampoco creo en plataformas milagrosas, porque cuando te pones de perfil tarde o temprano a todos se nos acaban viendo las costuras; y algunas son visibles para el observador desde el principio de los tiempos. 
Aún así, comparto el dolor de Raúl por esta tierra y coincido en su aplauso de “lo fértil” y su denuncia de “lo estéril y lo mezquino” como finalidad del periodismo. Ignoro si el último fin, pero, sin discusión, uno de ellos. 
Le dice Hugo Pratt al Corto Maltés a través de uno de sus personajes: “Lo que tú buscas no existe”4; con la esperanza de que el marinero renuncie a marcharse y fije el ancla. Y puede ser cierto, pero ello no impide la búsqueda. Llegando a la paradoja de que algo comience a existir por el hecho de ser buscado. Esa búsqueda es la razón de ser del periodismo. El periodista busca la verdad, aunque no siempre logre encontrarla. Pero un buen periodista no abandona nunca la búsqueda. Por muchos decenios que haya que descontar.


1.- “Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo”, Ryszard Kapuscinski. Anagrama. Colección Compactos, 2005.

2.- “Gomorra”, Roberto Saviano. Penguin Random House Grupo Editorial, 2019.

3.- “Por los siglos de los siglos, Jaén ¿Amanece tras la crisis?”. 10 años de artículos de opinión, Raúl Beltrán García. Líberman Editorial, 2019.

4.- Corto Maltés. “El mar de oro”, “Un águila en la jungla”, Hugo Pratt. Editorial PlanetaDeAgostini, 2018. 


Artículo publicado en el blog “En Jaén donde resisto”, el 21 de diciembre de 2019.

lunes, 2 de diciembre de 2019

Ponme la foto en el periódico para que me vea mi madre

Recuerdo a aquel político que decía “ponme la foto en el periódico para que me vea mi madre”. Y pasa el tiempo y ahí siguen los medios de comunicación poniendo la foto del político de turno sin venir a cuento. 
A modo de ejemplo y por citar cuatros actos de esta última semana en Jaén: la inauguración de la exposición de Sitoh Ortega de los 25 años del Festival de Jazz, la I Bienal de Arqueología celebrada en el Museo Íbero, la presentación de la Cerveza de Navidad de Cruzcampo y la inauguración de una parte del Centro Comercial Jaén Plaza. 
Son cuatro, pero seguro que a ustedes se les ocurren muchos más y no solo de estos últimos días. Actos en los que aparecen los políticos usurpando el espacio que le corresponde a los verdaderos protagonistas del evento y que, con excepciones, poco o nada tienen que ver con sus funciones en ayuntamientos, diputaciones o parlamentos. 
Una pasarela de la que los principales responsables son los medios de comunicación y algunos periodistas. A nadie escapa que las instituciones pagan un buen pellizco por la publicidad a los medios, pero eso no puede traducirse en barra libre para que aparezcan los políticos hasta en la sopa o en que los medios de comunicación presten más atención a lo que dicen los políticos que al cumplimiento o incumplimiento de sus obligaciones. 
Imagino que no soy el único que está aburrido de abrir un periódico o poner la televisión y ver siempre a los mismos políticos o casi a los mismos y tener que realizar un ejercicio de agudeza visual para identificar la información y sobre todo, al protagonista de la misma en un especial ¿dónde está Wally?, versión provincial. 
¡Ojo! No digo que no se saque a los políticos en los medios. Es conveniente no confundir el criterio con la censura. Pero, un poco de mesura nunca está de más y así se evita entretener al personal con lo secundario y lo accesorio, obviando lo importante y lo necesario. 
Si tu madre quiere verte, pues, como todo hijo de vecino tienes varias opciones; la primera, visítala más a menudo; la segunda, utiliza las nuevas tecnologías, y la tercera, la de toda la vida, hazte una foto y se la dejas con un marquito encima de la cómoda; que el resto de los mortales no tenemos porqué desayunar viendo tu jeta cada día, ya es suficiente con padecer el uso que algunos hacen de ella.

 Mi artículo para SER Úbeda (Multimedia Jiennense), del 2 de diciembre de 2019.