martes, 12 de enero de 2010

Amenazado

Ser consciente de la existencia de una amenaza no implica necesariamente sentirse amenazado. El poder, cualquier poder, oprime y controla o al menos trata de hacerlo con mayor o menor sutileza. Para ello utiliza los recursos a su alcance, en ocasiones incluso aquellos de naturaleza ilegal que agraden al Estado de derecho, lo debilitan y acaban desvirtuándolo.
Soy consciente de esa realidad y aún así, y pese a lo que está sucediendo, no me siento amenazado. Sí me preocupa que sacar un 10 signifique estar suspenso y obtener un 0 sea de sobresaliente, porque al final habrá más personas predispuestas a lograr un 0. En lo profesional siempre he intentado acercarme al 10 y pese a que algún juez e incluso el fiscal general del Estado ya no escondan la mordaza, no dudo y sé que debe primar el trabajo bien hecho; aunque como en el caso de Anido e Irago el laboro bien realizado te lleve a un simbólico cadalso.
A los que respiramos en el territorio de las palabras nos pueden prohibir publicar, pero no pueden evitar que escribamos. Ese es nuestro triunfo; puede que pequeño y pírrico, pero no por ello es menos triunfo.
Ayer leía en un periódico local que la poesía del nigeriano Wole Soyinka, premio Nobel de Literatura en 1986, será por fin traducida al español y se publicará “Lanzadera de una cripta”, en edición bilingüe y a finales de enero.
Soyinka, primer escritor africano que ha recibido el citado premio, fue encarcelado acusado de conspiración durante la guerra civil de Nigeria en los años 60, adonde había regresado tras su estancia en Londres para estudiar teatro africano, por escribir un artículo pidiendo el armisticio.
Pasó 20 meses entre rejas, incomunicado, lo que no le impidió escribir en “pequeños papelillos, y a veces en plena oscuridad, algunos de los versos más intensos” (Diario Jaén, Sección Cultura, lunes, 11 de enero de 2009).
La privación de libertad, el encarcelamiento, es la consecuencia de una amenaza, ignoro si previa, pero desde luego real. Y aún así, Soyinka, como otros autores en similares situaciones, escribió, continuó escribiendo. Además, en su caso no pudieron impedir que publicara y algunos de aquellos versos vieron la luz en “Poemas desde prisión”. Es el poder de la palabra.
Foto: Wole Soyinka. EFE/Archivo EFE.

2 comentarios:

  1. Siempre nos quedará la palabra, pero tiendo a pensar que a medida que nos acomodamos vamos renunciando a ella. El ejemplo de Soyinka demuestra que la humanidad es capaz de lo mejor en las peores situaciones. Hay quienes se juegan la vida por decir determinadas cosas y hay quienes no queremos arriesgar ni a que nos quiten un plus de nuestro salario por decir inconveniencias.
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  2. Juan, en cualquier caso renunciar a las palabras o asirse a ellas es una decisión personal, marcada como cada decisión de estas características por las circunstancias específicas de cada individuo, por las convicciones, por los temores, por...

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