Los gestos en la vida son importantes, pero los hechos lo son más. Los gestos implican una intención; los hechos constatan esa intención.
En política, los gestos constituyen una parte elevada de las actuaciones de los políticos, que no siempre se ven reflejados en hechos. De ahí la importancia y el simbolismo del primer acto del nuevo lehendakari, donde ha aunado gestos y hechos hacia la víctimas del terrorismo.
Como con tantas otras cosas hablar en este país sobre víctimas del terrorismo se ha convertido en un tema polémico. Es algo en lo que debería haber coincidencia de opiniones y de lo que se debería hablar con naturalidad y con normalidad. Pero esto no es así. Y debería serlo.
En toda sociedad hay virtuosos y miserables. Aunque solemos prestar más atención a los segundos. Eso hace inevitable la presencia de ruines en distintos ámbitos y disciplinas. Y lo que es peor, nos deja expuestos a sus ruindades; al todo vale.
Entiendo que los gestos y los hechos del nuevo lehendakari hacia las víctimas del terrorismo nos deben llevar a la reflexión. Y debemos coincidir en que no todo vale. No vale utilizar el terrorismo y a la víctimas del terrorismo para una hipotética mejora del respaldo social y electoral; no vale arrogarse la representación de las víctimas del terrorismo simulando su defensa para escalar socialmente y enriquecerse; no vale dividir a las víctimas del terrorismo, clasificarlas en función de las estrategias propias y demonizar a aquellas que no aceptan formar parte de nuestros planes o creemos innecesarias para los mismos; no vale equiparar a las víctimas con los verdugos y por supuesto, no vale que las víctimas además del tiro en la nuca o de la bomba sean también víctimas del terrorismo del verbo.
El anterior lehendakari Ibarretxe y el PNV, tras años de marginación, dieron el primer paso al pedir públicamente en la legislatura pasada perdón a las víctimas del terrorismo. Ahora, Patxi López, también como lehendakari, tiende las manos desde la Lehendekaritza a esas mismas víctimas. Son gestos y hechos de especial relevancia en Euskadi. Y deberían empezar a serlo también en el resto de España.
“Dios salve al lehendakari, él no es un rastafari, es sólo un txistulari”
En política, los gestos constituyen una parte elevada de las actuaciones de los políticos, que no siempre se ven reflejados en hechos. De ahí la importancia y el simbolismo del primer acto del nuevo lehendakari, donde ha aunado gestos y hechos hacia la víctimas del terrorismo.
Como con tantas otras cosas hablar en este país sobre víctimas del terrorismo se ha convertido en un tema polémico. Es algo en lo que debería haber coincidencia de opiniones y de lo que se debería hablar con naturalidad y con normalidad. Pero esto no es así. Y debería serlo.
En toda sociedad hay virtuosos y miserables. Aunque solemos prestar más atención a los segundos. Eso hace inevitable la presencia de ruines en distintos ámbitos y disciplinas. Y lo que es peor, nos deja expuestos a sus ruindades; al todo vale.
Entiendo que los gestos y los hechos del nuevo lehendakari hacia las víctimas del terrorismo nos deben llevar a la reflexión. Y debemos coincidir en que no todo vale. No vale utilizar el terrorismo y a la víctimas del terrorismo para una hipotética mejora del respaldo social y electoral; no vale arrogarse la representación de las víctimas del terrorismo simulando su defensa para escalar socialmente y enriquecerse; no vale dividir a las víctimas del terrorismo, clasificarlas en función de las estrategias propias y demonizar a aquellas que no aceptan formar parte de nuestros planes o creemos innecesarias para los mismos; no vale equiparar a las víctimas con los verdugos y por supuesto, no vale que las víctimas además del tiro en la nuca o de la bomba sean también víctimas del terrorismo del verbo.
El anterior lehendakari Ibarretxe y el PNV, tras años de marginación, dieron el primer paso al pedir públicamente en la legislatura pasada perdón a las víctimas del terrorismo. Ahora, Patxi López, también como lehendakari, tiende las manos desde la Lehendekaritza a esas mismas víctimas. Son gestos y hechos de especial relevancia en Euskadi. Y deberían empezar a serlo también en el resto de España.
“Dios salve al lehendakari, él no es un rastafari, es sólo un txistulari”
"Dios salve al lehendakari", Derribos Arias. 1982
No hay comentarios:
Publicar un comentario