Llevo más de 30 años leyendo El País. Lo compro a diario; si bien es cierto que tuve un momento de duda sobre si seguir comprándolo o no, cuando murió el Niño republicano, tras la pérdida unos años atrás de Manolo Vázquez Montalbán; irreparables ausencias en el columnismo periodístico español. Mi santa zanjó la cuestión: lo seguimos comprando. Y lo seguiremos comprando, aunque mi paciencia no es infinita.
Así que me puedo declarar testigo privilegiado de la evolución o involución del diario, desde la grandeza de sus inicios hasta la deriva en la que hoy lo están sumiendo el apocalíptico Cebrián y el químico Moreno metido a director de periódico y no de un periódico cualquiera. En la facultad, para algunos de nosotros El País era la Biblia y hoy la labor de sus máximos responsables lo está convirtiendo en una hoja parroquial.
A día de hoy sigo pensando que cuenta con la mejor sección de internacional de la prensa española; del mismo modo que siempre he deseado más opinión en sus páginas y que pese a las ausencias señaladas cuenta hoy con una joya como Enric González, cuya columna mantiene la llama encendida de la cada vez más vieja antorcha (no por antigua, sino por la falta de mantenimiento) del principal diario en la España democrática.
La limpieza de profesionales contrastados, invitados a emigrar a corresponsalías lejanas o a abandonar la redacción del periódico, la ruptura con un compromiso no escrito pero recogido en la trayectoria del periódico durante años con el periodismo o al menos con una forma de hacer periodismo en la que no vale todo o un suplemento dominical cada vez más infumable hecho a imagen y semejanza del director y sus acólitos y alejado del aquel suplemento que se devoraba el domingo y días posteriores y que hoy en demasiadas ocasiones muere entre los restos de los periódicos de la semana sin abrir siquiera sus páginas o abrirlas para un consumo rápido, lo que se tarda en leer los artículos de Torres, Cercas o Marías y poco más que un rápido vistazo al resto, serían motivos más que suficientes para tirar la toalla. Sin olvidar una de sus peores conversiones, imitar el comportamiento de otros periódicos o de otros medios de comunicación avanzando hacia el sectarismo y apostando por conductas contrarias al espíritu del propio diario.
En los últimos años, demasiados divorcios (de periodistas, de lectores, de protagonistas de la información de diferentes ámbitos y estatus…), rupturas, enfrentamientos y discrepancias sin saber, por lo menos oficialmente, el motivo. Una deriva que lleva a la ruptura con referencias permanentes de este diario, tanto la forma de entender y ejercer el periodismo como la relevancia dada a determinados protagonistas de la información, que curiosamente han crecido en sus distintas disciplinas de la mano de este periódico, sin duda, por una simbiosis del proceso creativo, pero también por una coincidencia de valores. Entre estos protagonistas ha ocupado un lugar estelar, Pedro Almodóvar, como icono del séptimo arte en versión española, pero también como referente de un concepto de vida y de defensa de valores sociales y democráticos, compartidos con el ideario del periódico.
De ahí que la discrepancia entre Almodóvar y El País, deduzco que no sólo por lo que el cineasta entiende como una inadecuada cobertura informativa y crítica del concurso de su última película “Los abrazos rotos” en el Festival de Cannes, augura un episodio más en esta deriva del diario de consecuencias negativas.
Voy a dejar a un lado las referencias a Carlos Boyero, porque entiendo que un crítico hace la crítica que estima oportuna y que el lector y obviamente el autor podrán estar de acuerdo o no con ella, pero eso no le agrega o rebaja la carga de subjetividad de toda crítica, de acuerdo con los gustos, conocimientos, experiencias o cualquier otro elemento del bagaje del crítico.
Respecto a las alusiones de Almodóvar hacia el responsable de Cultura de El País, Borja Hermoso, desconozco el fondo de las mismas, pero pienso que las reclamaciones (no basta con señalarlo) deben ir dirigidas al director, Javier Moreno, que es el principal responsable de lo publicado en el periódico y quien marca las pautas. Porque además si es cierto lo que denuncia Almodóvar es al director a quien corresponde tomar las medidas para que no se repita, si se ha realizado, una mala praxis de la profesión.
Si me cuesta más digerir el papel o el papelón del Comité de Redacción, no por la exhibición de corporativismo al defender a Boyero y a Hermoso, sino por la utilización de argumentos, en el ámbito periodístico y centrándome en la cobertura de la participación de la película del director manchego en Cannes, tales como “Olvida Almodóvar mencionar la cantidad de páginas que se han dedicado antes del estreno a su película, ‘Los abrazos rotos’. Desde El País Semanal y las páginas de Cultura, la información y los despliegues que se le han dedicado no le han debido parecer suficientes. Tampoco los artículos elogiosos que le han brindado Gustavo Martín Garzo y otros columnistas y colaboradores”. “Comunicado del Comité de Redacción de El País”, 27 de mayo de 2009.
No entiendo y creo que la mayoría de los periodistas tampoco lo entenderán, supongo que un químico hasta lo defenderá, qué tiene que ver el tratamiento histórico hacia un personaje y su obra o el tratamiento anterior, porque el estreno de la última película de Almodóvar es de por sí noticia, al igual que el rodaje, el reparto, etc. Y su participación en el Festival de Cannes o en cualquier otro, sus resultados en taquilla y otros aspectos relacionados con la película, con el director o con los actores son también hechos relevantes, noticias por si mismas, con independencia de la cobertura o el tratamiento dado por un medio con anterioridad.
De no ser así, no entiendo el tratamiento dado hoy en la prensa, incluido El País, a la noticia deportiva del día (obviamente de ayer, porque el partido se jugaba anoche), el título de La Champions del Barça y la consecución del triplete. Si ya al principio de temporada se ha dado una información detallada y generosa sobre el F.C. Barcelona, entrenador, jugadores, presidente, etc., a qué el tratamiento de hoy.
El periodismo está viviendo una enorme crisis, no sólo económica, con previsiones de pérdidas de hasta 5.000 empleos de periodistas. El grupo Prisa atraviesa una situación económica tan complicada que incluso podría llevarlo a la desaparición, por su gestión empresarial no por el trabajo riguroso y profesional de sus periodistas. Pero ello no debe justificar la deriva a la que sus responsables están llevando a su principal buque insignia. Cebrián es un mal empresario, pero fue un buen director de periódico. El mejor que nadie, por su trayectoria como periodista, sabe de la necesidad de referentes en tiempos difíciles y también él sabe que una empresa periodística sin periodistas y sin periodismo carece de valor.
Así que me puedo declarar testigo privilegiado de la evolución o involución del diario, desde la grandeza de sus inicios hasta la deriva en la que hoy lo están sumiendo el apocalíptico Cebrián y el químico Moreno metido a director de periódico y no de un periódico cualquiera. En la facultad, para algunos de nosotros El País era la Biblia y hoy la labor de sus máximos responsables lo está convirtiendo en una hoja parroquial.
A día de hoy sigo pensando que cuenta con la mejor sección de internacional de la prensa española; del mismo modo que siempre he deseado más opinión en sus páginas y que pese a las ausencias señaladas cuenta hoy con una joya como Enric González, cuya columna mantiene la llama encendida de la cada vez más vieja antorcha (no por antigua, sino por la falta de mantenimiento) del principal diario en la España democrática.
La limpieza de profesionales contrastados, invitados a emigrar a corresponsalías lejanas o a abandonar la redacción del periódico, la ruptura con un compromiso no escrito pero recogido en la trayectoria del periódico durante años con el periodismo o al menos con una forma de hacer periodismo en la que no vale todo o un suplemento dominical cada vez más infumable hecho a imagen y semejanza del director y sus acólitos y alejado del aquel suplemento que se devoraba el domingo y días posteriores y que hoy en demasiadas ocasiones muere entre los restos de los periódicos de la semana sin abrir siquiera sus páginas o abrirlas para un consumo rápido, lo que se tarda en leer los artículos de Torres, Cercas o Marías y poco más que un rápido vistazo al resto, serían motivos más que suficientes para tirar la toalla. Sin olvidar una de sus peores conversiones, imitar el comportamiento de otros periódicos o de otros medios de comunicación avanzando hacia el sectarismo y apostando por conductas contrarias al espíritu del propio diario.
En los últimos años, demasiados divorcios (de periodistas, de lectores, de protagonistas de la información de diferentes ámbitos y estatus…), rupturas, enfrentamientos y discrepancias sin saber, por lo menos oficialmente, el motivo. Una deriva que lleva a la ruptura con referencias permanentes de este diario, tanto la forma de entender y ejercer el periodismo como la relevancia dada a determinados protagonistas de la información, que curiosamente han crecido en sus distintas disciplinas de la mano de este periódico, sin duda, por una simbiosis del proceso creativo, pero también por una coincidencia de valores. Entre estos protagonistas ha ocupado un lugar estelar, Pedro Almodóvar, como icono del séptimo arte en versión española, pero también como referente de un concepto de vida y de defensa de valores sociales y democráticos, compartidos con el ideario del periódico.
De ahí que la discrepancia entre Almodóvar y El País, deduzco que no sólo por lo que el cineasta entiende como una inadecuada cobertura informativa y crítica del concurso de su última película “Los abrazos rotos” en el Festival de Cannes, augura un episodio más en esta deriva del diario de consecuencias negativas.
Voy a dejar a un lado las referencias a Carlos Boyero, porque entiendo que un crítico hace la crítica que estima oportuna y que el lector y obviamente el autor podrán estar de acuerdo o no con ella, pero eso no le agrega o rebaja la carga de subjetividad de toda crítica, de acuerdo con los gustos, conocimientos, experiencias o cualquier otro elemento del bagaje del crítico.
Respecto a las alusiones de Almodóvar hacia el responsable de Cultura de El País, Borja Hermoso, desconozco el fondo de las mismas, pero pienso que las reclamaciones (no basta con señalarlo) deben ir dirigidas al director, Javier Moreno, que es el principal responsable de lo publicado en el periódico y quien marca las pautas. Porque además si es cierto lo que denuncia Almodóvar es al director a quien corresponde tomar las medidas para que no se repita, si se ha realizado, una mala praxis de la profesión.
Si me cuesta más digerir el papel o el papelón del Comité de Redacción, no por la exhibición de corporativismo al defender a Boyero y a Hermoso, sino por la utilización de argumentos, en el ámbito periodístico y centrándome en la cobertura de la participación de la película del director manchego en Cannes, tales como “Olvida Almodóvar mencionar la cantidad de páginas que se han dedicado antes del estreno a su película, ‘Los abrazos rotos’. Desde El País Semanal y las páginas de Cultura, la información y los despliegues que se le han dedicado no le han debido parecer suficientes. Tampoco los artículos elogiosos que le han brindado Gustavo Martín Garzo y otros columnistas y colaboradores”. “Comunicado del Comité de Redacción de El País”, 27 de mayo de 2009.
No entiendo y creo que la mayoría de los periodistas tampoco lo entenderán, supongo que un químico hasta lo defenderá, qué tiene que ver el tratamiento histórico hacia un personaje y su obra o el tratamiento anterior, porque el estreno de la última película de Almodóvar es de por sí noticia, al igual que el rodaje, el reparto, etc. Y su participación en el Festival de Cannes o en cualquier otro, sus resultados en taquilla y otros aspectos relacionados con la película, con el director o con los actores son también hechos relevantes, noticias por si mismas, con independencia de la cobertura o el tratamiento dado por un medio con anterioridad.
De no ser así, no entiendo el tratamiento dado hoy en la prensa, incluido El País, a la noticia deportiva del día (obviamente de ayer, porque el partido se jugaba anoche), el título de La Champions del Barça y la consecución del triplete. Si ya al principio de temporada se ha dado una información detallada y generosa sobre el F.C. Barcelona, entrenador, jugadores, presidente, etc., a qué el tratamiento de hoy.
El periodismo está viviendo una enorme crisis, no sólo económica, con previsiones de pérdidas de hasta 5.000 empleos de periodistas. El grupo Prisa atraviesa una situación económica tan complicada que incluso podría llevarlo a la desaparición, por su gestión empresarial no por el trabajo riguroso y profesional de sus periodistas. Pero ello no debe justificar la deriva a la que sus responsables están llevando a su principal buque insignia. Cebrián es un mal empresario, pero fue un buen director de periódico. El mejor que nadie, por su trayectoria como periodista, sabe de la necesidad de referentes en tiempos difíciles y también él sabe que una empresa periodística sin periodistas y sin periodismo carece de valor.
Nota.- Fotografía de Almodóvar en Cannes 09, del blog del director de cine http://www.pedroalmodovar.es/
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