Pudieron ser más. Pudimos ser más. Pero al final estábamos los que había. Ni uno más, ni uno menos. Entre 500 y 1.000 manifestantes; pese al recuento generoso de uno de los sindicatos organizadores sumando ambas cifras, no había más personas.
Ni siquiera más de 4 millones de parados, una crisis sin fondo y un futuro más que incierto golpearon la llamada conciencia de la clase trabajadora. Buen tiempo y un puente de 3 días, excepto para los docentes que con poquito construyen acueductos a costa del desencuentro con los padres de niños en edad escolar, sirven de justificación y excusa.
Para algunos será una cifra normal para una pequeña capital de provincias y para otros, un nuevo fracaso de los sindicatos que convocaban la manifestación, UGT y CCOO. Puede ser, pero ni lo uno ni lo otro: la falta de participación y de compromiso no pueden enmascarar nuestro fracaso como sociedad. Ni siquiera en una situación extrema como la que vivimos en la actualidad logramos organizarnos y salir a la calle a demostrar unión y fortaleza. Nada de nada. Si descontamos a los políticos y a los sindicalistas, trabajadores lo que se dice trabajadores habría 50.
Entre ellos, sólo 4 periodistas manifestándose. El resto estaban trabajando y a los demás ni les vimos y me temo que ni se les esperaba. Ahora el periodismo se hace en las redacciones y en las instituciones, ya no se mira debajo de las alfombras y tampoco se abren los baúles para ver si dentro esconden algún muerto. Así que el periodismo corre el riesgo de convertirse en ese muerto o en su defecto en el baúl que esconde el cadáver. Los periodistas están en crisis o el periodismo está en crisis. O ambas cosas, juntas o por separado, y a la vez. Lo que es evidente es que están afectados por la crisis y que los periodistas, tan ocupados en informar de la crisis y de la pérdida de empleo de otros sectores, no encuentran tiempo o espacio en los medios de comunicación para hablar sobre su propia situación laboral y denunciarla. A lo mejor es que los periodistas todavía no han adquirido conciencia de su condición de trabajadores, con datos de precariedad que haría temblar cualquier otra profesión. Y de ahí su ausencia en manifestaciones como las de ayer.
Pudiera parecer un aviso a navegantes, pero para navegantes y gentes de tierra adentro una sugerencia: ‘La prensa, en el ojo del huracán’, un artículo publicado hoy en “El País” por María Dolores Masana, la presidenta de Reporteros Sin Fronteras-España.
Y una duda: ¿podemos ser más? o simplemente, estábamos los que somos.
Ni siquiera más de 4 millones de parados, una crisis sin fondo y un futuro más que incierto golpearon la llamada conciencia de la clase trabajadora. Buen tiempo y un puente de 3 días, excepto para los docentes que con poquito construyen acueductos a costa del desencuentro con los padres de niños en edad escolar, sirven de justificación y excusa.
Para algunos será una cifra normal para una pequeña capital de provincias y para otros, un nuevo fracaso de los sindicatos que convocaban la manifestación, UGT y CCOO. Puede ser, pero ni lo uno ni lo otro: la falta de participación y de compromiso no pueden enmascarar nuestro fracaso como sociedad. Ni siquiera en una situación extrema como la que vivimos en la actualidad logramos organizarnos y salir a la calle a demostrar unión y fortaleza. Nada de nada. Si descontamos a los políticos y a los sindicalistas, trabajadores lo que se dice trabajadores habría 50.
Entre ellos, sólo 4 periodistas manifestándose. El resto estaban trabajando y a los demás ni les vimos y me temo que ni se les esperaba. Ahora el periodismo se hace en las redacciones y en las instituciones, ya no se mira debajo de las alfombras y tampoco se abren los baúles para ver si dentro esconden algún muerto. Así que el periodismo corre el riesgo de convertirse en ese muerto o en su defecto en el baúl que esconde el cadáver. Los periodistas están en crisis o el periodismo está en crisis. O ambas cosas, juntas o por separado, y a la vez. Lo que es evidente es que están afectados por la crisis y que los periodistas, tan ocupados en informar de la crisis y de la pérdida de empleo de otros sectores, no encuentran tiempo o espacio en los medios de comunicación para hablar sobre su propia situación laboral y denunciarla. A lo mejor es que los periodistas todavía no han adquirido conciencia de su condición de trabajadores, con datos de precariedad que haría temblar cualquier otra profesión. Y de ahí su ausencia en manifestaciones como las de ayer.
Pudiera parecer un aviso a navegantes, pero para navegantes y gentes de tierra adentro una sugerencia: ‘La prensa, en el ojo del huracán’, un artículo publicado hoy en “El País” por María Dolores Masana, la presidenta de Reporteros Sin Fronteras-España.
Y una duda: ¿podemos ser más? o simplemente, estábamos los que somos.
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