Llevo dos días manoseando lo políticamente correcto o incorrecto. Reconozco mis dudas entre ser cómplice en silenciar el pasado o ser incorrecto y recordar que no es oro todo lo que reluce y que no vale aquello de hablar bien porque uno ha muerto.
Optaba por el respeto al fallecimiento de Samaranch, un hombre del deporte a decir de todos, aunque para mí, los hombres y mujeres del deporte son los deportistas. Quizás porque me gusta el deporte en las canchas y no en los despachos.
Pero el periodista Ramón Lobo en su blog (http://www.ramonlobo.com/) reflexiona hoy sobre el particular “No dudo de los méritos olímpicos de Juan Antonio Samaranch ni de su contribución para que Barcelona celebrara sus Juegos. Pero casi nadie ha recordado su pasado franquista y algunas de las declaraciones pintorescas. La derecha calla por que muchos de sus miembros más que pasado tienen un sólido presente franquista y la izquierda guarda silencio por respeto. Me gusta ese respeto, parece más constructivo e inteligente. Pero ¿por qué siempre respetamos los mismos?”.
Y su reflexión me ha traído la luz. Desde ese respeto a Samaranch y a sus familiares, que lamento no se tenga no voy a decir ya con algunos vivos, sino con otros muertos.
Vivimos en una democracia y se honra a aquellos que abrazaron y se comprometieron con ideales contrarios a ella y a aquellos que han tenido mando en plaza en organismos nacionales o internacionales escasamente democráticos, como el Comité Olímpico Internacional (COI).
Prefiero no ahondar en este asunto, para tratar de ser ‘constructivo e inteligente’. Pero me gustaría, ahora que la Falange vuelve a “estar de moda”, que aquellos cuyo compromiso era inequívoco con un sistema de libertades y unos ideales democráticos, los ausentes y desaparecidos, habitantes de fosas, cunetas y pozos, y sus familiares recuperasen la dignidad y tuvieran el mismo derecho al descanso y al respeto que se ha otorgado a este hombre del deporte.
Optaba por el respeto al fallecimiento de Samaranch, un hombre del deporte a decir de todos, aunque para mí, los hombres y mujeres del deporte son los deportistas. Quizás porque me gusta el deporte en las canchas y no en los despachos.
Pero el periodista Ramón Lobo en su blog (http://www.ramonlobo.com/) reflexiona hoy sobre el particular “No dudo de los méritos olímpicos de Juan Antonio Samaranch ni de su contribución para que Barcelona celebrara sus Juegos. Pero casi nadie ha recordado su pasado franquista y algunas de las declaraciones pintorescas. La derecha calla por que muchos de sus miembros más que pasado tienen un sólido presente franquista y la izquierda guarda silencio por respeto. Me gusta ese respeto, parece más constructivo e inteligente. Pero ¿por qué siempre respetamos los mismos?”.
Y su reflexión me ha traído la luz. Desde ese respeto a Samaranch y a sus familiares, que lamento no se tenga no voy a decir ya con algunos vivos, sino con otros muertos.
Vivimos en una democracia y se honra a aquellos que abrazaron y se comprometieron con ideales contrarios a ella y a aquellos que han tenido mando en plaza en organismos nacionales o internacionales escasamente democráticos, como el Comité Olímpico Internacional (COI).
Prefiero no ahondar en este asunto, para tratar de ser ‘constructivo e inteligente’. Pero me gustaría, ahora que la Falange vuelve a “estar de moda”, que aquellos cuyo compromiso era inequívoco con un sistema de libertades y unos ideales democráticos, los ausentes y desaparecidos, habitantes de fosas, cunetas y pozos, y sus familiares recuperasen la dignidad y tuvieran el mismo derecho al descanso y al respeto que se ha otorgado a este hombre del deporte.
Foto (para recuperar la memoria): Samaranch, en el Palacio de El Pardo, en 1967, tras ser nombrado presidente del COI. EFE. Publicada ayer en el diario "El País".
Ahora, con tanta tecnología e investigación sobre el ADN, ya se pueden hacer sandias cuadradas con sabor a piña melocotonera, pero Carlos, respondiendo a la pregunta de tu colega creo que es porque por muchos avances que haya, el olmo nunca podrá dar peras. Bico
ResponderEliminarNo puedo evitarlo, Carlos. Pero en estos días que oigo tantas cosas de Samaranch y de Garzón me pregunto la tendencia a olvidar ciertas cosas. Garzón tiene muchas luces pero también tiene sus sombras. Entiendo que hoy en día ser políticamente incorrecto es ganarse un pasaje al lado oscuro pero hay que tener memoria. Y ser crítico bajo cualquier circunstancia...
ResponderEliminarEauphelia, es conveniente seguir comiendo rabos de pasas, para no sentir envidia de los elefantes. Un bico.
ResponderEliminarRakel, los que carecen de memoria si que viven en el lado oscuro.