Concentración simbólica de apoyo al juez Garzón, por la dignidad y la justicia y contra la impunidad, esta mañana en la ciudad que habito. Apenas un par de centenares de personas reunidas a las puertas del templo, la Catedral de Jaén.
Al regresar a casa la televisión inunda el salón con imágenes de concentraciones y manifestaciones similares en otras ciudades españolas, en las que debe habitar la concienciación y el compromiso en mayor cuantía. Así que las imágenes me provocan a partes iguales envidia, rubor y desazón.
Por si había dudas, a la derecha, por lo menos a la de esta ciudad, no le interesan ni justicia, ni dignidad, ni impunidad; quizás en ella perviven algunos de los que vaciaban las armas contra los republicanos en la tapia del viejo cementerio de San Eufrasio o sus herederos, o quizás prefieren que perdure la ausencia de justicia con los corruptos del PP de la trama Gürtel o con los responsables de esos crímenes de lesa humanidad.
En la cera contraria, el PSOE ha lanzado la consigna a sus cargos públicos de que no acudan a esta concentración y ha habido respuesta a la búlgara; ha triunfado el miedo al qué dirán, a los ataques como el sufrido por su ex secretario provincial, Gaspar Zarrías, por acudir como ciudadano libre, republicano y nieto e hijo de represaliados al acto de la Universidad Complutense de Madrid.
¡Qué pena! una vez más se han impuesto los políticos obedientes a los hombres libres. Y mañana esta provincia copará los medios de comunicación con las imágenes de miles de asistentes a la romería de la Virgen de la Cabeza, la más antigua de España. Me gustaría pensar que esos romeros rezarán y pedirán por las víctimas y por su derecho a descansar en paz y donde sus familiares elijan. Pero tampoco creo que lo hagan. Aunque seguro que alguno lo hará por su paisano el juez Baltasar Garzón, por su condena o por su salvación.
Pienso en los ausentes, los desaparecidos, “dormidos” en fosas y cunetas. Algunos de ellos, incluso no muy lejos de esta plaza donde se pide dignidad y justicia y acabar con la impunidad. Y no puedo evitar pensar en que otros no necesitan estar muertos para estar dormidos.
Al regresar a casa la televisión inunda el salón con imágenes de concentraciones y manifestaciones similares en otras ciudades españolas, en las que debe habitar la concienciación y el compromiso en mayor cuantía. Así que las imágenes me provocan a partes iguales envidia, rubor y desazón.
Por si había dudas, a la derecha, por lo menos a la de esta ciudad, no le interesan ni justicia, ni dignidad, ni impunidad; quizás en ella perviven algunos de los que vaciaban las armas contra los republicanos en la tapia del viejo cementerio de San Eufrasio o sus herederos, o quizás prefieren que perdure la ausencia de justicia con los corruptos del PP de la trama Gürtel o con los responsables de esos crímenes de lesa humanidad.
En la cera contraria, el PSOE ha lanzado la consigna a sus cargos públicos de que no acudan a esta concentración y ha habido respuesta a la búlgara; ha triunfado el miedo al qué dirán, a los ataques como el sufrido por su ex secretario provincial, Gaspar Zarrías, por acudir como ciudadano libre, republicano y nieto e hijo de represaliados al acto de la Universidad Complutense de Madrid.
¡Qué pena! una vez más se han impuesto los políticos obedientes a los hombres libres. Y mañana esta provincia copará los medios de comunicación con las imágenes de miles de asistentes a la romería de la Virgen de la Cabeza, la más antigua de España. Me gustaría pensar que esos romeros rezarán y pedirán por las víctimas y por su derecho a descansar en paz y donde sus familiares elijan. Pero tampoco creo que lo hagan. Aunque seguro que alguno lo hará por su paisano el juez Baltasar Garzón, por su condena o por su salvación.
Pienso en los ausentes, los desaparecidos, “dormidos” en fosas y cunetas. Algunos de ellos, incluso no muy lejos de esta plaza donde se pide dignidad y justicia y acabar con la impunidad. Y no puedo evitar pensar en que otros no necesitan estar muertos para estar dormidos.
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