Frívolos. Banales. Superficiales. Irresponsables. Podría ser más prolijo en calificativos, incluso agotarlos y puede que aún me quedara corto ante el bochornoso espectáculo mediático al que hemos asistido estos dos últimos días.
Hablar de prensa seria a estas alturas me parece fuera de lugar. Sólo hay una prensa, lo otro no es prensa. Podemos denominarla como queramos, pero no es prensa. El problema o la duda surge cuando la prensa, para algunos prensa seria, se convierte en otra cosa y desdeña su función y olvida cual es el embrión de la noticia.
Someter, desde el punto de vista de la información, la visita del presidente francés, Nicolás Sarkozy, a un marcaje desorbitado y desproporcionado sobre las idas y venidas de su santa y una hipotética competición con las santas de los poderes patrios, además de resultar aburrido, es sacarnos de plano.
Si comparamos el tratamiento y el seguimiento informativo de la susodicha con el otorgado a otras noticias más relevantes y preocupantes, como por ejemplo la denominada peste porcina o mejicana o el desempleo como preocupación real de la sociedad española, el sonrojo y el asombro van en aumento.
En tiempos de crisis, de falta de liderazgo o de decadencia siempre se acude a artificios, el panem et circus de los romanos, la I Guerra Mundial de la Rusia zarista o la más cercana en el tiempo Guerra de las Malvinas de la dictadura argentina. Históricamente estos tinglados a medio y largo plazo lejos de favorecer a sus impulsores, se han vuelto en su contra, lo que demostraba que eran innecesarios.
No pretendo equiparar la enjundia de los citados artificios con el tratamiento informativo dado a la visita del presidente francés y consorte a España, pero sí lo innecesario del mismo por el significado y la trascendencia de la citada visita para las relaciones hispano-francesas.
Una trascendencia que va más allá de la escenificación, más o menos afortunada, de la química entre ambos presidentes, Rodríguez Zapatero y Sarkozy, porque en esta minicumbre se han abordado temas de especial interés para ambos países, pero muy especialmente para España; desde la lucha contra el terrorismo, básicamente de ETA, hasta el papel de nuestro país en foros internacionales (desde el G-20 hasta la presidencia de la UE) o aspectos como la inmigración o las infraestructuras (viarias, ferroviarias).
Temas que se han solapado y han pasado desapercibidos entre tacones, complementos, modelitos de Dior, instantáneas de dudoso gusto ¡en portada! y las muecas y primeros planos de la santa de Sarkozy en el Congreso de los Diputados. Un despliegue y un derroche informativo tan desproporcionado que me hizo dudar sobre si asistíamos a una visita de Estado o a la presentación de una colección de primavera.
Hablar de prensa seria a estas alturas me parece fuera de lugar. Sólo hay una prensa, lo otro no es prensa. Podemos denominarla como queramos, pero no es prensa. El problema o la duda surge cuando la prensa, para algunos prensa seria, se convierte en otra cosa y desdeña su función y olvida cual es el embrión de la noticia.
Someter, desde el punto de vista de la información, la visita del presidente francés, Nicolás Sarkozy, a un marcaje desorbitado y desproporcionado sobre las idas y venidas de su santa y una hipotética competición con las santas de los poderes patrios, además de resultar aburrido, es sacarnos de plano.
Si comparamos el tratamiento y el seguimiento informativo de la susodicha con el otorgado a otras noticias más relevantes y preocupantes, como por ejemplo la denominada peste porcina o mejicana o el desempleo como preocupación real de la sociedad española, el sonrojo y el asombro van en aumento.
En tiempos de crisis, de falta de liderazgo o de decadencia siempre se acude a artificios, el panem et circus de los romanos, la I Guerra Mundial de la Rusia zarista o la más cercana en el tiempo Guerra de las Malvinas de la dictadura argentina. Históricamente estos tinglados a medio y largo plazo lejos de favorecer a sus impulsores, se han vuelto en su contra, lo que demostraba que eran innecesarios.
No pretendo equiparar la enjundia de los citados artificios con el tratamiento informativo dado a la visita del presidente francés y consorte a España, pero sí lo innecesario del mismo por el significado y la trascendencia de la citada visita para las relaciones hispano-francesas.
Una trascendencia que va más allá de la escenificación, más o menos afortunada, de la química entre ambos presidentes, Rodríguez Zapatero y Sarkozy, porque en esta minicumbre se han abordado temas de especial interés para ambos países, pero muy especialmente para España; desde la lucha contra el terrorismo, básicamente de ETA, hasta el papel de nuestro país en foros internacionales (desde el G-20 hasta la presidencia de la UE) o aspectos como la inmigración o las infraestructuras (viarias, ferroviarias).
Temas que se han solapado y han pasado desapercibidos entre tacones, complementos, modelitos de Dior, instantáneas de dudoso gusto ¡en portada! y las muecas y primeros planos de la santa de Sarkozy en el Congreso de los Diputados. Un despliegue y un derroche informativo tan desproporcionado que me hizo dudar sobre si asistíamos a una visita de Estado o a la presentación de una colección de primavera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario