El crujido de la tierra en L’Aquila ha causado la muerte de más de 200 personas, la destrucción de una parte de la ciudad y el dolor y el sufrimiento de los supervivientes y de las personas de bien, de Italia y de cualquier lugar del mundo. Pero por suerte o por desgracia también nos ha dejado un muestrario de lo mejor de cada casa.
Tras la catástrofe aparecen los merodeadores, los ladrones, los denominados chacales, para hacer negocio de la desgracia ajena. Un clásico. Saquean casas y comercios aprovechando la ausencia de sus dueños.
El imperio del dinero también deja muestra de su sensibilidad ante tamaña catástrofe y sus principales guardianes, los banqueros, nada que ver con el banquero de los pobres y sus microcréditos, no tienen pudor en mostrar que lo importante es el negocio y que nada, ni siquiera la madre naturaleza, debe alterar la buena marcha del mismo y por supuesto, la obtención del beneficio. Así que a modo de recordatorio informan a los desgraciados que han perdido todo (familia, amigos, viviendas, enseres…) que aquellos que pagaban una hipoteca deben seguir haciéndolo, cumplir con los plazos, aunque su casa sea un montón de cascotes y grietas. Los mismos que pergeñaron la plaga de la crisis se muestran impávidos e inflexibles ante la tragedia sísmica.
Y además, visita de il nuovo ducce Berlusconi a la ciudad y enésima metedura de pata. Debió confundir L’Aquila y los efectos del terremoto con un parque temático y las tiendas de los afectados con una zona de acampada. Menos mal que su gobierno ha reaccionado rápido y ha anunciado a las pocas horas ayudas de 400 euros a los afectados (no se si podrán hacer mucho con esa cantidad, pero menos da una piedra) y ha dado un toque de atención a los banqueros para que aplacen los cobros de la vergüenza.
Esperemos que al final los 400 euros de ayuda no sean para cubrir las hipotecas y la tranquilidad de los banqueros. En la Italia de Berlusconi tutto es posible.
Tras la catástrofe aparecen los merodeadores, los ladrones, los denominados chacales, para hacer negocio de la desgracia ajena. Un clásico. Saquean casas y comercios aprovechando la ausencia de sus dueños.
El imperio del dinero también deja muestra de su sensibilidad ante tamaña catástrofe y sus principales guardianes, los banqueros, nada que ver con el banquero de los pobres y sus microcréditos, no tienen pudor en mostrar que lo importante es el negocio y que nada, ni siquiera la madre naturaleza, debe alterar la buena marcha del mismo y por supuesto, la obtención del beneficio. Así que a modo de recordatorio informan a los desgraciados que han perdido todo (familia, amigos, viviendas, enseres…) que aquellos que pagaban una hipoteca deben seguir haciéndolo, cumplir con los plazos, aunque su casa sea un montón de cascotes y grietas. Los mismos que pergeñaron la plaga de la crisis se muestran impávidos e inflexibles ante la tragedia sísmica.
Y además, visita de il nuovo ducce Berlusconi a la ciudad y enésima metedura de pata. Debió confundir L’Aquila y los efectos del terremoto con un parque temático y las tiendas de los afectados con una zona de acampada. Menos mal que su gobierno ha reaccionado rápido y ha anunciado a las pocas horas ayudas de 400 euros a los afectados (no se si podrán hacer mucho con esa cantidad, pero menos da una piedra) y ha dado un toque de atención a los banqueros para que aplacen los cobros de la vergüenza.
Esperemos que al final los 400 euros de ayuda no sean para cubrir las hipotecas y la tranquilidad de los banqueros. En la Italia de Berlusconi tutto es posible.
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