El cambio de gobierno de Zapatero ha suscitado, por lo que se ve y se oye, sorpresas de diversa clasificación y algún movimiento sísmico en el Sur, ajeno por suerte a ese dramático crujir de la tierra en L’Aquila.
Todo cambio de gobierno implica un fracaso y a la vez una intención de mejora. Cuando ese cambio se produce apenas transcurrido un año del triunfo electoral la balanza inevitablemente se inclina más en la bandeja del fracaso. Zapatero, probablemente consciente de ello, ha optado por llenar el platillo de la mejora.
La cuestión ahora es saber si los ingredientes son los adecuados. Al margen de las designaciones de Gabilondo y González-Sinde, con contrastadas y positivas trayectorias profesionales, el resto de los nombramientos se mueve en la arena política. Y aquí surgen las dudas, por la valía de los sustituidos, como Solbes y Bernat Soria, o por el bagaje de los elegidos para la sustitución. Es curioso que una comunidad perdida en las últimas elecciones autonómicas aporte 4 ministros al Gobierno de España (denominación ahora muy del gusto del presidente Zapatero), del mismo modo que me cuentan que ya hay apuestas sobre cuál será la primera “trinitaria” de la nueva ministra Jiménez.
En el Sur el cambio de gobierno ha provocado epilepsia política. Por la migración del presidente de la Junta y su equipo de colaboradores a Madrid y por sus inevitables consecuencias para Andalucía tras casi 20 años de gobierno chavista. Lo curioso es que la alteración ha afectado tanto a propios como extraños; a los primeros los deja desnudos de liderazgo y a otros huérfanos del recurrente discurso antiChaves. Arenas se ha quedado como un tetrabrik, con fecha de caducidad, y con el cartel de ‘Se Traspasa’. Y es que la marcha de Chaves le deja como la cara más vieja de los carteles electorales y con 3 balas de pólvora mojada en la recámara, una por cada una de las elecciones perdidas.
Del presidente migrante es fácil después de 20 años en el poder caer en la crítica, pero del mismo modo se debería reconocer su papel en el desarrollo de la comunidad autónoma andaluza, para lo bueno y para lo malo, y su labor en el PSOE andaluz, pacificándolo y aunando sensibilidades, incluso cuando sus más allegados colaboradores esgrimían el cuchillo entre los dientes esperando la derrota electoral, la del 94, que nunca llegó. Tampoco deben olvidar que es un tipo que gana en las distancias cortas, en lo personal; no sólo en imagen, si no también en el trato.
Ahora el gallinero andalusí anda revuelto. La migración ha cogido al personal con el pie cambiado y no parecen ser conscientes de que Chaves ha prestado su penúltimo servicio a los andaluces nombrando heredero a Griñán.
3 años en política, los que faltan para las próximas autonómicas si no hay adelanto electoral, son muchos años. En este tiempo, ya lo estamos viviendo, saldrán muchos nombres de posibles candidatos a todo. De los puestos encima de la mesa, sirven estos 3 ejemplos: Luis Pizarro, Francisco Vallejo y María del Mar Moreno. Del primero, ex secretario de Organización del PSOE andaluz y actual vicesecretario, se dice que irá al Ejecutivo andaluz, aunque nadie dice que para formar parte de éste se debería tener una mínima formación, como mínimo saber hablar, ya saben, construir una frase con sujeto, verbo y predicado. Del segundo, actual consejero de Innovación, y en su día futurible sucesor de Chaves, dicen que su vida privada le inhabilita para el cargo, desde luego su conocimiento, su probada eficacia en la gestión y su capacidad no; y de la tercera, actual número 3 del PSOE, bueno, de la tercera dicen que quién no te conozca que te compre, y por ahora se ve que él único que no la conoce es el presidente Zapatero.
Así que en el Sur andamos un poco convulsos, por las migraciones al Norte, porque las herencias y las sucesiones siempre son temas delicados y con la duda de si el régimen sobrevivirá sin su presidente. Y para más inri, al ser Semana Santa, ni siquiera la procesión va por dentro.
Todo cambio de gobierno implica un fracaso y a la vez una intención de mejora. Cuando ese cambio se produce apenas transcurrido un año del triunfo electoral la balanza inevitablemente se inclina más en la bandeja del fracaso. Zapatero, probablemente consciente de ello, ha optado por llenar el platillo de la mejora.
La cuestión ahora es saber si los ingredientes son los adecuados. Al margen de las designaciones de Gabilondo y González-Sinde, con contrastadas y positivas trayectorias profesionales, el resto de los nombramientos se mueve en la arena política. Y aquí surgen las dudas, por la valía de los sustituidos, como Solbes y Bernat Soria, o por el bagaje de los elegidos para la sustitución. Es curioso que una comunidad perdida en las últimas elecciones autonómicas aporte 4 ministros al Gobierno de España (denominación ahora muy del gusto del presidente Zapatero), del mismo modo que me cuentan que ya hay apuestas sobre cuál será la primera “trinitaria” de la nueva ministra Jiménez.
En el Sur el cambio de gobierno ha provocado epilepsia política. Por la migración del presidente de la Junta y su equipo de colaboradores a Madrid y por sus inevitables consecuencias para Andalucía tras casi 20 años de gobierno chavista. Lo curioso es que la alteración ha afectado tanto a propios como extraños; a los primeros los deja desnudos de liderazgo y a otros huérfanos del recurrente discurso antiChaves. Arenas se ha quedado como un tetrabrik, con fecha de caducidad, y con el cartel de ‘Se Traspasa’. Y es que la marcha de Chaves le deja como la cara más vieja de los carteles electorales y con 3 balas de pólvora mojada en la recámara, una por cada una de las elecciones perdidas.
Del presidente migrante es fácil después de 20 años en el poder caer en la crítica, pero del mismo modo se debería reconocer su papel en el desarrollo de la comunidad autónoma andaluza, para lo bueno y para lo malo, y su labor en el PSOE andaluz, pacificándolo y aunando sensibilidades, incluso cuando sus más allegados colaboradores esgrimían el cuchillo entre los dientes esperando la derrota electoral, la del 94, que nunca llegó. Tampoco deben olvidar que es un tipo que gana en las distancias cortas, en lo personal; no sólo en imagen, si no también en el trato.
Ahora el gallinero andalusí anda revuelto. La migración ha cogido al personal con el pie cambiado y no parecen ser conscientes de que Chaves ha prestado su penúltimo servicio a los andaluces nombrando heredero a Griñán.
3 años en política, los que faltan para las próximas autonómicas si no hay adelanto electoral, son muchos años. En este tiempo, ya lo estamos viviendo, saldrán muchos nombres de posibles candidatos a todo. De los puestos encima de la mesa, sirven estos 3 ejemplos: Luis Pizarro, Francisco Vallejo y María del Mar Moreno. Del primero, ex secretario de Organización del PSOE andaluz y actual vicesecretario, se dice que irá al Ejecutivo andaluz, aunque nadie dice que para formar parte de éste se debería tener una mínima formación, como mínimo saber hablar, ya saben, construir una frase con sujeto, verbo y predicado. Del segundo, actual consejero de Innovación, y en su día futurible sucesor de Chaves, dicen que su vida privada le inhabilita para el cargo, desde luego su conocimiento, su probada eficacia en la gestión y su capacidad no; y de la tercera, actual número 3 del PSOE, bueno, de la tercera dicen que quién no te conozca que te compre, y por ahora se ve que él único que no la conoce es el presidente Zapatero.
Así que en el Sur andamos un poco convulsos, por las migraciones al Norte, porque las herencias y las sucesiones siempre son temas delicados y con la duda de si el régimen sobrevivirá sin su presidente. Y para más inri, al ser Semana Santa, ni siquiera la procesión va por dentro.
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