En estos días de sobreabundancia de memez me pregunto si el necio existe por una mera cuestión de antagonismo. Si la necesidad del otro como contraposición al yo justifica la existencia del necio. Debe ser así. Del mismo modo que ese exhibicionismo permanente de su necedad a través de sus actos, de sus opiniones o incluso de sus gestos.
El necio es consciente de la ausencia del riesgo de extinción y quizás también por eso se prodiga en ese exhibicionismo de su necedad. Ajeno al rubor se muestra de forma pública y notoria. Como imponiendo su presencia y por tanto, haciendo partícipe de su necedad al resto de la sociedad.
Contrariamente a la creencia mayoritaria, el necio no está exento de conocimiento; carece de inteligencia, pero es pillo y eso le hace creer que los necios son los demás. Y esa creencia hace que trate a los demás como si fueran necios, desconocedor intuyo de su propia e ilimitada necedad.
Y aún así su mayor peligro no reside en la creencia de que la necedad es patrimonio de los otros, sino en su convicción en lo que hace y dice. Un peligro que crece exponencialmente en función del pedigree, del estatus o del rol social desempeñado por el necio y también de su capacidad de comunicación e influencia con otros necios.
El necio siempre resta. Puede sumarse a otros necios y eso no alterará la operación, el resultado será siempre una sustracción. Diferencia que no evita que esa suma de necios multiplique el peligro para los demás y altere la convivencia.
Ante tal opulencia de necedad conviene pertrecharse, aunque no sea fácil, porque los necios avanzan en conocimiento. Ya no se conforman con restar, ahora intentan dividir.
El necio es consciente de la ausencia del riesgo de extinción y quizás también por eso se prodiga en ese exhibicionismo de su necedad. Ajeno al rubor se muestra de forma pública y notoria. Como imponiendo su presencia y por tanto, haciendo partícipe de su necedad al resto de la sociedad.
Contrariamente a la creencia mayoritaria, el necio no está exento de conocimiento; carece de inteligencia, pero es pillo y eso le hace creer que los necios son los demás. Y esa creencia hace que trate a los demás como si fueran necios, desconocedor intuyo de su propia e ilimitada necedad.
Y aún así su mayor peligro no reside en la creencia de que la necedad es patrimonio de los otros, sino en su convicción en lo que hace y dice. Un peligro que crece exponencialmente en función del pedigree, del estatus o del rol social desempeñado por el necio y también de su capacidad de comunicación e influencia con otros necios.
El necio siempre resta. Puede sumarse a otros necios y eso no alterará la operación, el resultado será siempre una sustracción. Diferencia que no evita que esa suma de necios multiplique el peligro para los demás y altere la convivencia.
Ante tal opulencia de necedad conviene pertrecharse, aunque no sea fácil, porque los necios avanzan en conocimiento. Ya no se conforman con restar, ahora intentan dividir.
La verdad es que eso de la memez empieza a ser como una pandemia. Yo no sé si es que mis entendederas cada vez van mas a menos o ya estoy senil porque te juro que cada dia me hacen sentir mas estúpida con lo que leo en los diarios y veo y oigo en los telediarios... por no hablar ya de otras cosas. Un beso.
ResponderEliminarEauphelia, si es cierto, como si tuviera algo de virus. Hemos tenido una semana de necedades casi irrepetible. Un beso.
ResponderEliminary yo me pregunto que por qué la gente sólo ve necios a los demás....
ResponderEliminarRakel, es por nuestra condición de necios, siempre pensamos que el necio es el otro. Lo que ocurre es que de tanto pensarlo algunas veces hasta se acierta. Un beso.
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