lunes, 1 de marzo de 2010

Disidencias


(En memoria de Orlando Zapata)

Hay una disidencia en el exilio, que padece nostalgia. Y hay otra disidencia “in situ” que sufre acoso, persecución, agresión, encarcelamiento, tortura y en ocasiones, la muerte. Del mismo modo que existen disidencias de facto y disidencias de salón.
Es difícil establecer en qué momento uno se convierte en disidente, saber cuándo deja uno de aguantar en soledad y da el paso para compartir en público su desacuerdo. El disidente es héroe y traidor, libre y reo, mártir y verdugo… es el haz y el envés de la misma hoja del mismo árbol.
Y es necesario recordar que a veces, más de las que se recuerdan o de las que se quisieran recodar, el disidente lo es de aquel o de aquellos que un día también fueron disidentes. Un mismo espacio y un distinto tiempo, que al menos debería hacer reflexionar sobre que nadie es ajeno a repetir la historia, aunque se haga en nombre de la libertad.
Luego existe otra disidencia, casi eterna, que nos es propia, irrenunciable y que puede ser confundida con un acto de rebeldía, cuando no es más que la inconformidad con la propia existencia, que habita en nuestro interior.
Así que todos somos o parecemos disidentes, militantes de la disidencia, hasta que el espejo de la realidad nos muestra que no es verdad, porque ni disidencias, ni disidentes son iguales; ni en el momento, ni en el recuerdo.
Foto: Tristeza en Cuba. EFE. Tomada de la edición digital de El País
http://www.elpais.com/fotografia/internacional/Tristeza/Cuba/elpfotint/20100224elpepuint_9/Ies/.

2 comentarios:

  1. Bueno... difiero. Porque la realidad es que todos tenemos miedo al futuro que siempre nos es incierto, aunque algunas veces más que otras. La diferiencia radica en ser o no consciente de ello y actuar...
    Es mi forma de pensar, pero yo, pobre duende del agua, solo habito en mis mundos de fición.
    :)

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  2. Eauphelia, todos no tenemos miedo al futuro, diría que hay muchos que temen al presente. Y no me creo que sólo habites en tus mundos de ficción. De ser así, no nos hubiéramos encontrado. Un beso.

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