Descubro no sin cierta sorpresa que en los malos tiempos nadie está exento de necesitar un refugio, como el oasis en mitad del desierto. Y me asaltan dudas sobre si ese oasis no es más que un espejismo, una ilusión que al acercarse se desvanece y sólo muestra un ilimitado horizonte de arena.
También me surgen dudas sobre si los espejismos son ilusiones o deseos o una mezcla de ambos, que al esfumarse provocan una frustración y llevan la decepción a aquellos que fueron presa de la visión.
Los reveses, en opinión de muchos, son positivos porque ayudan a “forjar el carácter”, aunque imagino que es la opinión de aquellos que no distinguen el latido del corazón del tic-tac del reloj; los que hablan de oídas y repiten como papagayos las mismas frases hechas y carentes de sentido que han acompañado sus vidas, como un automatismo similar al que hace funcionar ese reloj.
Entiendo que los reveses, casi por su propia naturaleza, son en su mayoría inevitables y no discuto que incluso alguno pueda ser un escalón hacia algo positivo. Lo que no impide que en el momento en que se producen sean algo negativo, una auténtica fatalidad. Y que por tanto, lejos de forjar el carácter contribuyan a mermarlo y en ocasiones, sean la alfombra de recepción al abatimiento para aquellas personas víctimas del revés.
Quiero pensar que la búsqueda de un refugio en esos malos momentos tiene que ver con la esperanza; con la necesidad de una mano amiga, de una palabra de consuelo y de afectos tangibles, pero por encima de eso, con el anhelo de hallar la luz y con la convicción de que el salto al abismo es el peor de esos malos momentos. Y quiero pensar que esa búsqueda responde también al empeño de encontrar el sitio en el rompecabezas de la vida.
Nadie aspira a ser una decepción o a provocar la frustración en el prójimo, aunque es posible que la capacidad o la oportunidad de decepcionar estén revestidas con la piel de lo inevitable. Y que en la creación involuntaria de espejismos, la inconsciencia sea el mejor adorno para esa piel.
También me surgen dudas sobre si los espejismos son ilusiones o deseos o una mezcla de ambos, que al esfumarse provocan una frustración y llevan la decepción a aquellos que fueron presa de la visión.
Los reveses, en opinión de muchos, son positivos porque ayudan a “forjar el carácter”, aunque imagino que es la opinión de aquellos que no distinguen el latido del corazón del tic-tac del reloj; los que hablan de oídas y repiten como papagayos las mismas frases hechas y carentes de sentido que han acompañado sus vidas, como un automatismo similar al que hace funcionar ese reloj.
Entiendo que los reveses, casi por su propia naturaleza, son en su mayoría inevitables y no discuto que incluso alguno pueda ser un escalón hacia algo positivo. Lo que no impide que en el momento en que se producen sean algo negativo, una auténtica fatalidad. Y que por tanto, lejos de forjar el carácter contribuyan a mermarlo y en ocasiones, sean la alfombra de recepción al abatimiento para aquellas personas víctimas del revés.
Quiero pensar que la búsqueda de un refugio en esos malos momentos tiene que ver con la esperanza; con la necesidad de una mano amiga, de una palabra de consuelo y de afectos tangibles, pero por encima de eso, con el anhelo de hallar la luz y con la convicción de que el salto al abismo es el peor de esos malos momentos. Y quiero pensar que esa búsqueda responde también al empeño de encontrar el sitio en el rompecabezas de la vida.
Nadie aspira a ser una decepción o a provocar la frustración en el prójimo, aunque es posible que la capacidad o la oportunidad de decepcionar estén revestidas con la piel de lo inevitable. Y que en la creación involuntaria de espejismos, la inconsciencia sea el mejor adorno para esa piel.
Alejáte de la luz, Carlos!!! si estás en el túnel, deja la luz atrás. Los reveses como las sorpresas, pueden ser buenas o jodidas. Para una mano amiga, agárrate al papel en blanco. Tú que puedes...
ResponderEliminarRakel, llevo un año agarrándome el papel y me sorprende que pese a su fragilidad, todavía no se haya roto y aguante.
ResponderEliminarLo peor de la jungla es la jungla en sí. A veces esperamos algo y cuando no sucede nos revestimos de acero la piel, entonces a otra cosa mariposa.
ResponderEliminarAfortunadamente, siempre hay un oasis en el camino que aunque sea pequeño, hace que todo valga la pena. Bicos.
Euaphelia, lo preocupante es que precisamente ese oasis sea un espejismo. Bicos.
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