Desde ayer llevo dándole vueltas a la palabra descarado. Y debe ser que la falta de laboro me entumece o me paraliza el cerebro, porque no me alcanza o quizás es que eso es lo que me ha faltado en mi vida, ser un gato descarado. Debe ser cierto aquello de que lo que a algunos les sobra a otros no les llega y así, frente a la búsqueda de la pausa y la mesura prima la ostentación del descaro.
Porque debe ser eso lo que se necesita para “triunfar” en estos tiempos. Y también debe de ser eso lo que se necesita para poner los pies encima de la mesa en casa del emperador de turno; para no escuchar al 90 por ciento de tu país y respaldar una guerra en contra de esa opinión; para afirmar en sede parlamentaria que otro Estado tiene armas masivas y después de promover una guerra en él, negar la existencia de esas armas; para ayudar a desestabilizar la economía de un país desde un grupo editorial internacional… y sobre todo, hay que ser muy descarado para “colar” un bolígrafo en el escote de una periodista.
Me gustaría saber si ese descaro es innato, hereditario o por el contrario se puede adquirir con una esmerada instrucción o en selectos comercios. Aunque lo más probable es que forme parte del pedigree de los doberman, de los criaderos de serpientes y de las camadas nocturnas de gatos.
También hace falta descaro para perseguir con saña y sin pudor y complejos y utilizando todos los medios disponibles, legítimos o no, a “enemigos y adversarios”; Garzón, Zapatero, Rubalcaba… y al último en sumarse a la lista, Miguel Bosé.
El amante bandido, hijo de la España cañí y del colorín, ha osado llamar a las cosas por su nombre y juntar a cada oveja con su pareja, Esperanza Aguirre – extrema derecha. Como diría mi amigo Antonio, “metiendo el dedo en el ojo”; y no el bolígrafo en el escote. ¡Será descarado!
Porque debe ser eso lo que se necesita para “triunfar” en estos tiempos. Y también debe de ser eso lo que se necesita para poner los pies encima de la mesa en casa del emperador de turno; para no escuchar al 90 por ciento de tu país y respaldar una guerra en contra de esa opinión; para afirmar en sede parlamentaria que otro Estado tiene armas masivas y después de promover una guerra en él, negar la existencia de esas armas; para ayudar a desestabilizar la economía de un país desde un grupo editorial internacional… y sobre todo, hay que ser muy descarado para “colar” un bolígrafo en el escote de una periodista.
Me gustaría saber si ese descaro es innato, hereditario o por el contrario se puede adquirir con una esmerada instrucción o en selectos comercios. Aunque lo más probable es que forme parte del pedigree de los doberman, de los criaderos de serpientes y de las camadas nocturnas de gatos.
También hace falta descaro para perseguir con saña y sin pudor y complejos y utilizando todos los medios disponibles, legítimos o no, a “enemigos y adversarios”; Garzón, Zapatero, Rubalcaba… y al último en sumarse a la lista, Miguel Bosé.
El amante bandido, hijo de la España cañí y del colorín, ha osado llamar a las cosas por su nombre y juntar a cada oveja con su pareja, Esperanza Aguirre – extrema derecha. Como diría mi amigo Antonio, “metiendo el dedo en el ojo”; y no el bolígrafo en el escote. ¡Será descarado!
Pues yo, gato, llevole dando vueltas a otra palabra, y no desde hace poco: "sonrojo". Y entodavia no he aprendido como se quita, ni por el propio ni por el ajeno.
ResponderEliminarBicos.
Eauphelia, yo me sonrojo fácilmente, pero ese al que tú aludes, a mí me produce indignación.
ResponderEliminarUn bico.
Soy Javier, y para ese personaje al que te refieres, existen muchas palabras para calificarle (te dejaría sin espacio en el callejón si las pusiera todas) igual que a nuestra presidenta la marquesa-lideresa que cuando cree que no la oye nadie demuestra que la corderita es una verdadera loba, y sino tiempo al tiempo (Gestapillo, Gallardón, Caja Madrid y ya verás Rajoy qué yo creo que el accidente del helicóptero no fue tal cosa...).
ResponderEliminarUn saludo.
¡Hola Javi! El no padecer a semejante presidenta es una de las pocas ventajas que tengo de haber abandonado Madrid. Besos para Montse y Jorge, un abrazo.
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