Me consta que Iñaki Gabilondo cuenta con una pléyade de críticos y detractores. Y a pesar de que puedo compartir algunas de las opiniones o de las críticas de éstos hacia él, nunca he ocultado la admiración que siento por este periodista y su forma de ejercer la profesión; en particular, sus entrevistas.
Pese a su condición, a mi entender, de primera víctima del desembarco de Berlusconi en PRISA y su destierro a CNN+, para mí es un placer asomarme a esa ventana llamada “Hoy”, abierta en ese exilio de CNN+; donde habita la pausa frente a otros “vértigos” nocturnos, donde se ha desterrado al grito para favorecer el entendimiento, donde se renuncia al adoctrinamiento para abrir camino a la explicación y donde se imparte magisterio sobre cómo entrevistar.
Anoche ese placer me llevo a disfrutar de la presencia del fotoperiodista Gervasio Sánchez. Un profesional que como Ramón Lobo, Fran Sevilla, Rosa María Calaf y tantos otros me hace ser consciente de lo pequeño que soy, de lo que me falta por aprender y que quizás no consiga aprender nunca y del privilegio que resulta leerlos, escucharlos o como en el caso de Gervasio, leerlo y ver sus fotografías, aunque anoche me deleitara escucharlo.
Se ha hablado y escrito mucho sobre la neutralidad del periodista, la necesidad de alejarse, de tomar cierta distancia con los sucesos, para no contaminar su mirada. Es otro de los viejos debates del periodismo. Gervasio no es neutral. Exhibe sin pudor su implicación, su compromiso con los protagonistas de sus historias (las víctimas de las minas antipersona, los niños soldado, los desaparecidos de Irak, Chile, Argentina…) pero eso no le impide mostrar la realidad con rigor y con veracidad. Conserva claros la mirada y el verbo. Y no duda en utilizarlos para denunciar al poder, cualquier tipo de poder, económico, político, militar o civil; para señalar con el dedo de la imagen y la palabra a los mercaderes y a los fariseos y para alejarnos de nuestra propia complacencia.
Yo creo que Gervasio Sánchez lo consigue, aunque sólo sea por unos minutos como anoche, cuando al magisterio de Gabilondo le acompaña la sinceridad y el destello de su mirada.
Pese a su condición, a mi entender, de primera víctima del desembarco de Berlusconi en PRISA y su destierro a CNN+, para mí es un placer asomarme a esa ventana llamada “Hoy”, abierta en ese exilio de CNN+; donde habita la pausa frente a otros “vértigos” nocturnos, donde se ha desterrado al grito para favorecer el entendimiento, donde se renuncia al adoctrinamiento para abrir camino a la explicación y donde se imparte magisterio sobre cómo entrevistar.
Anoche ese placer me llevo a disfrutar de la presencia del fotoperiodista Gervasio Sánchez. Un profesional que como Ramón Lobo, Fran Sevilla, Rosa María Calaf y tantos otros me hace ser consciente de lo pequeño que soy, de lo que me falta por aprender y que quizás no consiga aprender nunca y del privilegio que resulta leerlos, escucharlos o como en el caso de Gervasio, leerlo y ver sus fotografías, aunque anoche me deleitara escucharlo.
Se ha hablado y escrito mucho sobre la neutralidad del periodista, la necesidad de alejarse, de tomar cierta distancia con los sucesos, para no contaminar su mirada. Es otro de los viejos debates del periodismo. Gervasio no es neutral. Exhibe sin pudor su implicación, su compromiso con los protagonistas de sus historias (las víctimas de las minas antipersona, los niños soldado, los desaparecidos de Irak, Chile, Argentina…) pero eso no le impide mostrar la realidad con rigor y con veracidad. Conserva claros la mirada y el verbo. Y no duda en utilizarlos para denunciar al poder, cualquier tipo de poder, económico, político, militar o civil; para señalar con el dedo de la imagen y la palabra a los mercaderes y a los fariseos y para alejarnos de nuestra propia complacencia.
Yo creo que Gervasio Sánchez lo consigue, aunque sólo sea por unos minutos como anoche, cuando al magisterio de Gabilondo le acompaña la sinceridad y el destello de su mirada.
De acuerdo, y Ramón Lobo es uno de esos periodistas honestos que clava sus crónicas. Un periodista en mi opinión no puede ser neutral, implicarse y mojarse hasta el fondo forma parte de la profesión. Por eso hay tanto funcionario de la palabra hoy en día.
ResponderEliminarRakel, un placer verte por el callejón. Un beso.
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