La ciudad en la que habito está de feria. Yo desde que nacieron los peques tengo la excusa perfecta para no bajar o más bien para bajar y para quedarme poco. El peligro era que el ferial y en particular, las casetas, eran como Las Vegas. Llegado un momento perdías la noción del tiempo y no distinguías la noche del día. Flotabas entre la música y los hielos del whisky, hasta que tenías que volver y ahí la cuesta te devolvía a la realidad.
Hoy he sido literalmente arrastrado por mi santa, con la complicidad de los peques, para bajar a la feria. Puedo decir que he sobrevivido y de paso he cumplido un ritual o algo similar que realizo desde hace muchos y es saludar a Manolo “Picardías”. Siempre lo veo en la feria de octubre. El resto del año lo puedo ver ocasionalmente, pero nunca falta a la cita ferial.
Manolo es comunista. De Torredonjimeno, provincia de Jaén. Tiene 87 años, con todo lo vivido que eso implica. Cada vez entiende menos de la situación política y por supuesto, la de su propio partido. Y qué decir de los sindicatos. Aún así, mantiene intactos la esperanza y el espíritu de lucha.
Hoy me decía que él ya no lo verá. Y yo le contestaba que probablemente yo tampoco, pero que esperaba que mis peques si lo vieran. Y Manolo, cogiéndome cariñosamente del hombro, me aseguraba que yo también lo vería. Así que en un momento de generosidad extrema, puede que exento de lucidez o quizás pelín visionario, le he dicho que todo iba a cambiar, que el sistema no valía, que los partidos políticos no valían y que los sindicatos ni están, ni se les espera. De la banda de Rajoy y Camps no merecía la pena comentar algo, él los ha sufrido durante muchos años en su versión más dura y en carne propia. No es como nosotros, a él no le engañan ni le distraen las gaviotas, él ve con claridad el aguilucho que nunca se fue.
Y todo eso mientras le compraba el décimo de Lotería de Navidad, con un suplemento de 3 euros para la causa. Nunca toca, pero eso da igual, aunque él siempre nos desea de corazón que la suerte nos visite el 22 de diciembre. ¡Ya quisiera el calvo del anuncio!
Se que no anda muy lejano el mes de octubre en que bajaré al ferial y Manolo “Picardías” ya no estará. Le echaré de menos, porque él encarna a muchos de aquellos que desaparecieron, a muchos de los vencidos y por supuesto, a los que sobrevivieron. Él es de los que perdieron una guerra, pero de los que nunca fueron derrotados por la fortaleza de sus convicciones. Así que en cierta medida se puede decir que al final venció. Porque sobrevivió y pudo ver como el dictador moría, aunque fuera en la cama, y con él los cuatro decenios negros.
Manolo sabe que lo que vino después no era lo que ellos esperaban, por eso mantiene intacta la esperanza de que al final retorne aquello por lo que ellos lucharon, aquello que siempre, frente al tirano o en democracia, han defendido. Espero que acierte y además que pueda verlo.
Hoy he sido literalmente arrastrado por mi santa, con la complicidad de los peques, para bajar a la feria. Puedo decir que he sobrevivido y de paso he cumplido un ritual o algo similar que realizo desde hace muchos y es saludar a Manolo “Picardías”. Siempre lo veo en la feria de octubre. El resto del año lo puedo ver ocasionalmente, pero nunca falta a la cita ferial.
Manolo es comunista. De Torredonjimeno, provincia de Jaén. Tiene 87 años, con todo lo vivido que eso implica. Cada vez entiende menos de la situación política y por supuesto, la de su propio partido. Y qué decir de los sindicatos. Aún así, mantiene intactos la esperanza y el espíritu de lucha.
Hoy me decía que él ya no lo verá. Y yo le contestaba que probablemente yo tampoco, pero que esperaba que mis peques si lo vieran. Y Manolo, cogiéndome cariñosamente del hombro, me aseguraba que yo también lo vería. Así que en un momento de generosidad extrema, puede que exento de lucidez o quizás pelín visionario, le he dicho que todo iba a cambiar, que el sistema no valía, que los partidos políticos no valían y que los sindicatos ni están, ni se les espera. De la banda de Rajoy y Camps no merecía la pena comentar algo, él los ha sufrido durante muchos años en su versión más dura y en carne propia. No es como nosotros, a él no le engañan ni le distraen las gaviotas, él ve con claridad el aguilucho que nunca se fue.
Y todo eso mientras le compraba el décimo de Lotería de Navidad, con un suplemento de 3 euros para la causa. Nunca toca, pero eso da igual, aunque él siempre nos desea de corazón que la suerte nos visite el 22 de diciembre. ¡Ya quisiera el calvo del anuncio!
Se que no anda muy lejano el mes de octubre en que bajaré al ferial y Manolo “Picardías” ya no estará. Le echaré de menos, porque él encarna a muchos de aquellos que desaparecieron, a muchos de los vencidos y por supuesto, a los que sobrevivieron. Él es de los que perdieron una guerra, pero de los que nunca fueron derrotados por la fortaleza de sus convicciones. Así que en cierta medida se puede decir que al final venció. Porque sobrevivió y pudo ver como el dictador moría, aunque fuera en la cama, y con él los cuatro decenios negros.
Manolo sabe que lo que vino después no era lo que ellos esperaban, por eso mantiene intacta la esperanza de que al final retorne aquello por lo que ellos lucharon, aquello que siempre, frente al tirano o en democracia, han defendido. Espero que acierte y además que pueda verlo.
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