Ambas coinciden en el tiempo, aunque los motivos son bien distintos. Granada asiste a las despedidas de Miguel Ríos y de Luís García Montero. El cantante alcanza los 65 años y se jubila. Al poeta y profesor universitario lo “jubila” la Granada ultramontana, la que subyace bajo la epidermis de la ciudad, la misma que la convirtió en modelo reaccionario tras el golpe del 36 y pasó a la historia de la miseria universal por dar ‘paseíllo’ a otro García y poeta, de nombre Federico.
Miguel Ríos es sin lugar a dudas un viejo rockero, aunque lo de viejo lo dice su partida de nacimiento, porque viéndole la cara cualquiera afirmaría con rotundidad que tiene un pacto con el diablo o que ha descubierto el elixir de la eterna juventud.
Si hubiera nacido en Estados Unidos o en Gran Bretaña sería una estrella internacional, pero como nació en Granada, en una España de tiempos oscuros, no se le valora en lo que realmente vale; salvo sus amigos y compañeros y un puñado de admiradores.
En sus inicios se hacía llamar, por exigencias del guión, Mike Ríos, “el rey del twist”, aunque visto lo visto y fundamentalmente oído, lo suyo era el rock y el blues. Tuvo su particular bajada a los infiernos, con estancia en el talego incluida. Y también su momento de gloria en los años 70 con el “Himno de la Alegría” y especialmente, a principio de los 80 con la edición del disco doble “Rock and Ríos” y su gira correspondiente. En su haber, varios programas de televisión, uno en TVE, ¨”Que noche la de aquel año”, y dos, en Canal Sur, “Fiebre del Sur” y “Buenas noches, Bienvenidos”. En este último, a mi juicio el mejor y una forma de demostrar que la cultura tiene un espacio en la televisión, contó con la participación, en El Club de los Poetas Nuestros, de su amigo Luis García Montero; a cuyos poemas pondría música en su disco “60MP3”.
A mí Miguel Ríos siempre me ha parecido un tipo honesto, comprometido con aquellas cosas y personas que merecen un compromiso, y además la imagen del rock and roll en España. Ahora dice que se va a cantar durante dos años las ‘memorias de la carretera’ y adiós, porque no quiere ser un viejo en el escenario.
García Montero también se va. Y también me parece un tipo honesto y comprometido. Supongo que más de una universidad y de una ciudad se disputarán su presencia y su cátedra. Se va a su casa, entre otras cosas por defender a Francisco Ayala y a Federico García Lorca, por batallar contra el sectarismo, por luchar contra la intolerancia, por evitar que florezca la semilla de la intransigencia. Y supongo también que harto de darse de bruces contra esa parte rancia de una sociedad y de una ciudad, contra una universidad que alberga el huevo de la serpiente y contra una justicia que se acata pero que cada vez se entiende menos.
Nos dejan su música, su poesía, su compromiso y una decisión no compartida. Detesto las despedidas, pese a su condición de inevitables. Así que frente al adiós, siempre espero un hasta luego.
Miguel Ríos es sin lugar a dudas un viejo rockero, aunque lo de viejo lo dice su partida de nacimiento, porque viéndole la cara cualquiera afirmaría con rotundidad que tiene un pacto con el diablo o que ha descubierto el elixir de la eterna juventud.
Si hubiera nacido en Estados Unidos o en Gran Bretaña sería una estrella internacional, pero como nació en Granada, en una España de tiempos oscuros, no se le valora en lo que realmente vale; salvo sus amigos y compañeros y un puñado de admiradores.
En sus inicios se hacía llamar, por exigencias del guión, Mike Ríos, “el rey del twist”, aunque visto lo visto y fundamentalmente oído, lo suyo era el rock y el blues. Tuvo su particular bajada a los infiernos, con estancia en el talego incluida. Y también su momento de gloria en los años 70 con el “Himno de la Alegría” y especialmente, a principio de los 80 con la edición del disco doble “Rock and Ríos” y su gira correspondiente. En su haber, varios programas de televisión, uno en TVE, ¨”Que noche la de aquel año”, y dos, en Canal Sur, “Fiebre del Sur” y “Buenas noches, Bienvenidos”. En este último, a mi juicio el mejor y una forma de demostrar que la cultura tiene un espacio en la televisión, contó con la participación, en El Club de los Poetas Nuestros, de su amigo Luis García Montero; a cuyos poemas pondría música en su disco “60MP3”.
A mí Miguel Ríos siempre me ha parecido un tipo honesto, comprometido con aquellas cosas y personas que merecen un compromiso, y además la imagen del rock and roll en España. Ahora dice que se va a cantar durante dos años las ‘memorias de la carretera’ y adiós, porque no quiere ser un viejo en el escenario.
García Montero también se va. Y también me parece un tipo honesto y comprometido. Supongo que más de una universidad y de una ciudad se disputarán su presencia y su cátedra. Se va a su casa, entre otras cosas por defender a Francisco Ayala y a Federico García Lorca, por batallar contra el sectarismo, por luchar contra la intolerancia, por evitar que florezca la semilla de la intransigencia. Y supongo también que harto de darse de bruces contra esa parte rancia de una sociedad y de una ciudad, contra una universidad que alberga el huevo de la serpiente y contra una justicia que se acata pero que cada vez se entiende menos.
Nos dejan su música, su poesía, su compromiso y una decisión no compartida. Detesto las despedidas, pese a su condición de inevitables. Así que frente al adiós, siempre espero un hasta luego.
Fotografía tomada de la página oficial del viejo rockero, http://www.miguel-rios.com/.
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