Sucede en Zamora. En un pueblo llamado Santa Marta de Tera. Entre los nubarrones y el negro panorama se abre paso un rayo de sol, un rayo de esperanza. Una juez, Tania Chico, contra el olvido; una juez que abre el camino a la dignidad y a la justicia.
Contra pronóstico y frente a gentes de manos limpias, mentes sucias y corazón negro esta juez ha dado la orden de abrir una fosa común y buscar a ocho fusilados, desaparecidos de la Guerra Civil, los cuatro de Destriana de León y otros cuatro de Benavente.
A pie de fosa la juez recogía los testimonios de los familiares de los desaparecidos. Justicia, dignidad, reparación, emoción, angustia y alegría se daban cita en el cementerio local. La doctrina contra los golpistas del 36 dictada desde la Audiencia Nacional por el juez Garzón, hoy más que nunca convertido en pieza a abatir, se hacía realidad en este pueblo castellano.
Es otro paso hacia la dignidad y la justicia de los ausentes y de sus familias. Seguro que vendrán más y que esta valerosa juez verá como compañeros de toga la secundan en su caminar contra el olvido. En fosas, cunetas y pozos los habitantes de las profundidades de la tierra esperan para ver la luz con los ojos de sus descendientes. Pese a las serpientes que reptan en cámaras y tribunales los desaparecidos ilustrarán la memoria con sus nombres y sus huesos. Esperemos que también contribuyan a identificar a los verdugos.
Contra pronóstico y frente a gentes de manos limpias, mentes sucias y corazón negro esta juez ha dado la orden de abrir una fosa común y buscar a ocho fusilados, desaparecidos de la Guerra Civil, los cuatro de Destriana de León y otros cuatro de Benavente.
A pie de fosa la juez recogía los testimonios de los familiares de los desaparecidos. Justicia, dignidad, reparación, emoción, angustia y alegría se daban cita en el cementerio local. La doctrina contra los golpistas del 36 dictada desde la Audiencia Nacional por el juez Garzón, hoy más que nunca convertido en pieza a abatir, se hacía realidad en este pueblo castellano.
Es otro paso hacia la dignidad y la justicia de los ausentes y de sus familias. Seguro que vendrán más y que esta valerosa juez verá como compañeros de toga la secundan en su caminar contra el olvido. En fosas, cunetas y pozos los habitantes de las profundidades de la tierra esperan para ver la luz con los ojos de sus descendientes. Pese a las serpientes que reptan en cámaras y tribunales los desaparecidos ilustrarán la memoria con sus nombres y sus huesos. Esperemos que también contribuyan a identificar a los verdugos.
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