Iba a escribir sobre periodismo y literatura. Leí algo en Babelia de Andrés Trapiello sobre el periodista Manuel Chaves González y me iba a lanzar sobre el folio blanco. Sólo que no encontré el momento. Cambié de tema, y todo por que me indigné. Una indignación monumental.
Estaba siguiendo la información sobre las elecciones vascas y gallegas. Y lo hacía a través de las cinco cadenas estatales (la 1, Antena 3, Cuatro, Tele5 y la Sexta). Comencé a seguir la información antes del cierre de los colegios electorales, después, los sondeos y a continuación, los primeros resultados con votos escrutados.
En la 1 y en Cuatro, previa y posteriormente a la información, hubo una parte de análisis y opinión. En las tres restantes, en teoría, sólo información.
En las elecciones gallegas, tanto los sondeos como el escrutinio, coincidían en el triunfo del PP y en la obtención de mayoría absoluta para gobernar. Mientras que en el País Vasco, aunque era inapelable el triunfo del PNV, no era tan evidente qué partidos iban a sumar el número de escaños suficientes para lograr la mayoría absoluta y por tanto, para gobernar.
Y en éstas me hallaba, de cadena en cadena como en el juego de la oca, cuando puse Antena 3. Tras la información deportiva, la conductora del informativo del fin de semana, presupongo que periodista, vuelve a la noticia del día, las mentadas elecciones en Galicia y Euskadi. Anuncia, me parece que gustosa, el triunfo del PP en Galicia, mayoría absoluta para el candidato Feijóo. Y en el País Vasco, sin rubor y sin pudor, afirma que Ibarretxe gobernará de nuevo los próximos 4 años.
Y aquí me encendí. Me hirvió la sangre. En esos momentos, con alrededor del 70 por ciento de los votos escrutados, el PNV tenía 30 escaños, el PSE, 25 y el PP, 13. Estos datos se veían nítidamente en pantalla, con una anotación complementaria: mayoría absoluta = 38 escaños; es decir, la suma de los escaños del PSE y del PP en ese instante.
Con 3.000 periodistas en la calle en 2008 y la previsión de que en 2009 entre 3.000 y 4.000 correrán la misma suerte, no deberíamos aguantar esta zafiedad. ¿Qué tipo de periodismo es éste?
Entiendo que los medios de comunicación, incluidas las cadenas de televisión, tienen un sesgo ideológico. Entiendo que ese sesgo se refleje en sus informativos. Pero no entiendo cómo esta presunta periodista puede presentar la ¿información? de forma tan burda, exhibiendo tan mal gusto y peor estilo.
Y no. No es directriz de la cadena, es cosecha propia, porque al dar paso a la conexión con el periodista de Euskadi, de la misma cadena televisiva, éste destacaba también el triunfo del PNV, pero incidía en LA NOTICIA de ese momento, los escaños del PSE y PP sumaban mayoría absoluta.
El resultado de unas elecciones no admite dudas desde la aritmética. En una cámara de representantes hay X escaños y para lograr la mayoría absoluta se necesitan al menos X +1. Si un partido por si mismo no alcanza esa cifra, deberá sumar a sus escaños los necesarios para lograrla. Una obviedad, menos para esta periodista.
Desde el punto de vista político, salvo catástrofe, no se pierden las elecciones y se opta por un amplio abanico de recursos para justificar la bonanza de los resultados. Tales como el porcentaje de votos, el número de votos, la subida, el mantenimiento o la bajada imperceptible pese a…
Estos y otros factores como la participación, los resultados electorales anteriores, los candidatos, la situación nacional e internacional…, nutren los análisis postelectorales y las hipótesis, en ocasiones indemostrables, de cómo habrían variado estos resultados si los candidatos o sus formaciones políticas hubieran hecho esto o aquello.
A mi juicio, un análisis necesita de cierto distanciamiento temporal respecto a los hechos analizados. Si hablamos hoy de las elecciones gallegas es fácil destacar el triunfo del PP con un cartel de perfil moderado sustentado en las ‘redes’ de los viejos caciques territoriales (como bien saben Rajoy y Feijóo, los prohombres herederos de las ollas podridas pasan minuta por los votos prestados). Del mismo modo, es fácil achacar el fracaso de Touriño, Pepiño Blanco y el PSdeG al dislate económico del primero en el capítulo de gastos en bienes tangibles, visibles, y en tiempos de crisis, comparativamente sangrantes. Pese a comparaciones con los también excesivos gastos en los mismos bienes (coche oficial, mobiliario para el despacho) de otros políticos rivales, como Gallardón en la Alcaldía de Madrid.
Si nos centramos en las vascas, un escaño en el aire no varía lo fundamental, el triunfo de los partidos no nacionalistas vascos y la consolidación parlamentaria de una fuerza independentista, Aralar, que entre la palabra y la bomba o el tiro en la nuca elige la palabra, pero altera cualquier análisis. No es lo mismo para el PSOE alimentar al partido de Rosa Díez, la única no candidata que compareció ante los medios en vez de su candidato real a lehendakari, para restar apoyos al PP, que el partido de la exconsejera socialista de Turismo, en un gobierno de coalición con el PNV, tenga la llave para gobernar Euskadi los próximos 4 años. Es bien sabido que en política los oportunistas mezclan populismo y totalitarismo, obvian la aritmética y son proclives a confundir 1 con 38.
Hay tiempo para el análisis y para la información. El domingo por la noche buscaba información y encontré deformación por una mala praxis periodística.
En el callejón del gato de Valle-Inclán, un gallego de Vilanova da Arousa que paseaba con bufanda por Madrid, hay espejos cóncavos y convexos que deforman la imagen de los que se reflejan en ellos.
Ignoraba hasta ayer que a través de una periodista cóncava y convexa el esperpento y la deformación se habían asentado en el noticiero del fin de semana de Antena 3.
Estaba siguiendo la información sobre las elecciones vascas y gallegas. Y lo hacía a través de las cinco cadenas estatales (la 1, Antena 3, Cuatro, Tele5 y la Sexta). Comencé a seguir la información antes del cierre de los colegios electorales, después, los sondeos y a continuación, los primeros resultados con votos escrutados.
En la 1 y en Cuatro, previa y posteriormente a la información, hubo una parte de análisis y opinión. En las tres restantes, en teoría, sólo información.
En las elecciones gallegas, tanto los sondeos como el escrutinio, coincidían en el triunfo del PP y en la obtención de mayoría absoluta para gobernar. Mientras que en el País Vasco, aunque era inapelable el triunfo del PNV, no era tan evidente qué partidos iban a sumar el número de escaños suficientes para lograr la mayoría absoluta y por tanto, para gobernar.
Y en éstas me hallaba, de cadena en cadena como en el juego de la oca, cuando puse Antena 3. Tras la información deportiva, la conductora del informativo del fin de semana, presupongo que periodista, vuelve a la noticia del día, las mentadas elecciones en Galicia y Euskadi. Anuncia, me parece que gustosa, el triunfo del PP en Galicia, mayoría absoluta para el candidato Feijóo. Y en el País Vasco, sin rubor y sin pudor, afirma que Ibarretxe gobernará de nuevo los próximos 4 años.
Y aquí me encendí. Me hirvió la sangre. En esos momentos, con alrededor del 70 por ciento de los votos escrutados, el PNV tenía 30 escaños, el PSE, 25 y el PP, 13. Estos datos se veían nítidamente en pantalla, con una anotación complementaria: mayoría absoluta = 38 escaños; es decir, la suma de los escaños del PSE y del PP en ese instante.
Con 3.000 periodistas en la calle en 2008 y la previsión de que en 2009 entre 3.000 y 4.000 correrán la misma suerte, no deberíamos aguantar esta zafiedad. ¿Qué tipo de periodismo es éste?
Entiendo que los medios de comunicación, incluidas las cadenas de televisión, tienen un sesgo ideológico. Entiendo que ese sesgo se refleje en sus informativos. Pero no entiendo cómo esta presunta periodista puede presentar la ¿información? de forma tan burda, exhibiendo tan mal gusto y peor estilo.
Y no. No es directriz de la cadena, es cosecha propia, porque al dar paso a la conexión con el periodista de Euskadi, de la misma cadena televisiva, éste destacaba también el triunfo del PNV, pero incidía en LA NOTICIA de ese momento, los escaños del PSE y PP sumaban mayoría absoluta.
El resultado de unas elecciones no admite dudas desde la aritmética. En una cámara de representantes hay X escaños y para lograr la mayoría absoluta se necesitan al menos X +1. Si un partido por si mismo no alcanza esa cifra, deberá sumar a sus escaños los necesarios para lograrla. Una obviedad, menos para esta periodista.
Desde el punto de vista político, salvo catástrofe, no se pierden las elecciones y se opta por un amplio abanico de recursos para justificar la bonanza de los resultados. Tales como el porcentaje de votos, el número de votos, la subida, el mantenimiento o la bajada imperceptible pese a…
Estos y otros factores como la participación, los resultados electorales anteriores, los candidatos, la situación nacional e internacional…, nutren los análisis postelectorales y las hipótesis, en ocasiones indemostrables, de cómo habrían variado estos resultados si los candidatos o sus formaciones políticas hubieran hecho esto o aquello.
A mi juicio, un análisis necesita de cierto distanciamiento temporal respecto a los hechos analizados. Si hablamos hoy de las elecciones gallegas es fácil destacar el triunfo del PP con un cartel de perfil moderado sustentado en las ‘redes’ de los viejos caciques territoriales (como bien saben Rajoy y Feijóo, los prohombres herederos de las ollas podridas pasan minuta por los votos prestados). Del mismo modo, es fácil achacar el fracaso de Touriño, Pepiño Blanco y el PSdeG al dislate económico del primero en el capítulo de gastos en bienes tangibles, visibles, y en tiempos de crisis, comparativamente sangrantes. Pese a comparaciones con los también excesivos gastos en los mismos bienes (coche oficial, mobiliario para el despacho) de otros políticos rivales, como Gallardón en la Alcaldía de Madrid.
Si nos centramos en las vascas, un escaño en el aire no varía lo fundamental, el triunfo de los partidos no nacionalistas vascos y la consolidación parlamentaria de una fuerza independentista, Aralar, que entre la palabra y la bomba o el tiro en la nuca elige la palabra, pero altera cualquier análisis. No es lo mismo para el PSOE alimentar al partido de Rosa Díez, la única no candidata que compareció ante los medios en vez de su candidato real a lehendakari, para restar apoyos al PP, que el partido de la exconsejera socialista de Turismo, en un gobierno de coalición con el PNV, tenga la llave para gobernar Euskadi los próximos 4 años. Es bien sabido que en política los oportunistas mezclan populismo y totalitarismo, obvian la aritmética y son proclives a confundir 1 con 38.
Hay tiempo para el análisis y para la información. El domingo por la noche buscaba información y encontré deformación por una mala praxis periodística.
En el callejón del gato de Valle-Inclán, un gallego de Vilanova da Arousa que paseaba con bufanda por Madrid, hay espejos cóncavos y convexos que deforman la imagen de los que se reflejan en ellos.
Ignoraba hasta ayer que a través de una periodista cóncava y convexa el esperpento y la deformación se habían asentado en el noticiero del fin de semana de Antena 3.
No hay comentarios:
Publicar un comentario