A conciencia he querido dejar transcurrir unos días antes de pronunciarme sobre un hecho que a mi juicio debería haber generado debate o reflexión entre los periodistas, al margen de la posición empresarial o ideológica de los medios de comunicación, como es el editorial reproducido en común por varios medios de comunicación (periódicos y emisoras de radio) catalanes sobre el Estatuto de Cataluña.
No pretendo entrar de forma pormenorizada en el contenido de ese editorial, principalmente porque no es el objeto de mi reflexión y secundariamente, porque ya otros se han ocupado, a mi juicio con desatino y sospechosa celeridad, en contestar a ese editorial y en tirar de gasolina para apagar el fuego. Tampoco voy a detenerme en el “papelón” del Tribunal Constitucional y la injustificable demora en pronunciarse sobre la constitucionalidad del citado estatuto, favoreciendo la entrada en escena de jugadores de ventaja con naipes marcados.
Lo cierto es que el conocimiento de la publicación del editorial inducía a pensar en un origen alejado del ejercicio del periodismo y más cercano a intereses de otra índole. De hecho no había que ser un lince para intuir que el Partits dels Socialistes de Catalunya (PSC) y probablemente, el propio PSOE podían estar detrás o al lado de esta iniciativa, entre otras cosas por la presencia de los hermanos Nadal; Rafael, el periodista, director de El Periódico de Catalunya, y Joaquim, el político, conseller de Política Territorial i Obres Públiques, porque el editorial representaba un paso más en la estrategia abierta por el president Montilla con sus declaraciones anteriores sobre el estatut y porque deliberadamente se dejaba al margen a los medios de comunicación estatales o pertenecientes a grupos de comunicación de ámbito estatal (Prisa, Correo, Unidad Editorial…), a mi juicio con vistas a que estos se revolviesen contra la iniciativa y siguieran alimentando la hoguera con el pataleo por la discriminación o por contentar a sus parroquianos españolistas y para marcar esa línea divisoria de la catalanidad mal entendida, discriminando a una emisora “tan sospechosa” como Radio Barcelona.
No es mi intención determinar si el editorial y las declaraciones de Montilla constituyen en sí mismas una presión al Tribunal Constitucional para condicionar su informe a favor de los intereses de los políticos catalanes y sus acólitos. Entre otras cosas, porque estaríamos como con las penas máximas en el fútbol, debatiendo sobre sí ha habido suficiente contacto o no para pitarlas. O hay presión o no la hay; el resto es alharaca.
En el periodismo tienen cabida el análisis, la información y la opinión. También la prudencia, el rigor y la responsabilidad. Elementos de los que adolece la decisión de difundir un editorial en varios medios de comunicación a la par sin que exista justificación para ello, confundiendo la grandeza del periodismo con la servidumbre.
Lamento que varios medios de comunicación por intereses desconocidos para mí (aunque imaginables) traten de atizar el fuego en Cataluña para hacerle el caldo gordo al sistema político catalán y tratando de “estimular” a los catalanes para que se sientan agraviados en su dignidad (sic) respecto a un estatuto que a los catalanes como a la mayoría de los españoles les importa bien poco, como han demostrado todos en los respectivos referéndum realizados (incluido obviamente el de Cataluña), con participaciones mezquinas, con manifiesto desinterés y absoluto desconocimiento de lo que es un estatuto y para qué sirve, con una clara despreocupación sobre el asunto y sobre todo, hastiados de los políticos y sus componendas.
También lamento la irresponsabilidad de que se publique este editorial, de forma nada inocente, en la misma semana en que se jugaba un Barcelona-Real Madrid de fútbol, para mezclar una vez más churras con merinas y dar aliento y coartada a los violentos que acuden a los espectáculos deportivos a buscar bronca y no a disfrutar o padecer con su equipo. No ha pasado nada, salvo la exhibición habitual e inofensiva de pancartas, pero estoy seguro de que sí hubiera pasado algo, los promotores de ese editorial común estarían ahora rasgándose las vestiduras en editoriales y tribunas.
Me temo que una vez más ha primado la deformación frente a la información. Y eso, pueden creerme, aunque algunos lo piensen y a otros les interese que se piense, no es periodismo.
Nota.- Mi absoluta solidaridad con los 3 cooperantes catalanes presuntamente secuestrados en Mauritania y con sus familias y amigos.
No pretendo entrar de forma pormenorizada en el contenido de ese editorial, principalmente porque no es el objeto de mi reflexión y secundariamente, porque ya otros se han ocupado, a mi juicio con desatino y sospechosa celeridad, en contestar a ese editorial y en tirar de gasolina para apagar el fuego. Tampoco voy a detenerme en el “papelón” del Tribunal Constitucional y la injustificable demora en pronunciarse sobre la constitucionalidad del citado estatuto, favoreciendo la entrada en escena de jugadores de ventaja con naipes marcados.
Lo cierto es que el conocimiento de la publicación del editorial inducía a pensar en un origen alejado del ejercicio del periodismo y más cercano a intereses de otra índole. De hecho no había que ser un lince para intuir que el Partits dels Socialistes de Catalunya (PSC) y probablemente, el propio PSOE podían estar detrás o al lado de esta iniciativa, entre otras cosas por la presencia de los hermanos Nadal; Rafael, el periodista, director de El Periódico de Catalunya, y Joaquim, el político, conseller de Política Territorial i Obres Públiques, porque el editorial representaba un paso más en la estrategia abierta por el president Montilla con sus declaraciones anteriores sobre el estatut y porque deliberadamente se dejaba al margen a los medios de comunicación estatales o pertenecientes a grupos de comunicación de ámbito estatal (Prisa, Correo, Unidad Editorial…), a mi juicio con vistas a que estos se revolviesen contra la iniciativa y siguieran alimentando la hoguera con el pataleo por la discriminación o por contentar a sus parroquianos españolistas y para marcar esa línea divisoria de la catalanidad mal entendida, discriminando a una emisora “tan sospechosa” como Radio Barcelona.
No es mi intención determinar si el editorial y las declaraciones de Montilla constituyen en sí mismas una presión al Tribunal Constitucional para condicionar su informe a favor de los intereses de los políticos catalanes y sus acólitos. Entre otras cosas, porque estaríamos como con las penas máximas en el fútbol, debatiendo sobre sí ha habido suficiente contacto o no para pitarlas. O hay presión o no la hay; el resto es alharaca.
En el periodismo tienen cabida el análisis, la información y la opinión. También la prudencia, el rigor y la responsabilidad. Elementos de los que adolece la decisión de difundir un editorial en varios medios de comunicación a la par sin que exista justificación para ello, confundiendo la grandeza del periodismo con la servidumbre.
Lamento que varios medios de comunicación por intereses desconocidos para mí (aunque imaginables) traten de atizar el fuego en Cataluña para hacerle el caldo gordo al sistema político catalán y tratando de “estimular” a los catalanes para que se sientan agraviados en su dignidad (sic) respecto a un estatuto que a los catalanes como a la mayoría de los españoles les importa bien poco, como han demostrado todos en los respectivos referéndum realizados (incluido obviamente el de Cataluña), con participaciones mezquinas, con manifiesto desinterés y absoluto desconocimiento de lo que es un estatuto y para qué sirve, con una clara despreocupación sobre el asunto y sobre todo, hastiados de los políticos y sus componendas.
También lamento la irresponsabilidad de que se publique este editorial, de forma nada inocente, en la misma semana en que se jugaba un Barcelona-Real Madrid de fútbol, para mezclar una vez más churras con merinas y dar aliento y coartada a los violentos que acuden a los espectáculos deportivos a buscar bronca y no a disfrutar o padecer con su equipo. No ha pasado nada, salvo la exhibición habitual e inofensiva de pancartas, pero estoy seguro de que sí hubiera pasado algo, los promotores de ese editorial común estarían ahora rasgándose las vestiduras en editoriales y tribunas.
Me temo que una vez más ha primado la deformación frente a la información. Y eso, pueden creerme, aunque algunos lo piensen y a otros les interese que se piense, no es periodismo.
Nota.- Mi absoluta solidaridad con los 3 cooperantes catalanes presuntamente secuestrados en Mauritania y con sus familias y amigos.
A mí, todas estas tonterías de estatutos y trifulcas que se inventan la corruptela de la clase política y que anuncian en titulares sus esbirros que le siguen el juego por puro interés, solo sirven para disfrazar la realidad de lo que está pasando en este país: una tasa de paro que dobla a todos los de la Unión Europea excepto a uno. Y eso en un país como el nuestro en el que su único recurso es el turismo y que por el porcentajes de meretrices que hay se esta convirtiendo en un lupanar, es para pillar una depresión y no aparcarla. De la agricultura no digo nada porque ya me veo comprando tomates del Sahara.
ResponderEliminarPero bueno, hoy que estoy locuaz, y además, te lo debo, porque quiero primar el cariño y el aprecio del que hablamos y que me merece alguien a quien respeto, aunque permíteme que de vez en cuando desvaríe.
Tu post se titula lo que no es periodismo. Una impertérrita ignorante como yo sabe poco sobre esas lides de tu profesión, pero si sé que hay periodistas de primera, de segunda y hasta de tercera. Naturalmente están esos otros, los de la prensa amarillista donde suele prima el todo vale. Pero me superan esos elementos que escriben en un periódico y salen en la tele y se autoproclaman periodistas habiendo estudiado la carrera de … parasicología, por ejemplo.
A veces, todos se me desdibujan y emborronan el lienzo de tal manera que solo veo una gran mancha negra que tengo que limpiar, ya sabes, como para separar el grano de la paja. En la profesión cabe opinar, sí (faltaría). Pero opinar lo puede hacer cualquiera, por eso el periodista debiera sobre todo informar con rigor y a ser posible, sin apasionamientos, que pa voceros ya hay muchos, y ahí es donde se demuestra el material. Eh dicho.
Bicos ;)
Eau, llevo un día agotador. Tú por lo menos lo tienes claro, pero con el tema de la niña de 3 años de Tenerife y las acusaciones de asesinato y violación a su padrastro, pues eso, leña al mono. Parece que lo más socorrido es echarle la culpa al plumilla y no distinguir lo que tu bien reflejas, que hay de todo y que no todo es lo mismo. Por cierto, me río yo de tu ignorancia y que sepas que esta mañana he leído al ínclito Prada y me he acordado de tí. Un beso y salud.
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