No estaba. No estaba y parece que por ello se acabara el mundo. No estaba lo que quedaba del poeta y ahora algunos suspiran. Suspiros de libre interpretación. Pero suspiros. Y entre ellos, dos voces, la permanente de Lorca y la de aquellos que reclaman la búsqueda con resultados reales. No se acaba el mundo, apenas ha hecho que empezar.
No hay duda de que el poeta fue asesinado entre Víznar y Alfacar, aquella noche del 18 de agosto de 1936 (la madrugada del 19), en las inmediaciones de Fuente Grande (Aynadamar, la Fuente de las Lágrimas). Aquella noche no había luna. Y puede que Federico buscara la luna, antes de que la muerte en forma de bala mordiera sus carnes, antes de que la culata de un arma en manos de un cobarde golpeara su sien. Mucho antes de que el silencio trate de cubrir ese pasado tan necesario para el presente, pero sobre todo para el futuro.
La fosa de Alfacar no alberga el cuerpo. Pero, es que no es fosa, es que no hay fosa. Y sin embargo, entre Víznar y Alfacar, donde el poeta, el maestro republicano Dioscoro Galindo, y los banderilleros anarquistas Joaquín Arcollas y Francisco Galadí fueron asesinados hay huellas inequívocas del horror, de “paseíllos” nocturnos con el resultado de muertes e intento de asesinato de las ideas. No se necesita georradar, ni ciencia o avance científico alguno, para ver los desniveles del terreno; ni siquiera hace falta mirar las flores como testigos mudos de los ausentes. Sólo se necesita mirar la tierra y escuchar a los supervivientes y a los herederos de los supervivientes. Ni siquiera creer, sólo ver y escuchar.
¿Por qué no seguir buscando? ¿Por qué trasladar a una Asociación de la Memoria Histórica una responsabilidad que no le corresponde? Hoy más que nunca es necesario encontrar los restos de Federico García Lorca, y esa responsabilidad recae sobre todos, porque Lorca encarna las miserias de los vencedores y la esperanza de los vencidos; una esperanza que se traduce en dignidad, justicia, reparación… Lorca era todos, es todos. Todos los muertos son Lorca, y de ahí la necesidad de encontrar sus restos. Es el símbolo de la justicia y la imagen de la derrota de sus asesinos: los que dispararon, los que dieron la orden, los que sumieron al país en una tiniebla de 40 años, y también todos aquellos que aún hoy temen la poesía y el teatro lorquianos, su forma de entender la vida y de vivirla.
Una vez más dependemos de la generosidad de las administraciones y de que su ceguera no nos lleve a todos a rendirnos sin dar batalla junto a la Fuente de las Lágrimas. No había fosa, no hay cuerpos, pero hay que seguir buscando. ¿Por qué iban a asesinarlos a ellos en un lugar distinto al que cada noche eran asesinados tantos otros? ¿Por qué si se estima que allí están enterrados los cuerpos de miles de represaliados por el ejercito insurgente franquista se descarta que entre esos cuerpos estén los del poeta, el maestro y los banderilleros?
Aquel es el lugar y hay que seguir buscando, porque son demasiados cuerpos para no encontrar por lo menos uno. Ese es el reto, encontrar la fosa, hallar el primero de los 4 cuerpos.
No hay duda de que el poeta fue asesinado entre Víznar y Alfacar, aquella noche del 18 de agosto de 1936 (la madrugada del 19), en las inmediaciones de Fuente Grande (Aynadamar, la Fuente de las Lágrimas). Aquella noche no había luna. Y puede que Federico buscara la luna, antes de que la muerte en forma de bala mordiera sus carnes, antes de que la culata de un arma en manos de un cobarde golpeara su sien. Mucho antes de que el silencio trate de cubrir ese pasado tan necesario para el presente, pero sobre todo para el futuro.
La fosa de Alfacar no alberga el cuerpo. Pero, es que no es fosa, es que no hay fosa. Y sin embargo, entre Víznar y Alfacar, donde el poeta, el maestro republicano Dioscoro Galindo, y los banderilleros anarquistas Joaquín Arcollas y Francisco Galadí fueron asesinados hay huellas inequívocas del horror, de “paseíllos” nocturnos con el resultado de muertes e intento de asesinato de las ideas. No se necesita georradar, ni ciencia o avance científico alguno, para ver los desniveles del terreno; ni siquiera hace falta mirar las flores como testigos mudos de los ausentes. Sólo se necesita mirar la tierra y escuchar a los supervivientes y a los herederos de los supervivientes. Ni siquiera creer, sólo ver y escuchar.
¿Por qué no seguir buscando? ¿Por qué trasladar a una Asociación de la Memoria Histórica una responsabilidad que no le corresponde? Hoy más que nunca es necesario encontrar los restos de Federico García Lorca, y esa responsabilidad recae sobre todos, porque Lorca encarna las miserias de los vencedores y la esperanza de los vencidos; una esperanza que se traduce en dignidad, justicia, reparación… Lorca era todos, es todos. Todos los muertos son Lorca, y de ahí la necesidad de encontrar sus restos. Es el símbolo de la justicia y la imagen de la derrota de sus asesinos: los que dispararon, los que dieron la orden, los que sumieron al país en una tiniebla de 40 años, y también todos aquellos que aún hoy temen la poesía y el teatro lorquianos, su forma de entender la vida y de vivirla.
Una vez más dependemos de la generosidad de las administraciones y de que su ceguera no nos lleve a todos a rendirnos sin dar batalla junto a la Fuente de las Lágrimas. No había fosa, no hay cuerpos, pero hay que seguir buscando. ¿Por qué iban a asesinarlos a ellos en un lugar distinto al que cada noche eran asesinados tantos otros? ¿Por qué si se estima que allí están enterrados los cuerpos de miles de represaliados por el ejercito insurgente franquista se descarta que entre esos cuerpos estén los del poeta, el maestro y los banderilleros?
Aquel es el lugar y hay que seguir buscando, porque son demasiados cuerpos para no encontrar por lo menos uno. Ese es el reto, encontrar la fosa, hallar el primero de los 4 cuerpos.
Todos opinan, moito dixose, pero el segue vivo no único lugar onde en verdade importa.
ResponderEliminarComo xa expreseime noutra ocasión ao respecto, hoxe só deixarei uns versos.
Chove en Santiago
meu doce amor.
Camelia branca do ar
brila entebrecida ô sol.
Chove en Santiago
na noite escrura.
Herbas de prata e de sono
cobren a valeira lúa.
Olla a choiva pola rúa,
laio de pedra e cristal.
Olla o vento esvaído
soma e cinza do teu mar.
Soma e cinza do teu mar
Santiago, lonxe do sol.
Agoa da mañán anterga
trema no meu corazón.
Eau, precioso e impresionante. Hay cosas puntuales que no pillo, pero en el contexto me parece muy bonito. Gracias, un beso. Salud.
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