Me cuenta un amigo, con unos cuantos años más que yo y socialista de corazón y cabeza, que están perdiendo la batalla.
Poco importa lo que diga y haga su partido, si la corrupción en Madrid, Valencia, Baleares…, las declaraciones de la “manchegaStar” y el todo vale del PP no causan rechazo ciudadano.
Algo no funciona sí en la defensa o el rechazo de una ideología se da todo por bueno, se mira a otro lado y si es necesario se tapa uno la nariz al introducir la papeleta en la urna.
La política neocom de los conservadores no sólo ha originado la crisis económica global, además en este país ha originado una crisis social.
La pérdida de valores, de referencias y de modelos propiciada por una estrategia de enfrentamiento ha trasladado a la sociedad española la idea de una división, de una fractura social, y la segmentación en grupos cuyo comportamiento se ciñe al concepto del rechazo al que no piensa como su grupo.
Es la herencia de la segunda legislatura del ex presidente Aznar. Una herencia que podíamos no haber recibido dados los perfiles de Rajoy y Rodríguez Zapatero, que invitaban a pensar que la victoria electoral de uno u otro en las Elecciones Generales de 2004 abriría un periodo de entendimiento entre los dos principales partidos políticos de este país, marcado por el diálogo y los acuerdos.
Tremendo error. A una deseable y necesaria política de entendimiento se ha antepuesto una política de gestos, de deriva, de indecisiones, de crispación efectista y efectiva, que lejos de contribuir a la superación de esa crisis social está agrandándola.
Somos un país enfermo. Con una sociedad que se niega a aceptar su mayoría de edad y prefiere seguir dejándose llevar de la mano de los políticos, aunque eso sí sin freno en la crítica a la labor de éstos. ¿Hasta cuándo?
No deberíamos dar carta blanca a la corrupción al amparo de una ideología. Porque al final los corruptos son los otros y nosotros somos los tontos ¿Porqué ser tonto y corrupto?
Poco importa lo que diga y haga su partido, si la corrupción en Madrid, Valencia, Baleares…, las declaraciones de la “manchegaStar” y el todo vale del PP no causan rechazo ciudadano.
Algo no funciona sí en la defensa o el rechazo de una ideología se da todo por bueno, se mira a otro lado y si es necesario se tapa uno la nariz al introducir la papeleta en la urna.
La política neocom de los conservadores no sólo ha originado la crisis económica global, además en este país ha originado una crisis social.
La pérdida de valores, de referencias y de modelos propiciada por una estrategia de enfrentamiento ha trasladado a la sociedad española la idea de una división, de una fractura social, y la segmentación en grupos cuyo comportamiento se ciñe al concepto del rechazo al que no piensa como su grupo.
Es la herencia de la segunda legislatura del ex presidente Aznar. Una herencia que podíamos no haber recibido dados los perfiles de Rajoy y Rodríguez Zapatero, que invitaban a pensar que la victoria electoral de uno u otro en las Elecciones Generales de 2004 abriría un periodo de entendimiento entre los dos principales partidos políticos de este país, marcado por el diálogo y los acuerdos.
Tremendo error. A una deseable y necesaria política de entendimiento se ha antepuesto una política de gestos, de deriva, de indecisiones, de crispación efectista y efectiva, que lejos de contribuir a la superación de esa crisis social está agrandándola.
Somos un país enfermo. Con una sociedad que se niega a aceptar su mayoría de edad y prefiere seguir dejándose llevar de la mano de los políticos, aunque eso sí sin freno en la crítica a la labor de éstos. ¿Hasta cuándo?
No deberíamos dar carta blanca a la corrupción al amparo de una ideología. Porque al final los corruptos son los otros y nosotros somos los tontos ¿Porqué ser tonto y corrupto?
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