Estulticia. Debe ser la moda del verano, aunque probablemente sea un error de percepción y no estemos ante un producto de temporada, sino, y esto realmente produce inquietud, algo que se da todo el año. El fruto de la estupidez es la estupidez en sí misma.
Pensaba que ya habíamos tenido una dosis suficiente de estulticia con el comportamiento del director de comunicación (dircom, para los snobs y demás especies) del ministro Corbacho y sus amenazas a un periodista de la SER, que osó hacer periodismo, es decir, conocer la versión de las partes para ofrecer una información completa a sus oyentes. Algo tan elemental, tan básico, como contar con todos los materiales necesarios para construir la noticia y no contentarse sólo con la versión de una de las partes y asegurar así la "noticia" del día siguiente con la réplica, y de otro día con la contrarréplica y así sucesivamente. Un periodista que quería hacer periodismo, nada que ver con este periodismo de declaraciones y de periodista encerrado en la redacción, al teléfono, con los sentidos anulados, al que otro periodista, que probablemente ha sacrificado el periodismo en aras de la servidumbre, trató de censurar; recurriendo sin pudor y desde el poder que le da un político, en este caso un ministro, a la amenaza.
En el callejón me lamía y relamía las heridas, por mi parte de culpa, cuando irrumpió en escena desmelenada la "manchegaStar". Días antes había dejado una perla "enlatada" sobre la persecución gubernamental al pagador de trajes por excelencia y el relax en la persecución a los asesinos del hacha y la serpiente. Era un aviso. Pero el verano, el calor... qué se yo. No nos dimos por avisados. Así que la irrupción de Cospedal, respaldada por el honorable ministro del Yak-42, nos ha pillado con el pie cambiado. Una grabación con declaraciones "enlatadas" acusando sin pruebas al gobierno de ordenar escuchas ilegales a cargos del PP. ¿Estulticia? Taza y media.
Podría extenderme sobre el asunto, pero el maestro Enric González lo borda en su columna Cosa de dos, con el artículo "Mensajes" (El País, viernes, 7 de agosto de 2009). Suscribo su conformidad "...que los políticos se concetraran en lo suyo, en insultar al rival y a nuestra inteligencia, y no quisieran además dañarnos la vista".
Sólo un apunte. No me gustan las barbies, pero si no hay más remedio que soportarlo y nos obligan a elegir, escojo a la barbie muda. Para regodearme en mi propia estulticia.
Pensaba que ya habíamos tenido una dosis suficiente de estulticia con el comportamiento del director de comunicación (dircom, para los snobs y demás especies) del ministro Corbacho y sus amenazas a un periodista de la SER, que osó hacer periodismo, es decir, conocer la versión de las partes para ofrecer una información completa a sus oyentes. Algo tan elemental, tan básico, como contar con todos los materiales necesarios para construir la noticia y no contentarse sólo con la versión de una de las partes y asegurar así la "noticia" del día siguiente con la réplica, y de otro día con la contrarréplica y así sucesivamente. Un periodista que quería hacer periodismo, nada que ver con este periodismo de declaraciones y de periodista encerrado en la redacción, al teléfono, con los sentidos anulados, al que otro periodista, que probablemente ha sacrificado el periodismo en aras de la servidumbre, trató de censurar; recurriendo sin pudor y desde el poder que le da un político, en este caso un ministro, a la amenaza.
En el callejón me lamía y relamía las heridas, por mi parte de culpa, cuando irrumpió en escena desmelenada la "manchegaStar". Días antes había dejado una perla "enlatada" sobre la persecución gubernamental al pagador de trajes por excelencia y el relax en la persecución a los asesinos del hacha y la serpiente. Era un aviso. Pero el verano, el calor... qué se yo. No nos dimos por avisados. Así que la irrupción de Cospedal, respaldada por el honorable ministro del Yak-42, nos ha pillado con el pie cambiado. Una grabación con declaraciones "enlatadas" acusando sin pruebas al gobierno de ordenar escuchas ilegales a cargos del PP. ¿Estulticia? Taza y media.
Podría extenderme sobre el asunto, pero el maestro Enric González lo borda en su columna Cosa de dos, con el artículo "Mensajes" (El País, viernes, 7 de agosto de 2009). Suscribo su conformidad "...que los políticos se concetraran en lo suyo, en insultar al rival y a nuestra inteligencia, y no quisieran además dañarnos la vista".
Sólo un apunte. No me gustan las barbies, pero si no hay más remedio que soportarlo y nos obligan a elegir, escojo a la barbie muda. Para regodearme en mi propia estulticia.
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