viernes, 18 de junio de 2010

Huérfanos de la luz

Se apagó la voz. Y no me refiero a la literaria. Esa queda recogida en sus libros. Es cierto, no habrá más, salvo algún inédito de última hornada. Y sin embargo, se me antoja suficiente para la lectura y relectura de al menos media vida y por supuesto, para mantener un legado.
Pero este enmudecimiento definitivo implica la pérdida de la luz. Con la muerte de Saramago quedamos huérfanos de una referencia; privados de su capacidad de análisis y de la conclusión certera.
Si el cierre de su blog nos condenó a la pérdida de su magisterio periódico, su inesperada despedida (a pesar de sus 87 años) supone la desaparición de una de las pocas voces críticas, respetadas y autorizadas en la orbe, que siempre estuvo al lado de los desheredados.
Su adiós nos devuelve a la oscuridad y nos empuja a la caverna. Pero sobre todo, nos deja huérfanos en ese espacio sin definir, de compleja acotación, al que nos adscribimos aquellos que creemos o por un momento soñamos que otro mundo es posible.
La muerte de Saramago nos perturba, porque implica desorientación, ausencia de rumbo. Y porque en estos tiempos de penumbra no alcanzamos a vislumbrar siquiera el resplandor de otra luz, que aunque tenue alumbre la senda y la esperanza.
Denostado el comunismo, parece chocante que un convencido comunista haya mantenido el estandarte de la palabra y de las ideas de la izquierda en esta Europa; víctima privilegiada del neoconservadurismo de recortes sociales y laborales, ante la complicidad o el silencio de su antagonista, la socialdemocracia.
Un silencio y una complicidad que han contribuido a la desaparición y al enmudecimiento de voces críticas o alternativas al modelo imperante y que agrandan la figura del ya ausente y hacen más patente la recién adquirida orfandad.
Sin la lucidez de sus palabras y reflexiones quedamos a oscuras. Las lágrimas nos acercan a ese mar de Lanzarote, en unas islas que hoy no son afortunadas. Saramago se fue. Aún nos queda la dignidad de Gelman.
Foto: José Saramago, tomada de www.cadenaser.com.

2 comentarios:

  1. Fue muy emocionante imaginar perseguirlo hace unos cuantos años un atardecer en la Playa de Famara, la playa que le hizo quedarse en España a vivir.

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  2. Jesús, ahora tendrás que seguir tirando de imaginación, se esfumó la posibilidad.

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