martes, 15 de septiembre de 2020

Memoria

La memoria es el derecho a recordar, mientras que olvidar, por lo general, es una necesidad. No siempre se consiguen ni una ni otro. En lo individual es asumible, pero colectivamente es obligado recordar. Comprender, no repetir errores del pasado y sanar son motivos más que suficientes para ello. Hay más. Y cualquiera de ellos juntos o por separado avalan la importancia de preservar la memoria. 
Debe ser entendida por tanto como un bien común. Como el antídoto contra la ocultación, el encubrimiento, la tergiversación, la mentira o el silencio. También como un legado, oral o documental, de una generación a otra, garante de un relato vital que es patrimonio de todos. E inevitablemente, como un elemento imprescindible para impartir justicia y como salvaguarda de libertades y derechos. 
Así que eliminar o minimizar la amnesia colectiva es un motivo de esperanza para los ausentes, pero también para los que están, para los que llegan y para los que han de venir. 
Recordar es también dar voz a los que ya no pueden hablar. A muchos de aquellos a los que silenciaron y sumieron en la oscuridad, a muchos de aquellos a los que además quisieron arrebatarles la dignidad y enterrarlos en el olvido. 
La memoria es el hilo a seguir para hallar la salida del laberinto. El mapa intangible donde se señalan los puntos de origen y destino y el alimento de la tinta que dibuja el itinerario. 
Hoy la memoria es el sueño de los justos hecho realidad.

 

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