martes, 18 de febrero de 2020

El single

Acaricio la cubierta de un single grabado en los años 80. No es el original de aquel disco de Paralisis y Gabinete, es una reproducción para una promo. Y sin embargo, por un instante parece aquel, el mismo que tuve una sola vez en mis manos, aquel al que nunca vi girar bailando con la aguja. Aquel de aquel tiempo. 
Son las mismas cuatro canciones que sonaron en muchas más ocasiones de las que ya puedo recordar. De esas que te acompañan en el paso de los años y son capaces de conservar aquella juventud como si guardasen en el desván el retrato de Dorian Grey mientras uno trata sin artificios de encontrar al que fue frente al espejo. 
No había camino que seguir. Solo era cuestión de avanzar. No sabíamos y creíamos saber. Así que era fácil tomar atajos e ignorar las señales de stop o de dirección única. Era fácil caer. Y bastante difícil volverse a levantar. En la mano ardían cien duros y la clave estaba en beber lo suficiente para no apagar la sed y mantenerse de pie frente a la barra. 
Pisábamos esas calles en las que aunque bañadas por la luz siempre había oscuridad. Donde los ojos eran ventanas y una sonrisa podía ser una invitación al abismo. 
El amanecer nunca era un punto final y aunque digan que segundas partes nunca fueron buenas, los continuará eran prometedores. Y siempre sonaba la música. 
Ahora el disco baila con la aguja en la habitación. Escucho una vez más aquellas canciones que en su día nos hacían parecer más rebeldes y que hoy me agitan un poco la sangre y me hacen evocar aquello de “Punk’s not dead”. No busco el retrato de Dorian, nunca lo anhelé, y tampoco persigo el mito de Fausto. El espejo muestra lo que hay, sin engaños, sin nostalgia y sin rencores. 
Vuelvo a acariciar la cubierta del single. Edi Clavo tomó prestada la imagen que la ilustra de “La parada de los monstruos”. Recuerdo a Goya, “el sueño de la razón produce monstruos”. Y mientras suena “Sombras negras” me pregunto dónde habitan esos monstruos; y pienso en que solo visitamos el gabinete del doctor Caligari en una sala de cine club, a este lado de la pantalla.


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