lunes, 10 de febrero de 2020

Las telarañas del tiempo

Recordó aquella vez que un viajero contó al amanecer que la serpiente hace inventario al mudar la piel. Con la mirada perdida en algún punto lejano y los ojos envueltos en las telarañas del tiempo corroboraba que vivimos días de incertidumbre. 
Blandía el predicador su biblia al aire, a la espera de esa escucha que va disminuyendo en la misma proporción que aumenta la ocupación del camposanto. Mientras, el cartel amarillento del templo seguía rezando la misma leyenda “Por favor, apaguen el móvil, para hablar con Dios no lo necesitan”. Alguien cerró la puerta, tiró la llave y olvidó regresar. Tan solo permanece el eco de la prédica en clave de lamentos. 
Alzó los ojos al cielo buscando el pájaro en llamas. Apenas logró vislumbrar la serpiente emplumada. No halló respuestas. Entornó los ojos para mirar al sol y pensó que solo ciega la verdad. 
Mirar atrás no ayuda a encontrar el camino, porque los pasos no pueden desandar lo ya andado. Quizás sea tarde para reaprender a mirar. Aún así asoma la cabeza la serpiente, esa que en mayor o menor medida habita en nosotros, e invita a elaborar el inventario de ese tiempo que ya no retornará, de ese camino recorrido. 
No hay que temer al fuego de la vela. Tan solo aceptar el reto del papel. Desnudarse en el lienzo blanco sin necesidad de mudar la piel. Escupir o tragar el veneno. Buscar el sueño definitivo y plácido. Aceptar la derrota por la ausencia de certezas. O mantenerse en pie, preguntando de nuevo. Repitiendo aquellas preguntas que nunca hallaron respuesta. 
La nave zozobraba entre las olas de un mar oscuro que se levanta como aquellos muros de Jericó. Soñó por un instante con un ejército de ángeles, pero estaba solo en el puente de mando, aferrado al timón. Dicen que la brújula siempre señala al Norte, pero ya había perdido el Sur. 
El amanecer borró el rastro. Hay quien afirma haber escuchado el metal de una trompeta. Era tarde. Solo quedaba la camisa de la serpiente secándose al sol y una araña tejiendo la tela del tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario