Entre tanta desazón, temores y amenazas de que lo peor está por llegar, la vida nos hace un guiño y cuela una sonrisa en el telediario en forma de homenaje a uno de los grandes del cine español.
Siempre he sido partidario de los homenajes en vida, porque cuando se homenajea a alguien en el momento siguiente a su muerte tengo la sensación de que le ofrecemos un reconocimiento tardío, más del gusto de los vivos que del difunto.
Y este guiño es doble, porque por un lado, el Instituto Buñuel de la Fundación de la Sociedad General de Autores y Editores (si, la temida SGAE) recupera un viejo cine de barrio (un hecho inusual la apertura, en este caso reapertura, de un cine de barrio, cuando lo habitual es su cierre) para convertirlo en la Sala Berlanga, como homenaje al director Luis García Berlanga; y por el otro, el cine elegido es el antiguo cine California, es decir, que renunciamos a la denominación USA en pro de una reconocida y merecida “made in Spain”.
Dicen que esta sala madrileña aspira a convertirse en “centro de reunión de los grandes del cine español”, y es indudable que comienza con buen pie, porque a la berlanguiana denominación le ha acompañado en su estreno la proyección de “Yo, don Giovani”, de Carlos Saura, otro grande del cine español.
Para seguir con esos buenos pasos, no estaría de más que esta Sala Berlanga homenajeara al director valenciano con la exhibición de sus películas. Cine y coloquio. Imagen y palabra. Y una pizca de ironía, marca de la casa. Con todo merecimiento.
En una visita a la ciudad que habito, en una brevísima conversación, Fernando Trueba me hablaba de los cines de barrio y lo que significaban para los jóvenes de su generación. Eran tiempos oscuros, pero en aquellas salas de cine con la entrada comprabas un mundo de sueños y al final quien besaba a la chica no eran Flynn, Gable o Cooper, sino tú.
Es posible que algo de eso flote aún en la atmósfera del antiguo California. Pero ahora, el viejo cine de barrio, al lado del mercado de Andrés Mellado, es el cine de Don Luis.
Siempre he sido partidario de los homenajes en vida, porque cuando se homenajea a alguien en el momento siguiente a su muerte tengo la sensación de que le ofrecemos un reconocimiento tardío, más del gusto de los vivos que del difunto.
Y este guiño es doble, porque por un lado, el Instituto Buñuel de la Fundación de la Sociedad General de Autores y Editores (si, la temida SGAE) recupera un viejo cine de barrio (un hecho inusual la apertura, en este caso reapertura, de un cine de barrio, cuando lo habitual es su cierre) para convertirlo en la Sala Berlanga, como homenaje al director Luis García Berlanga; y por el otro, el cine elegido es el antiguo cine California, es decir, que renunciamos a la denominación USA en pro de una reconocida y merecida “made in Spain”.
Dicen que esta sala madrileña aspira a convertirse en “centro de reunión de los grandes del cine español”, y es indudable que comienza con buen pie, porque a la berlanguiana denominación le ha acompañado en su estreno la proyección de “Yo, don Giovani”, de Carlos Saura, otro grande del cine español.
Para seguir con esos buenos pasos, no estaría de más que esta Sala Berlanga homenajeara al director valenciano con la exhibición de sus películas. Cine y coloquio. Imagen y palabra. Y una pizca de ironía, marca de la casa. Con todo merecimiento.
En una visita a la ciudad que habito, en una brevísima conversación, Fernando Trueba me hablaba de los cines de barrio y lo que significaban para los jóvenes de su generación. Eran tiempos oscuros, pero en aquellas salas de cine con la entrada comprabas un mundo de sueños y al final quien besaba a la chica no eran Flynn, Gable o Cooper, sino tú.
Es posible que algo de eso flote aún en la atmósfera del antiguo California. Pero ahora, el viejo cine de barrio, al lado del mercado de Andrés Mellado, es el cine de Don Luis.
Foto: Luis García Berlanga en la inauguración de la sala de cine. Samuel Sánchez, publicada en "El País", el 20 de Mayo de 2010.
grandísimo Berlanga!!
ResponderEliminarPieso como tú. Mejor reconocer el mérito de una persona en vida, cuando le puedes decir a la cara las cosas buenas que ha realizado en la vida. El tendrá la sensación del saber que a sus espaldas tiene un buen trabajo realizado y nosotros la suerte de compartirlo con sus películas.
ResponderEliminarBuenos días.
Anda que no nos venía bien volver a la época de las "pochas". Por cierto enhorabuena por el laboro.
ResponderEliminarRakel, y siempre vigente ¡qué país! ¡todos a la cárcel!
ResponderEliminarMónica, siempre fue un fetichista, así que lo del cine debe haber sido brutal para él.
Javi, hace que no juego a la "pocha" ni se sabe. Lo de retroceder en el tiempo no podemos hacerlo, pero echar una "pocha" o una partida de ajedrez todavía podemos.