miércoles, 30 de diciembre de 2020

Cansancio

Lo peor del hoy puede ser el mañana. Cuando no queden excusas, cuando ya el hartazgo además de haberse abierto paso haya logrado imponerse. Eso a pesar de la convicción de que siempre hay luz al final del túnel y de que incluso existe una posibilidad de salir del pozo más profundo. Los clavos ardiendo. La tabla en medio del mar. La cuerda que se desliza como una serpiente desde el borde del precipicio...
Y aún así, el horizonte se muestra difuso. Sabes que está allí, al frente, esperando en algún lugar indeterminado. Pero la mente no alcanza a vislumbrarlo. Ahora lo encarna una vacuna incierta. La aguja hipodérmica simboliza a la vez el miedo y la esperanza y aúna en representación desigual a defensores y detractores. 
¿Y después qué? ¿Seremos mejores o peores? No seremos los mismos, pero cuesta creer que hayamos aprendido algo. Puede que en lo individual, algunos sí, pero en lo colectivo da la impresión de que hemos perdido una oportunidad que es improbable se vuelva a dar. 
Así que domina el cansancio, individual y colectivo. Un hastío tan contagioso como el propio virus. Y la incertidumbre arraiga en el tiempo presente y en ese venidero que se anuncia y aún está por llegar.

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