¿No se lo han planteado alguna vez? Por curiosidad, porqué la vida te cambia en un instante sin avisar y lo que hoy es inimaginable mañana puede ser nuestro día a día o simplemente por empatía.
A priori no parece complicado, basta con que alguien te preste una silla de ruedas, ponerse un antifaz o tapones en los oídos y hacer lo que hacemos de forma habitual, tomar un café, comprar, recoger un paquete en Correos, realizar una gestión en cualquier administración, coger el autobús, asistir a un acto cultural, cruzar una calle, llevar a tu hijo al colegio, pasear…
Percibiríamos la ciudad desde una perspectiva diferente y sobre todo descubriríamos que también se incumple la Ley de Accesibilidad. Supongo que la mayoría de ustedes lo ignora, pero el próximo 4 de diciembre se cumple el plazo para la eliminación de barreras arquitectónicas, es decir, para garantizar que los edificios públicos sean accesibles a las personas con discapacidad, como recoge el Real Decreto Legislativo 1/2013, de 29 de noviembre.
Según la Federación Provincial de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de Jaén (Fejidif) todavía hay edificios como el de Correos o el del Archivo Provincial que a día de hoy son inaccesibles. El resto, como el de Hacienda, un emblema de edificio hostil a las personas con discapacidad, está en proceso de reformas o ya es accesible.
Pero la norma no solo afecta al acceso universal a los edificios, también incluye a los entornos, para que nos entendamos nuestras calles y plazas. Y ahí, sí cualquier ciudadano está expuesto diariamente a convertirse en protagonista de una yincana por los desperfectos en el acerado, las terrazas y veladores invasores de la vía pública, los socavones en el suelo, el mobiliario urbano y los objetos abandonados en cualquier esquina, imagínense lo que puede ser para una persona con discapacidad; un éxito salir de su casa y regresar a ella ilesa.
Ahora que por fin se anuncia la eliminación de los tornos de los autobuses urbanos podemos plantearnos qué instrumento de tortura suponen para una persona con discapacidad; y ríanse de la Edad Media. Pues bien, la accesibilidad a los autobuses siguen sin estar garantizada, salvo que pongas muelles a la silla de rueda, porque el esfuerzo que exige salvar la distancia entre la parada y el autobús podría estudiarse como disciplina deportiva en las Paralimpiadas. Y aún salvando la distancia puedes encontrarte con que el autobús no es accesible.
Las personas con coches y sillas de bebés o con carrito de la compra también podrán testimoniar lo inaccesible de una ciudad que por sus dimensiones podría ser un ejemplo de ciudad habitable. Y por supuesto, accesible.
La anunciada peatonalización del centro, la esperada puesta en marcha del tranvía, cuyas paradas y vagones por cierto cumplen las normas de accesibilidad, y la reparación de calles y plazas son una oportunidad para cambiar la dinámica de esta ciudad dormida y tratar a todos los ciudadanos por igual. Las personas con discapacidad no son ciudadanos de segunda, se les exige el cumplimiento de las normas, el pago de impuestos y tasas…; ellos cumplen con sus deberes, que menos que las administraciones hagan lo propio y les garanticen sus derechos.
Se llama igualdad y es tarea de todos.
Mi artículo para SER Jaén, "La Colmena", del 23 de noviembre de 2017.
Mi artículo para SER Jaén, "La Colmena", del 23 de noviembre de 2017.
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