Paso de los 40, tengo dos hijos pequeños y una hipoteca media (aunque a mí me parece enorme). Soy uno de esos tantos que de la noche a la mañana se ha quedado sin trabajo. Sin ingresos, sin derecho al desempleo. A mediados de noviembre, mi jefe me comunicó que la empresa no contaba conmigo. Así que el 1 de diciembre me podía quedar en mi casa.
Desde entonces he perdido la cuenta de los currículum que he enviado. No así la de las respuestas; por escasas. En mi gremio, en mi profesión, los últimos meses del 2008 dejaron a 3.000 personas en la calle y las previsiones para el 2009 son aún peores. La gente que me conoce me decía que tranquilo, que con mi currículum me iba a ir bien, iba a encontrar trabajo pronto, iba a tener suerte… Y llevo 2 meses de tranquilidad, de que me va a ir bien, de que voy a encontrar trabajo pronto y de que voy a tener suerte.
Todavía no tengo ansiedad, tampoco me he deprimido. La verdad es que con esta situación creo que no puedo perder el tiempo en deprimirme o en padecer ansiedad. Si es cierto, que hay días mejores que otros. De lunes a viernes me levanto a las seis y media de la mañana; a las siete y media llevamos a los niños al colegio, luego llevo a mi mujer al trabajo, compro los periódicos y el pan, un café y a casa. Y en casa, ordenador. Consulta el correo, ofertas de empleo, envía el currículum a dónde buenamente se te ocurra y a esperar.
No tengo dotes ni vocación de adivino, pero me cuesta creer que nadie se dio cuenta de lo que se nos venía encima y me cuesta mucho más creer que no se tomasen medidas. Ahora se ha hecho, se han tomado medidas, que espero funcionen. El problema es que no sabemos cuando van a funcionar y lo peor, que no tengo, no tenemos tiempo, para esperar a que funcionen. Todo apunta a que 2009 va a ser un año duro, las predicciones y los augurios así lo apuntan, hasta el propio ministro Solbes lo confesaba en una entrevista dominical (para arreglarnos el cuerpo el día de asueto) y la propia UE afirma que el desempleo en España alcanzará el 19 por ciento. Para consolarnos el presidente dice que aunque existen 3 millones de parados, no debemos perder de vista que 20 millones están empleados. Se le escapa que cuando formas partes de esos 3 millones ¡Y subiendo! no consuela saber que 20 millones están trabajando, ¡por ahora!
No busco culpables. Busco soluciones. Porque me empiezo a sentir como el caldo de gallina, aquellos cigarrillos liados que mi padre compraba para alimentar su cachimba, picadura de tabaco. O como la gallina en caldo, puesta a cocer hasta que deje de estar dura. La cuestión es ¿cuánto tiempo podemos estar cociendo más de 3 millones de personas para hacer caldo?
Desde entonces he perdido la cuenta de los currículum que he enviado. No así la de las respuestas; por escasas. En mi gremio, en mi profesión, los últimos meses del 2008 dejaron a 3.000 personas en la calle y las previsiones para el 2009 son aún peores. La gente que me conoce me decía que tranquilo, que con mi currículum me iba a ir bien, iba a encontrar trabajo pronto, iba a tener suerte… Y llevo 2 meses de tranquilidad, de que me va a ir bien, de que voy a encontrar trabajo pronto y de que voy a tener suerte.
Todavía no tengo ansiedad, tampoco me he deprimido. La verdad es que con esta situación creo que no puedo perder el tiempo en deprimirme o en padecer ansiedad. Si es cierto, que hay días mejores que otros. De lunes a viernes me levanto a las seis y media de la mañana; a las siete y media llevamos a los niños al colegio, luego llevo a mi mujer al trabajo, compro los periódicos y el pan, un café y a casa. Y en casa, ordenador. Consulta el correo, ofertas de empleo, envía el currículum a dónde buenamente se te ocurra y a esperar.
No tengo dotes ni vocación de adivino, pero me cuesta creer que nadie se dio cuenta de lo que se nos venía encima y me cuesta mucho más creer que no se tomasen medidas. Ahora se ha hecho, se han tomado medidas, que espero funcionen. El problema es que no sabemos cuando van a funcionar y lo peor, que no tengo, no tenemos tiempo, para esperar a que funcionen. Todo apunta a que 2009 va a ser un año duro, las predicciones y los augurios así lo apuntan, hasta el propio ministro Solbes lo confesaba en una entrevista dominical (para arreglarnos el cuerpo el día de asueto) y la propia UE afirma que el desempleo en España alcanzará el 19 por ciento. Para consolarnos el presidente dice que aunque existen 3 millones de parados, no debemos perder de vista que 20 millones están empleados. Se le escapa que cuando formas partes de esos 3 millones ¡Y subiendo! no consuela saber que 20 millones están trabajando, ¡por ahora!
No busco culpables. Busco soluciones. Porque me empiezo a sentir como el caldo de gallina, aquellos cigarrillos liados que mi padre compraba para alimentar su cachimba, picadura de tabaco. O como la gallina en caldo, puesta a cocer hasta que deje de estar dura. La cuestión es ¿cuánto tiempo podemos estar cociendo más de 3 millones de personas para hacer caldo?
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