martes, 14 de mayo de 2024

Aburrimiento

“Duermo poco, ando mucho, y lo que veo no me gusta…”. Eso decía el detective Germán Areta en la película “El crack”, de José Luis Garci; un homenaje al cine negro estadounidense y a aquellos detectives, tipos duros, sagaces y seductores, que conocimos a través del cine y la literatura. 
En estos últimos meses podría perfectamente aplicarme esa frase de Areta. Duermo poco, ando no mucho, escribo lo mínimo, leo menos de lo que debiera y me gustaría y, además, lo que veo, en líneas generales, no me gusta. 
Alguno dirá que es el signo de los nuevos tiempos, aunque en realidad es el signo de nuevos y pretéritos tiempos. Y convendrán conmigo en que con los matices que quieran esa frase es muy cercana a muchos. 
Sin embargo, aunque haya reducido el tiempo de lectura, estoy haciendo acopio de expresiones de esas que se te quedan grabadas en la cabeza y que sabes que tarde o temprano germinarán en cualquier escrito o conversación y que, aunque no sea así, por lo menos te llevan a la reflexión. Obviamente sus autores son personas con talento y con una trayectoria en sus distintas disciplinas creativas y profesionales. 
Junto a esas expresiones, denominémoslas pintorescas, como pueda ser “predicadores de la motosierra”, he tenido tiempo también para adentrarme en aseveraciones más profundas como la reflexión de Ballard sobre el aburrimiento: “he aquí mi gran temor, que todo haya ocurrido; ninguna cosa que sea excitante, novedosa o interesante va a suceder de nuevo; el futuro será un enorme y resignado suburbio del alma, nada nuevo va a surgir, ninguna evasión tendrá lugar otra vez. Esto es lo que puede pasar y es mi gran temor”. 
Uno lee estas cosas e inevitablemente siente cierta camaradería con el escritor inglés ante esa posibilidad de que todo haya ocurrido ya y duda sobre si ese es el futuro que nos aguarda o es al que intencionadamente nos conducen. 
En asuntos de aburrimiento no puedo evitar recordar a mi abuela diciéndole a mi hermana y a mis primas, cuando se quejaban de que se aburrían, que tiraran piedras hacia arriba y las recogieran con la cabeza. Igual no es la mejor receta, pero dependiendo del tamaño de la piedra, de la altura que alcance, la velocidad a la que descienda y la zona de impacto el futuro no será presente, se quedará en imaginación, alojado en la otra cara de la luz.

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