domingo, 16 de abril de 2023

García

El 3 de febrero quedó para la historia como ‘el día que la música murió’. Ya saben, aquella irrepetible inspiración de Don McLean convertida en canción. Aunque lo cierto es que la música sigue muy viva.
Prueba de ello es el concierto de García, acompañado por El Hombre Garabato, en la Sala La Mecánica de Jaén. José Antonio García sabe algo, yo diría que bastante, de muertes y resurrecciones; no sólo de la música, también de bandas, porque, a fin de cuentas, como él mismo canta muere cada noche y resucita al amanecer. 
Siempre será la voz de 091. Pero no es sólo eso, es TNT, Guerrero García y una aventura en solitario de la que ha visto la luz su tercera criatura, “Fuera de control”. Una excusa perfecta para girar por salas y reencontrarse con sus seguidores. 
Porque eso es parte de la grandeza de José Antonio García, subirse a un escenario y darlo todo, ya sea para algo más de un centenar de personas como en La Mecánica o para miles abarrotando una plaza de toros o un pabellón de deportes. 
Sube al escenario, que ocupa como pocos, y desde allí, aunque resulte paradójico teniendo en cuenta el título de su último disco, controla todo durante el tiempo que dura el concierto. 
Casi dos horas de canciones. Las nuevas, las antiguas y aquellas que todos deseamos escuchar para gritarlas y sentir ese disparo que hace a una bala de rock atravesar la sala, dejando una estela que dibuja el hilo del tiempo. El ayer, el hoy y ese impredecible mañana, donde pase lo que pase resucitaremos una vez más. 
“Carne cruda”, de los Cero; “Gilmore 77”, de TNT; “A punto de estallar” y “Nubes de colores”, de su disco “Cuatro tiros por cabeza”, y “Situación límite” (“Ya no hay luz, de Conservantes Adulterados), incluida en su anterior disco, “Lluvia de piedras”. En alguna ocasión ha afirmado que los Conservantes eran “la mejor banda de Jaén”; una proclama a la que no es ajena su amistad con el desaparecido Carlos Berges o con su hermano Esteban. Una banda a la que rebautizó el también ausente Carlos Berlanga. El nombre original era Conservantes Autorizados, pero Berlanga, que según Diego Manrique atesoraba “el arte del diletante”, cambió la autorización por la adulteración y a Carlitos Berges le gustó aquello y así se quedó. 
De igual modo que aquel otro 3 de febrero no murió la música, tampoco, pese a los Conservantes, perdimos la luz. Es cierto que “todo puede ser peor”, pero nadie dudará de que no tiene por qué ser así. Al menos mientras José Antonio García esté en un escenario y nosotros abajo como el que espera sentado en un andén, sabiendo que tarde o temprano ese tren llega y que no necesariamente tiene que llevarte a parte alguna. 
Aquí en Jaén estamos versados sobre eso de rodar cuesta abajo. Es decir que conocemos esa otra cara de la moneda que son las cuestas hacia arriba. Y como pasan pocos trenes sabemos a cuál subirnos y qué cara de la moneda elegir. Con José Antonio García elegimos el anverso y aceptamos subir para viajar en un tren que sin salir de la sala de conciertos nos lleva hacia el sol. O lo que es lo mismo, hacia la luz. 
 
Crónica publicada en Mondo Sonoro (Edición Sur), abril de 2023.

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