sábado, 12 de mayo de 2018

Una visita interesante

En esta semana he tenido la oportunidad de disfrutar con la presencia de una de esas personas que despiertan mi interés. Algo inusual, bien porque algunas de esas personas que se dejan caer por esta tierra olvidada no son de mi gusto, bien porque a las que vienen he tenido la posibilidad de escucharlas en otros territorios o simplemente porque ese día no cuadraba el círculo. 
Jaén sigue siendo un sitio que figura en los mapas, pero que no se halla en un elevado número de cabezas más allá de los límites provinciales. Continúa siendo un territorio desconocido, entre otras cosas porque las comunicaciones no facilitan la llegada de foráneos. 
En esta ocasión nos ha visitado el periodista Fran Llorente, que ha padecido en carne propia esas carencias en el transporte y ha visto como el tren que le traía hasta esta tierra de olivos interrumpía su marcha a medio camino. El Sur existe, eso es innegable, aunque en ocasiones las distancias en kilómetros no se correspondan con el tiempo lógico para recorrerlas. 
Fran Llorente es un personaje curioso, idealizado por su responsabilidad como director de los Servicios Informativos de Televisión Española en una época en la que esa televisión fue pública y de todos, se comporta como un tipo normal. Defiende el éxito de aquella etapa como el logro de un trabajo en equipo y el resultado de un modelo de televisión pública. 
En el fondo creo que es consciente de que pese a los halagos se limitó a hacer lo que debe hacer un periodista y la percepción de lo logrado es también producto de lo que otros periodistas en situaciones parejas no supieron o no quisieron hacer. Aún así, nadie podrá borrar de su haber el darnos por un tiempo, demasiado exiguo para mis apetencias, una muestra de esa televisión pública anhelada por muchos periodistas y cómo no, por una amplia mayoría de ciudadanos. 
Mantiene los pies en el suelo, se ve que ni lisonjas ni presiones lograron torcer su rumbo, y de la mano del ‘compi’ periodista Juan Armenteros y a través del intercambio de palabras y recuerdos reconstruyeron el relato en desuso y gastado de lo que siempre hemos creído que es el periodismo. 
También sirvió el diálogo para comprobar que existen periodistas que no han comprendido ni comprenden nada. Ignoran lo acontecido, no leen y creen que ellos son o deben ser los protagonistas.
No he conocido a ningún periodista mudo, ni a ninguno que con mayor o menor habilidad manejando la lengua no haga trajes a medida, pero me irritan los que alzan la voz para escucharse a sí mismos y colocarse debajo de los focos. 
Nunca me han gustado las personas que ladran. Prefiero el aullido del lobo y por supuesto, los maullidos de los gatos. Quizás y a pesar de que mi padre los detestase por eso me convertí en uno. 
Lo del periodismo viene por otro lado y no dudo de que en ello influyeron tipos parecidos a Fran Llorente, que respetan esta profesión que en su día fue oficio y tratan de mantener la esencia sin renunciar a mirar al futuro, a sabiendas de que las herramientas cambian pero siempre se necesitará un periodista honesto con credibilidad para contar lo que pasa.

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