lunes, 10 de diciembre de 2012

Los versos secuestrados

No andamos escasos de poetas. Y tampoco cortos de versos. Pero tengo la sensación de que los poetas se vuelven invisibles y los versos han sido secuestrados. Y huérfanos de ambos, poetas y versos, somos más vulnerables.
Dice Juan Gelman, otro ilustre de las letras argentinas que como Borges y Cortázar no tiene pinta de recibir el Nobel, que “con la poesía no vas a poder comer, ni vas a hacer la revolución, pero enriquece interiormente a aquel que alguna vez se le acerca” (El País, Babelia, 8 de diciembre de 2012).
Nunca tuve la mirada del poeta, si acaso una superficial capa en la piel de la que el agua y el jabón no logran borrar las palabras. Y a veces, ni eso. Pero miro entre las estrofas y en alguna ocasión me descubro en versos de lo cotidiano. Y cuando alcanzo a vislumbrar la luz más allá de las páginas de un poemario hallo la esencia de nuestra verticalidad.
Los poetas nunca abren la marcha. Empuñan la pluma. Con sus versos dan aliento a quienes han de agitar las ideas y causan temor a aquellos otros a quienes empequeñecen las palabras.
Hoy es necesario liberar los versos, para hacer posible la visibilidad de los poetas y la propia. Porque en tiempos de utopía, resistir es garantía de supervivencia.

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