Fue y es. El lugar donde habita el recuerdo. La placeta, que es casi una invitación al juego de palabras para mirar a las estrellas y nominar el planeta de Joe Strummer.
No es algo que esté marcado en el calendario; no hay pues día ni mes. Pero cada cierto tiempo, indefinido e inconcreto, visito esa placeta. Como un romero, pero exento de fe, recorro ese territorio del 'Niño de las Pinturas' y me dejo caer en ese ensanche inesperado de la calle cuyas dimensiones no alcanza para plaza, pero que las emociones engrandecen y la vuelven un inmenso espacio.
Es el tributo de Granada, o de una parte de los granaínos, a aquel british que llegó a la ciudad probablemente perdido, en una huida calculada para el bussines, y que, de alguna manera, acabó encontrándose o reencontrándose en los límites de la sombra de Mike Jones.
Quizás el duende le rozó la frente o el flujo de las aguas le arrimó la luz del reflejo de la luna. Quizás fuera algo más terrenal y simplemente prendió el recuerdo de unos días a las calles de la ciudad y ahí quedó Joe atrapado eternamente para muchos de nosotros. Y ahí también nació la leyenda del Dodge perdido.
En mi cabeza suenan 'The Clash". Y también Joe con Los Mescaleros. Pero sobre todo, escucho ese tiempo que fue, ese que queda en rincones de la mente y que sólo reaparece en una canción o en un libro. Ese mismo tiempo que se esfuerza por no desaparecer en la placeta de Joe Strummer.