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lunes, 21 de noviembre de 2011

La oscuridad

He abierto la ventana para sentir si corría un viento helado. Para saber si las nubes además de agua arrastraban el poso de la tristeza, mientras la negrura del cielo pintaba el presente y teñía el futuro de aquel blanco y negro del pasado que ingenuamente creíamos superado.
El miedo y la ignorancia prevalecen frente a la razón. Y la incertidumbre trae la certeza de que lo peor aún está por llegar. De modo que el hielo compartirá viento y venas y encogerá los corazones; incluso aquellos que hoy creen florecer, cegados por un éxito efímero que no logra esconder una derrota mayor.
No escaparán a la oscuridad, ni aquellos habituados a caminar entre tinieblas. Y sólo los que buscan el sol, pese a correr el peligro de quedar ciegos al mirarlo, podrán hacer tornar la luz.

lunes, 14 de febrero de 2011

Tinieblas

Habitamos en las tinieblas. Desde la consciencia o la inconsciencia. Voluntaria o involuntariamente. Permanente o provisionalmente. Tinieblas que unas veces nos son impuestas; otras, son creadas por nosotros mismos y otras, las trae la propia vida.
De algunas logramos escapar. No sin dificultad. Otras nos acompañan siempre, a pesar de nuestros esfuerzos por liberarnos. Y otras caen sobre nosotros, de repente, como la noche oscura.
Un mundo de sombras donde compartimos hábitat con demonios y miserias. Un espacio donde la realidad transmuta en ficción y casi nos hacer creer que existimos en un lugar de la imaginación, probablemente en la mente de un ser retorcido.
Miro hacia el Sur y veo con satisfacción como los pueblos abandonan las tinieblas utilizando los fusiles como floreros, igual que en aquella hermosa revolución lusa. Pero temo que sea provisional y terminen por habitar de nuevo en otras tinieblas con los mismos demonios y disimuladas miserias.
En la vieja Europa somos ahora más refinados y no demandamos antorchas humanas para avanzar entre tinieblas. Del mismo modo que evitamos meternos en jardines, aunque eso suponga renunciar a la belleza y al aroma de esas flores que desarman ejércitos. Renunciamos a la esencia en beneficio de la estética.
Entre mirada y mirada oigo el aleteo de los pájaros sobre nuestras cabezas marcando una borrosa línea de futuro. A algunos les parecen aves marinas, señal de que la tierra está cerca. A mí me parecen murciélagos, heraldos de las sombras. Fijo la vista y no dudo de que en algún lugar cercano se halle la tierra, suelo firme, pero envuelta en las tinieblas.
Qué difícil es hallar la luz. Algunos creen poseerla y otros se muestran alborozados por descubrirla, y en realidad sólo están deslumbrados o han sucumbido a un momentáneo reflejo luminoso. Sin hombres y mujeres de luz, la inmolación parece una salida (ya sea la de un estudiante o la de un presidente), pero perdemos el presente y el futuro queda en manos de los otros. Continuamos habitando en las tinieblas.