lunes, 31 de mayo de 2010

Un luminoso lado oscuro

El sábado me enteré de la muerte de Dennis Hopper. Pensé en escribir unas líneas sobre él y me vino a la cabeza algo así como el adiós de un maldito. No lo hice y al día siguiente me alegré porque El País titulaba en portada el domingo “Muere Dennis Hopper, el último maldito del cine”. Estábamos de acuerdo en lo de maldito, pero, ¡qué poco originales! Cosas de plumillas.
No pretendo defenderme, Dennis Hopper siempre tuvo la etiqueta de maldito, pero lo del último me parece un exceso. Hay una nueva y larga lista de malditos en Hollywood: Robert Downey Jr, Cristian Slater, Jonnhy Depp, Kieffer Sutherland... En realidad, Hopper fue el superviviente de un cartel maldito, “Rebelde sin causa”, con un elenco de perdedores y muertes prematuras, James Dean, Sal Mineo y una posterior, aunque también prematura, Natalie Wood. Y él además encarnó como pocos aquello de sexo, drogas y rock and roll, el denominado lado oscuro de Hollywood, aplicado también a ilustres de la literatura, la música u otras artes.
Desahuciado, enterrado en vida, casi puede decirse que resucitó para dirigir y protagonizar "Easy Rider" a final de la década de los sesenta, una película imprescindible para cualquier aficionado al cine, que se convirtió en una cinta de culto.
No siempre tuvo buen ojo para elegir papeles, pero junto a “Easy Rider”, me parecen impagables sus apariciones en “La ley de la calle” (Rumble fish) y en “Terciopelo Azul” (Blue Velvet). Y a mí, admirador confeso, me sigue pareciendo genial aquella escena de “Camino sin retorno” en la que llena de merengues la cama de Jodie Foster, aunque la película tenga una discutible calidad; le recuerdo como el joven hermano pendenciero y gallito en “Los 4 hijos de Katie Elder”, ávido de enfrentarse a tiros a sus rivales John Wayne y Dean Martin, y también en aquel papel de El Diácono, en “Waterworld” (un Max Mad marino), una película considerada en su día un fracaso por su alto presupuesto y que sin embargo admite sin problemas un nuevo visionado y en la que Hopper cumple con creces en su interpretación de líder de los smokers.
Además del cine y la vida disipada tenía otras dos aficiones: la fotografía y la pintura. Hace unos años tuve la fortuna de ver una exigua exposición de su pintura en una pequeña sala del barcelonés barrio de Gracia. Pintura abstracta, de sorprendente colorido, pero eso sí con protagonismo del color negro y pinceladas de trazo grueso, como si ese carácter vital e interpretativo se plasmara en el lienzo. Como la huella del superviviente y la herencia de su bajada a los infiernos. La pintura como una reminiscencia de un luminoso lado oscuro. Cine, fotografía y pintura, el legado del talento de un maldito. Bendita maldición.

Foto: Dennis Hopper, en una visita a España. AP. "El País", 31 de octubre de 2009.

sábado, 29 de mayo de 2010

Deslumbrados

Hay algunos que cuando se exponen en público son incapaces de resistir la luz de los focos. Ignoro si son esos mismos o unos parecidos los que se deslumbran al mirar al sol y son incapaces de ver el día. También los hay que se creen el sol, y por tanto, piensan que tienen la capacidad de deslumbrar al resto.
Van tan sobrados que sólo tienen oídos para los aduladores. Y por lo general desprecian a aquellos a los que la vida curtió y no necesitan de gafas o cualquier otro elemento para no deslumbrarse ante la luz, porque saben, entre otras cosas, que una en apariencia insignificante nube puede tapar al sol.
Algunos nunca despiertan de ese falso sueño de luz. Otros lo hacen tarde. Pero siempre hay unos pocos que tienen la fortuna de despertar a tiempo. Son aquellos que logran comprender que la vida permanentemente bajo la luz de los focos no es vida; aquellos que aunque tarde logran comprender que las personas no son objetos de usar y tirar a propia conveniencia y aquellos que descubren, en ocasiones tras descomunal caída, que es fácil, incluso demasiado fácil, subir, que a veces tampoco tiene mérito mantenerse y que la dignidad reside en saber caer o al menos, en poder levantarse.
La luz de los focos sirve para que uno sea visto, pero el peaje que exige es la miopía o la ceguera respecto a lo que esa misma luz es incapaz de alumbrar. No es bueno vivir en la penumbra. Tampoco entre tinieblas. Pero conviene recordar que el exceso de luz no es saludable.
En estos tiempos vivimos un deslumbramiento colectivo. Incapaces de ver más allá del perímetro iluminado por los focos o desviar la mirada del sol, sería bueno dejarse bañar por la luz de luna, y mirarla de vez en cuando. También ilumina, pero no deslumbra.

lunes, 24 de mayo de 2010

La cuota femenina del terror

En cualquier otro ámbito sería una buena noticia, un ejemplo de avance en términos de igualdad. Pero en este caso, el hecho de que los asesinos del hacha y la serpiente hayan decidido, ignoro si por propia decisión o por imperativo policial, elevar a la “dirección” de la banda a dos mujeres es sólo anecdótico.
Mal deben de estar las cosas tras las reiteradas detenciones policiales para que un grupo de asesinos cuyas señas de identidad han sido siempre mirar hacia el pasado en lugar de hacia el futuro apueste ahora por su particular cuota femenina del terror.
Me gustaría pensar que con esta decisión los del hacha y la serpiente proponen un cambio de rumbo y existe una opción de que se impongan la sensibilidad y el sentido común femeninos. Pero imagino que, como en otras esferas públicas o privadas, estas mujeres que acceden al puesto de mando lo hacen por asumir e imitar roles masculinos, en este caso concreto los de la barbarie, y no por la capacidad y visión femeninas.
Esta sociedad sigue retrasando el acceso de la mujer a los órganos de decisión [Baste un ejemplo, en España existen solamente 30 mujeres directoras de periódicos (18 según otros estudios) frente a los 210 diarios registrados, mientras que las facultades de Periodismo registraban en 2005 un 65 por ciento de licenciadas en Periodismo frente a un 35 por ciento de licenciados (Asociación de la Prensa de Madrid. “Las mujeres en el seno de la profesión periodística: de la discriminación a la inserción”, Mª José Ufarte Ruiz. Revista “Ámbitos” nº 016, Universidad de Sevilla)]; por ello parece una broma macabra que la banda terrorista nombre a dos mujeres para dirigirla.
En mis tiempos de estudiante, un profesor de Historia de la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, Francisco Fuentes, sostenía que ETA era la última expresión del carlismo. El último eslabón. Visto así, estas dos nuevas dirigentes deben de ser la cabeza de la serpiente y la serpiente, el mango del hacha.
Y aunque algunos pudieran atisbar en este cambio un aire de modernidad o de estética, esta cuota femenina del terror seguirá alimentando la barbarie, porque renunciar a las armas y a la violencia no es asunto de género o estética sino de convicción.

viernes, 21 de mayo de 2010

El cine de Don Luis

Entre tanta desazón, temores y amenazas de que lo peor está por llegar, la vida nos hace un guiño y cuela una sonrisa en el telediario en forma de homenaje a uno de los grandes del cine español.
Siempre he sido partidario de los homenajes en vida, porque cuando se homenajea a alguien en el momento siguiente a su muerte tengo la sensación de que le ofrecemos un reconocimiento tardío, más del gusto de los vivos que del difunto.
Y este guiño es doble, porque por un lado, el Instituto Buñuel de la Fundación de la Sociedad General de Autores y Editores (si, la temida SGAE) recupera un viejo cine de barrio (un hecho inusual la apertura, en este caso reapertura, de un cine de barrio, cuando lo habitual es su cierre) para convertirlo en la Sala Berlanga, como homenaje al director Luis García Berlanga; y por el otro, el cine elegido es el antiguo cine California, es decir, que renunciamos a la denominación USA en pro de una reconocida y merecida “made in Spain”.
Dicen que esta sala madrileña aspira a convertirse en “centro de reunión de los grandes del cine español”, y es indudable que comienza con buen pie, porque a la berlanguiana denominación le ha acompañado en su estreno la proyección de “Yo, don Giovani”, de Carlos Saura, otro grande del cine español.
Para seguir con esos buenos pasos, no estaría de más que esta Sala Berlanga homenajeara al director valenciano con la exhibición de sus películas. Cine y coloquio. Imagen y palabra. Y una pizca de ironía, marca de la casa. Con todo merecimiento.
En una visita a la ciudad que habito, en una brevísima conversación, Fernando Trueba me hablaba de los cines de barrio y lo que significaban para los jóvenes de su generación. Eran tiempos oscuros, pero en aquellas salas de cine con la entrada comprabas un mundo de sueños y al final quien besaba a la chica no eran Flynn, Gable o Cooper, sino tú.
Es posible que algo de eso flote aún en la atmósfera del antiguo California. Pero ahora, el viejo cine de barrio, al lado del mercado de Andrés Mellado, es el cine de Don Luis.
Foto: Luis García Berlanga en la inauguración de la sala de cine. Samuel Sánchez, publicada en "El País", el 20 de Mayo de 2010.

miércoles, 19 de mayo de 2010

La fortuna del laboro

Podría decir que he encontrado laboro, pero sería faltar a la verdad. En realidad ha sido el laboro el que me ha encontrado a mí. Abandono la fila de los desheredados y en estos tiempos tan difíciles y enredados es tal la zozobra, que es complicado saber si uno va a favor de la corriente o contracorriente.
Este abandono, espero que esta vez más duradero, podría parecer una deserción, pero en realidad es el deseo de cualquiera de los que ocupan lugar en esta fila, que por desgracia no todos pueden alcanzar. Y es eso precisamente lo que me hace no perder de vista a aquellos desheredados que permanecerán en la fila.
Comprendo su angustia, esa sensación que te atenaza por momentos y de forma muy especial en la soledad consciente de la noche. Esa misma angustia que ahora siento lejos, como si se hubiera exilado instantáneamente de mi vida.
Recuerdo lo que se siente cuando las dudas derrotan a las certezas, incluso a costa del propio conocimiento. Aún ahora podría dibujar los límites del territorio de la esperanza. Y tampoco he olvidado cómo se abre la puerta de la desesperación, sin necesidad de llave y con apenas un suave empujón.
Hoy gozo de privilegio por tener laboro, un privilegio que debía compartirse con cualquier persona con ganas trabajar y que sin embargo hoy se distancia del derecho para convertirse casi en quimera. Sin término medio paso de la nada al todo. Y esa fortuna es completa porque he regresado a Baeza.
Cada mañana, de nuevo, me permito disfrutar de mi capricho, de esos dos paseos a primera hora de la mañana y al mediodía. Llego caminando a la plaza del Pópulo, acaricio con la mirada la Fuente de los Leones, subo con un inusitado trote juvenil los escalones de la calle Escalerillas, enfilo la cuesta de San Gil para girar a la izquierda y flanqueado por los cipreses alcanzar la plaza de Santa María para buscar por encima de la copa de los árboles frente a la fuente la torre de la Catedral. Contemplo las piedras y siento las piedras como testigos y depositarias del legado del tiempo. Pienso en Machado, profesor y poeta en este vergel de luna y olivos, caminando por estas mismas calles. Atravieso las puertas de cristal del Antiguo Seminario y bajo hasta la cafetería donde esperan las samaritanas para darme esa primera conversación del día y una taza de café caliente.
He abandonado la fila y ésta es mi heredad.

sábado, 15 de mayo de 2010

El triunfo de los infames


Consumada la venganza y abatida la pieza, lo peor de cada casa festeja. Sin disimulo. Poco importa que la paradoja como una profecía se haya cumplido y el juez Garzón se siente en el banquillo como único imputado por los crímenes del franquismo.
La de ayer fue una jornada triste. Aún siento la repugnancia, que sin embargo no me impide conocer y reconocer el paño de la derrota. El huevo presenta un agujero en su cáscara y la serpiente repta entre nosotros con una mueca en su boca parecida a una sonrisa y el mismo veneno del 36 en sus colmillos.
Con la ley en la mano, bordeándola, estrujándola, estirándola y buscando los atajos y resquicios, la extrema derecha, una parte considerable del PP, un juez supuestamente progresista apellidado Varela y el Tribunal Supremo han logrado su lugar en la galería de los horrores patrios y ya ocupan posición de privilegio en nuestra particular historia de la infamia. Algunos de ellos en realidad nunca abandonaron ese sitio, al que accedieron como herederos ideológicos o de sangre, o ambos, de los cómplices de la dictadura franquista; es decir, de los responsables de la ausencia y desaparición de los habitantes de fosas, pozos y cunetas.
Ayer en la Audiencia Nacional sonó un teléfono a las 13.20 horas para comunicar al juez Garzón que el círculo se había cerrado y que los verdugos exhiben condición de víctimas, a la par que cuelgan en sus salones la testa del magistrado.
Por eso y con la consciencia de que el juez fue siempre sólo una excusa, esta derrota debe contemplarse como algo momentáneo; como un golpe de mano a la democracia, que esta vez no debe ir más allá del revés en el camino de la recuperación de la dignidad y de la justicia. Hoy toca levantarse de nuevo y gritar más alto si cabe CONTRA LA IMPUNIDAD, frente al triunfo de los infames.
Foto: Despedida a Garzón, "Gesto de cariño", de Luis Sevillano, publicada en "El País", 14 de mayo de 2010.

jueves, 6 de mayo de 2010

Cazadores de hormigas

No llevan ropa al uso del cazador, pero se les distingue con relativa facilidad. Pantalón corto, mirada de curiosidad y afán de descubrir cosas nuevas y como armas, a lo sumo, un pequeño palo en una mano y las suelas de los zapatos prestas para aplastar a las codiciadas piezas.
Corretean ojo avizor para hallar un pequeño agujero en la tierra: el hormiguero, la casa de las hormigas. Y una vez descubierto, son implacables. Desde lejos, al contemplarlos, parece algo inocente, pero es la crueldad en estado puro.
Emplean de forma desproporcionada su fuerza, practicando el matonismo con unos pequeños bichos que ni siquiera tienen opción de defensa; violentan su casa con el palito, que también sirve para aplastar a alguna hormiga que en ese momento pasaba por ahí y no dudan en pisotearlas como si pudieran exterminarlas. Y además hacen gala de su hazaña, exhibiendo una generosa sonrisa.
Algunos de ellos cuando crecen cambian el pantalón corto por uno largo, una mirada endiablada sustituye a la de la curiosidad y lejos de querer descubrir cosas nuevas son partidarios de finiquitar algunas de las ya conocidas. Ya no van armados con un pequeño palo, ahora se arman con las leyes y el voto de los ciudadanos. De modo que abandonan la cacería de hormigas para convertirse en cazadores de hombres.
Y sus piezas pasan de ser anónimas hormigas a personas con nombres y apellidos: Daniel Anido, Rodolfo Irago, Baltasar Garzón y ahora, Carlos Berzosa, el rector de la Universidad Complutense de Madrid.
Desesperanza Aguirre (la denominación no es mía, su autoría corresponde al periodista Ramón Lobo) se ha sumado a esa ‘campaña de limpieza’ iniciada por Manos Limpias, Falange Española o el juez Rodríguez y ha señalado a Berzosa como la nueva pieza a cobrar. Pero como hay hombres y mujeres en este país que no son hormigas, aunque algunos tiendan a pisotearlos e intentar exterminarlos, han tirado de la palabra para respaldar al rector Berzosa y de la recogida de firmas para apoyarle (http://www.ucm.es/pags.php?tp=&a=servicios&d=firmas.php).
En la práctica, este respaldo será tan ineficaz como la defensa de las hormigas ante el palito o las suelas de los zapatos de sus cazadores, pero al menos servirá para que Carlos Berzosa, igual que Garzón, Anido e Irago, sepa que no está sólo frente a los abusos del poder y para que alguien tome nota de que hay diferencias entre las hormigas y las personas, pese a que prefieran a los borregos.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Depredadores

Mayo comienza con la celebración del Día del Trabajo. Se convocan manifestaciones y actos reivindicativos a los que apenas acude un puñado de convencidos en un país con una tasa de desempleo del 20 por ciento. Como hay motivo para la protesta, es evidente que asistimos al desencuentro entre trabajadores y sindicatos. La desafectación entre ciudadanos y políticos se extiende como un virus y afecta ya a otros colectivos. Es la crisis y la falta de expectativas, pero también el hastío y el desengaño. Y puede que la aceptación definitiva de que los trabajadores son el primer eslabón en la cadena alimenticia de su depredador.
El lunes se celebraba el Día de la Libertad de Prensa y para hacer boca Reporteros Sin Fronteras (RSF) publica una lista de depredadores de la libertad de expresión (http://www.rsf-es.org/grandes-citas/depredadores-de-la-prensa).
40 depredadores, entre políticos, dirigentes de instituciones del Estado, jefes religiosos, milicias y organizaciones criminales que atacan directamente a los periodistas; entre los que ocupan lugar de privilegio Filipinas, Corea del Norte, Cuba, Libia, Ruanda, Rusia, China o México. Una lista en la que España aparece en el puesto 44 por el terrorismo de ETA y en la que sorprendentemente no aparece Honduras, donde 7 periodistas fueron asesinados entre los meses de marzo y abril de 2010.
Ausencias y olvidos se mezclan con la libertad, convirtiéndola a su vez en ausente y olvidada. Y ni siquiera la celebración de efemérides de ámbito internacional o nacional consigue rescatarla de unos depredadores que aumentan cada año.
No soy partidario de las listas, salvo la de la compra. Quizás porque he figurado en alguna de forma involuntaria por obra del arbitrio y del desconocimiento de algún censor o etiquetador de nuevo cuño. Pero en estos días extraños noto como aquellos a los que si les gusta elaborarlas no se atreven a confeccionar aquella que sería clarificadora, con los nombres de esos otros depredadores que siempre desde la sombra hacen tambalearse empresas, gobiernos y hasta países. No hay problema ni recato en enumerar a los países víctimas del seísmo económico y a las potenciales víctimas: Grecia, Portugal, Irlanda, España…, pero me gustaría saber los nombres y conocer los rostros de esos depredadores especuladores. Nos llevaríamos alguna sorpresa, pero como el conejo con el lince sabríamos a qué atenernos.