lunes, 29 de marzo de 2010

La voz de Saviano


Roberto Saviano es para algunos un escritor italiano que ha osado escribir un libro sobre la Mafia, “Gomorra”. Para otros, ni eso. Pero Saviano es mucho más que ese escritor sin pelos en la lengua a la hora de escribir y hablar sobre la Mafia o sobre Silvio Berlusconi (¿pero no es lo mismo?, se preguntarán algunos).
Saviano encarna hoy al perseguido, al amenazado. Y a pesar de esa persecución y de estar amenazado de muerte, es la voz del ciudadano frente al poder. Es el hombre solo, armado con la palabra y carente de servidumbres.
La voz que denuncia la mordaza de Berlusconi hacia los pocos medios de comunicación que le son hostiles; la elaboración de leyes a medidas para garantizar la impunidad ante los delitos, incluida la del propio Berlusconi, el papel que juega la Mafia en la política, en las finanzas, en la sociedad italianas…. la misma voz que este fin de semana alertaba a sus compatriotas de que son ellos quienes han de estar vigilantes para que no se altere el proceso electoral (Este fin de semana se han celebrado en Italia las Elecciones Regionales, con un descenso de la participación y un matizado triunfo del centro-izquierda).
Saviano es la voz que zarandea a Italia, la conciencia y la dignidad de esa Italia derrumbada, corrompida y humillada a los pies de “Il nuovo ducce”, pero es una voz sin eco. Porque salvo los directores de La Reppublica y L’Unitá, y Di Pietro pocos parecen escuchar a Saviano. Algo terrible si se observa a esa cosa del centro-izquierda italiana, huérfana de liderazgo y lo que es más reprobable y lamentable, huérfana de palabras.
En España no tenemos un Saviano. Carecemos de una voz del ciudadano frente al poder. Sólo nos equiparábamos a Italia en lo concerniente a jueces valientes, ellos tenían a Falcone, y nosotros, a Garzón. A Falcone lo asesinó la Mafia y a Garzón lo ha llevado a los tribunales la extrema derecha. ¡Porca miseria!
Foto. Roberto Saviano. La Reppublica.

sábado, 27 de marzo de 2010

La negación del mañana

El futuro espera a la vuelta de la esquina para convertirse en presente. Algunos tienen el extraño convencimiento de poseer la capacidad de conocer ese futuro y otros la convicción profunda de que ese futuro ya está escrito.
También hay diferencias sustanciales en la elección del color para pintar ese futuro. Unos, optan por el negro; otros, lo pintan de color de rosa, y los menos, lo pintan del color de la esperanza. Pocos serán los que se inclinen por el blanco, y sin embargo esa elección es comprensible desde la creencia de que el futuro está por escribir y que esa es la tarea diaria de cada uno. Y más de uno lo pintará de gris o de marrón, confundiendo futuro con presente y presente con futuro.
Habrá algunos cuya opción sea pintar ese futuro de muchos colores, como si fuera un arco iris. Y otros, más atrevidos en apariencia y en un alarde creativo, pintarán el futuro de lunares, de nubes o de mariposas.
En ocasiones, quizás demasiadas, se pinta el futuro sin apenas haberlo construido. Se ignoran los materiales a emplear, se olvidan los cimientos que deben sustentarlo y se desconoce si el futuro es asunto de uno o de alguno más. Y lo que parece peor, se trata de construir el futuro sin la consciencia del pasado y del presente.
Muchos evitan dar la vuelta a la esquina, creyendo negar el futuro y sin caer en la cuenta de que lo alcanzado es el presente.
Sin ayer no hay hoy y sin hoy no habrá mañana. Puede parecer una retahíla infantil o una plegaria en un mundo de ficción, pero es una sentencia infalible contra aquellos que tratan de negarnos ese mañana.

jueves, 25 de marzo de 2010

Necios

En estos días de sobreabundancia de memez me pregunto si el necio existe por una mera cuestión de antagonismo. Si la necesidad del otro como contraposición al yo justifica la existencia del necio. Debe ser así. Del mismo modo que ese exhibicionismo permanente de su necedad a través de sus actos, de sus opiniones o incluso de sus gestos.
El necio es consciente de la ausencia del riesgo de extinción y quizás también por eso se prodiga en ese exhibicionismo de su necedad. Ajeno al rubor se muestra de forma pública y notoria. Como imponiendo su presencia y por tanto, haciendo partícipe de su necedad al resto de la sociedad.
Contrariamente a la creencia mayoritaria, el necio no está exento de conocimiento; carece de inteligencia, pero es pillo y eso le hace creer que los necios son los demás. Y esa creencia hace que trate a los demás como si fueran necios, desconocedor intuyo de su propia e ilimitada necedad.
Y aún así su mayor peligro no reside en la creencia de que la necedad es patrimonio de los otros, sino en su convicción en lo que hace y dice. Un peligro que crece exponencialmente en función del pedigree, del estatus o del rol social desempeñado por el necio y también de su capacidad de comunicación e influencia con otros necios.
El necio siempre resta. Puede sumarse a otros necios y eso no alterará la operación, el resultado será siempre una sustracción. Diferencia que no evita que esa suma de necios multiplique el peligro para los demás y altere la convivencia.
Ante tal opulencia de necedad conviene pertrecharse, aunque no sea fácil, porque los necios avanzan en conocimiento. Ya no se conforman con restar, ahora intentan dividir.

lunes, 22 de marzo de 2010

Estatuas

Sabido es por muchos que la curiosidad, la última mirada atrás, convirtió a la mujer de Lot en estatua de sal, pero no sabemos si resistió a la primera tormenta y quedó para siempre impertérrita o por el contrario, el agua la borró de la faz de la tierra, relegándola a las páginas del universal libro.
A mí las estatuas me parecen el paradigma de la soledad. De sal, mármol, bronce o elementos reciclados. Soledad, al margen de material o textura. Testigos mudos y en ocasiones desconocidos del paso del tiempo, hasta que son engullidas por el propio tiempo. Condenadas en primera instancia al olvido en un almacén, para posteriormente ser destruidas.
Algunas estatuas no merecen siquiera una lágrima, albergar nuestra mirada o permanecer en el recuerdo. Mientras que otras merecen un soneto, contemplar un primer beso o el indulto eterno. Pero esos merecimientos o la ausencia de ellos no evitan su desamparada existencia en plazas, calles, parques o jardines. Presas de su inmovilidad. Solitarias.
Hasta que llegaron los mimos. Y liberaron a las estatuas de su encierro. Su parálisis se volvió pasajera y el desamparo tornó en soledad compartida. Los anclajes adquirieron provisionalidad y las efigies adquirieron vida, ante el temor y el asombro de infantiles ojos.
Sólo que los mimos nunca fueron, ni serán estatuas; tan sólo una apariencia de la realidad. La misma apariencia de realidad que algunos se empeñan en hacernos ver, como un truco de ilusionismo o una hipnosis colectiva. Para que no volvamos la vista atrás y prevalezca el temor a convertirnos en estatuas.

domingo, 21 de marzo de 2010

Oportunismo

Hay palabras que da igual como se usen, se digan como se digan y sin importar a quién se dicen. Suenas rotundas, con un deje de crítica e incluso de descalificación. Con ánimo de ofensa y con la esperanza de dejar en evidencia al destinatario. Son un compendio de significado e intención.
Las pronunciamos casi arrojándolas sobre el otro y no medimos su grosor, ni reparamos en nuestra condición y nuestros actos. Así que es fácil imaginar que al ser expresadas de forma desmedida, no se calibra la posibilidad de yerro y mucho menos, la de recoger velas y si fuera necesario rendir las naves.
Es más sencillo reducir las imágenes a blanco y negro y trazar líneas divisorias al estilo del “estás conmigo o contra mí”.
Ignoro quien es Joan Antoni Guerrero, salvo que es periodista y que promueve un blog (http://orlandozapatatamayo.blogspot.com) de reciente creación con el nombre del disidente cubano fallecido, Orlando Zapata; en el que se recogen adhesiones contra “el Gobierno cubano” y se defiende “la excarcelación inmediata de los presos políticos cubanos”.
Lo que no ignoro es que ha estado presto para arrojar la sospecha del oportunismo sobre Víctor Manuel y Ana Belén por firmar la mencionada adhesión en forma de carta. Hasta tal punto que el propio Víctor Manuel publicó ayer sábado, 20 de Marzo de 2010, una misiva “A propósito de Cuba”, en la sección de “Cartas al director” del diario “El País”, recordando que ya en el año 2003 se envió una carta parecida al “Gobierno cubano reclamando la liberación de 75 presos políticos (Orlando Zapata entre ellos) y firmada por un numeroso grupo de artistas e intelectuales entre los que me encontraba. ¿Es posible que no tenga noticia de ello el promotor del manifiesto, el señor Guerrero, para manifestar que más vale pronto que tarde al saludar la adhesión de algunos firmantes?”.
Yo nunca promovería un manifiesto como el que ha promovido Joan Antoni Guerrero, aunque también reivindico la excarcelación de presos políticos en Cuba y me sumo a las denuncias por la muerte de Orlando Zapata, resultado de su paso por las cárceles cubanas. Y no lo promovería no por estar en desacuerdo, sino por entender que no me corresponde a mí semejante atribución o protagonismo. Entiendo que son otros dentro de Cuba y fuera de ella, pero especialmente desde dentro, los que deben promover estos actos y el resto, sumarnos y apoyarlos de acuerdo a creencias y valores.
Me parece desafortunado promover un manifiesto de estas características y cuestionar a algunos de los que se adhieren al mismo. Del mismo modo que me parece peligroso erigirse en defensor de la libertad con entusiasmo y escasa memoria; baste recordar que el comandante barbudo antes de convertirse en el dictador de hoy fue un defensor de la libertad; jugándose la pelleja antes, durante y después de su estancia en Sierra Maestra.
No estoy en contra de los manifiestos, sino de aquellos que sin transparencia los promueven. Y lamento la facilidad con que se promueven manifiestos contra la dictadura cubana y la falta de entusiasmo y de iniciativas contra otras dictaduras o contra otras vulneraciones de los derechos humanos, incluso en países democráticos.
Recuerdo una viñeta de Máximo, publicada hace algunos años en “El País”, sobre Ernesto Che Guevara y su icono mundialmente conocido y difundido, la imagen creada por el fotógrafo Korda; reproducía Máximo el icono y añadía “Cuánto vivo, a costa de un muerto”. Pues, eso.

viernes, 19 de marzo de 2010

La persistencia del tiempo

Decía un jefe indio al volver con su tribu después de visitar al gran jefe blanco en Washington que los hombres blancos medían el tiempo y que además tenían una máquina (el reloj) con la que medían el tiempo, ¡como si el tiempo se pudiera medir!
El hombre blanco dejó de mirar a la luna y al sol, le volvió la cara a la madre naturaleza y creyó con una fe inquebrantable que era capaz de medir el tiempo.
Imitó a los dioses, en los que ni siquiera creía, girando la rueda del reloj y adelantando y retrasando sus agujas, como si en su esfera guardase el misterio de la vida y como si pudiera dominarla con un simple movimiento de las yemas de los dedos.
Fragmentó ese tiempo en medidas como el día, la semana, el mes o el año y no contento con ello redujo más las magnitudes a horas, minutos y segundos. Y en mitad de ese éxtasis pretendió hacer girar el mundo al compás del reloj.
Desde entonces hemos perseverado en la creencia. Hemos aprovechado y malgastado el tiempo, hemos sido hombres y mujeres de nuestro tiempo (incluso algunos se han adelantado a su tiempo), hemos buscado el tiempo perdido, nos hemos dejado atrapar por el tiempo… y en meses como éste somos capaces de vivir pendientes de los “hombres del tiempo”.
Sin apenas darnos cuenta logramos que el tiempo se fuera escurriendo entre las manos, ante la incapacidad de retenerlo o siquiera retrasarlo. Preservamos la ilusión de que se paraba en el recuerdo, por lo que estuvimos tentados de pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor y que la única vía era declarar la guerra al olvido a través de la persistencia de la memoria.
Debió ser en ese instante cuando las máquinas de medir el tiempo se convirtieron en relojes blandos; pero daba igual, porque como aseguró el genio “lo importante es que señale la hora exacta”; la medida del tiempo.
Imagen: "La persistencia de la memoria" (1931.), Salvador Dalí. Museo Metropolitano de Nueva York.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Espejismos

Descubro no sin cierta sorpresa que en los malos tiempos nadie está exento de necesitar un refugio, como el oasis en mitad del desierto. Y me asaltan dudas sobre si ese oasis no es más que un espejismo, una ilusión que al acercarse se desvanece y sólo muestra un ilimitado horizonte de arena.
También me surgen dudas sobre si los espejismos son ilusiones o deseos o una mezcla de ambos, que al esfumarse provocan una frustración y llevan la decepción a aquellos que fueron presa de la visión.
Los reveses, en opinión de muchos, son positivos porque ayudan a “forjar el carácter”, aunque imagino que es la opinión de aquellos que no distinguen el latido del corazón del tic-tac del reloj; los que hablan de oídas y repiten como papagayos las mismas frases hechas y carentes de sentido que han acompañado sus vidas, como un automatismo similar al que hace funcionar ese reloj.
Entiendo que los reveses, casi por su propia naturaleza, son en su mayoría inevitables y no discuto que incluso alguno pueda ser un escalón hacia algo positivo. Lo que no impide que en el momento en que se producen sean algo negativo, una auténtica fatalidad. Y que por tanto, lejos de forjar el carácter contribuyan a mermarlo y en ocasiones, sean la alfombra de recepción al abatimiento para aquellas personas víctimas del revés.
Quiero pensar que la búsqueda de un refugio en esos malos momentos tiene que ver con la esperanza; con la necesidad de una mano amiga, de una palabra de consuelo y de afectos tangibles, pero por encima de eso, con el anhelo de hallar la luz y con la convicción de que el salto al abismo es el peor de esos malos momentos. Y quiero pensar que esa búsqueda responde también al empeño de encontrar el sitio en el rompecabezas de la vida.
Nadie aspira a ser una decepción o a provocar la frustración en el prójimo, aunque es posible que la capacidad o la oportunidad de decepcionar estén revestidas con la piel de lo inevitable. Y que en la creación involuntaria de espejismos, la inconsciencia sea el mejor adorno para esa piel.

lunes, 15 de marzo de 2010

El futuro de Chile

Cuentan en Chile que el terremoto y las réplicas posteriores, incluida la de la toma de posesión de su nuevo presidente, el conservador Sebastián Piñera, son la muestra del dolor de la madre tierra y que sólo cesarán cuando éste abandone el poder.
Afirman que ese lamento de la madre tierra es en recuerdo de los desaparecidos, de los torturados y asesinados tras el golpe de Estado de 1973 contra el gobierno legítimo del presidente Salvador Allende y que la madre tierra llora porque con el presidente Piñera han vuelto muchos de aquellos ‘pinochetistas’ que causaron tanto dolor y vergüenza a la patria que decían defender.
Otros piensan que con el triunfo de Piñera y su elección como presidente chileno se cierra el círculo iniciado con ese golpe cruento del general Pinochet y el inestimable apoyo de los Estados Unidos de América, encarnado en Henry Kissinger.
Y hay otros que defienden que nadie mejor que un empresario millonario al frente de un país que necesita ser reconstruido y no sólo por los efectos del terremoto y las sucesivas réplicas (no quiero imaginar el futuro de España si un empresario como Díaz Ferrán se presentase a las elecciones y gobernara el país).
El escritor chileno Jorge Edwards, embajador en la Cuba de Castro del gobierno de Allende (una embajada de 3 meses por la que sería declarado “persona non grata”) y posteriormente, asistente de Pablo Neruda en París, ha mostrado públicamente su apoyo a Piñera durante la campaña electoral y ha defendido esa teoría de cerrar el círculo y por tanto, la conveniencia para Chile de un presidente como el candidato conservador frente al derrotado candidato de la Concertación de Partidos por la Democracia, Eduardo Frei.
Que nadie se lleve a engaños, la madre tierra no va a estar lamentándose durante todo el mandato presidencial de Piñera y éste agotará la legislatura. Michelle Bachelet, la presidenta anterior que no pudo presentarse a la reelección porque así lo recoge la legislación chilena, puede ser la esperanza de la izquierda chilena, inútil ya la denominada Concertación.
Pero cuando aún perdura el llanto de la madre tierra, que urge a la reconstrucción del país, el millonario conservador Sebastián Piñera ha de mostrar el futuro de Chile y qué herencia prefiere la de la opresión y la indecencia del dictador Pinochet o la de la dignidad de la expresidenta Bachelet.
¡Fuerza Chile!

domingo, 14 de marzo de 2010

El túnel

Dicen que al final del túnel siempre está la luz, pero nadie asegura que se pueda llegar hasta ella.
Hay túneles de diferentes dimensiones y otros que teniendo las mismas se perciben de forma desigual. Para algunos, recorrerlos es una breve travesía, mientras que para otros son interminables.
Hay túneles que parecen estrecharse al atravesarlos, su oscuridad se torna infinita e inundan pecho y mente con una atmósfera asfixiante. En esos túneles es indiferente abrir o cerrar los ojos, porque siempre se ve la misma inexistente luz y nunca se alcanza el final.
Hay túneles que se tarda una vida en atravesarlos y otros que nunca pueden ser atravesados. Algunos empeñan la vida en ello y otros ni siquiera atraviesan el umbral, se paran y toman un atajo para no ser engullidos por esa negra boca, sin cuestionar el final o el principio.
Hay túneles que horadan montañas, unen valles, cruzan mares o recorren el subsuelo de una ciudad. Y es posible que haya un túnel en cada una de nuestras vidas; del que nadie nos advirtió y sin embargo, estamos obligados a atravesarlo, ignorando si lo recorreremos hasta el final o quedaremos atrapados en su interior.
En mitad de ese túnel, daríamos cualquier cosa por ver la luz al fondo. Pero no hay opción y sólo queda seguir caminando, conscientes de nuestra vulnerabilidad y espantando la desesperanza.
Todos y cada uno de esos túneles están en nuestra cabeza. Hasta aquel en cuyo final no hay luz, porque la tapa un muro o un montón de piedras. Entonces sólo cabe escarbar, hasta en la propia mente; y desear que la luz no nos deslumbre o que no permanezcamos atrapados en el túnel, porque ya no hay marcha atrás. Nunca hay marcha atrás. Y quedar atrapados o deslumbrados es el primer paso para cruzar líneas en el territorio de la mente.
Hoy es uno de esos días en que daría cualquier cosa por ver la luz del final del túnel, por no sentir sus paredes acechando en la oscuridad y por respirar un aire limpio en la cabeza y en los pulmones. Es uno de esos días en los que no desearía atravesar más túneles que el de Ernesto Sábato; sin moverme del sillón.

Foto: Ojos de gato, tomada del blog http://www.librodearena.com/blog/inforob/9408.

viernes, 12 de marzo de 2010

Catavenenos

El término “catavenenos” no es mío, en realidad corresponde al periodista José María Izquierdo y empieza a ser habitual leerlo en alguno de los artículos de su blog “El ojo izquierdo” (http://blogs.elpais.com/ojo-izquierdo/); puede que incluso esa cata sea una tentación en tiempos de desesperanza.
Lo aplica sin benevolencia a aquellos que no muestran benevolencia alguna y que con frecuencia no dejan que la verdad les estropee una buena historia y les arruine la apertura de un informativo, el tema de un artículo o la portada de un periódico.
Me gusta eso de “catavenenos”, aunque yo a esta camada la veo más como administradora de cicuta. Y eso a pesar de que alguien pueda reprocharme esta afirmación y argumentar que es necesario catar el veneno para administrarlo con conocimiento y en las dosis adecuadas y también para inmunizarse.
También es factible pensar que más de uno podría envenenarse con sólo morder por error su propia lengua o que algunos cerebros pierden neuronas y ganan alcaloides. Y es cierto, que a ello no contribuye la fama de la “canalla” y su facilidad y disposición a “hacer trajes” con pespuntes o sin ellos y sin necesidad de afilar la lengua.
Y sí, por las mismas, podrían variar la perspectiva y calificar de “catavenenos” a los otros. Lo gracioso es que sería cierto, porque a fin de cuentas somos los otros los que ingerimos voluntaria o involuntariamente esa cicuta. No nos dan a elegir, como con tantas otras cosas, porque de hacerlo es indudable que para muchos la opción sería la cata de vinos o la administración de caldos y pocos serían los partidarios de emular al filósofo griego.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Descaro

Desde ayer llevo dándole vueltas a la palabra descarado. Y debe ser que la falta de laboro me entumece o me paraliza el cerebro, porque no me alcanza o quizás es que eso es lo que me ha faltado en mi vida, ser un gato descarado. Debe ser cierto aquello de que lo que a algunos les sobra a otros no les llega y así, frente a la búsqueda de la pausa y la mesura prima la ostentación del descaro.
Porque debe ser eso lo que se necesita para “triunfar” en estos tiempos. Y también debe de ser eso lo que se necesita para poner los pies encima de la mesa en casa del emperador de turno; para no escuchar al 90 por ciento de tu país y respaldar una guerra en contra de esa opinión; para afirmar en sede parlamentaria que otro Estado tiene armas masivas y después de promover una guerra en él, negar la existencia de esas armas; para ayudar a desestabilizar la economía de un país desde un grupo editorial internacional… y sobre todo, hay que ser muy descarado para “colar” un bolígrafo en el escote de una periodista.
Me gustaría saber si ese descaro es innato, hereditario o por el contrario se puede adquirir con una esmerada instrucción o en selectos comercios. Aunque lo más probable es que forme parte del pedigree de los doberman, de los criaderos de serpientes y de las camadas nocturnas de gatos.
También hace falta descaro para perseguir con saña y sin pudor y complejos y utilizando todos los medios disponibles, legítimos o no, a “enemigos y adversarios”; Garzón, Zapatero, Rubalcaba… y al último en sumarse a la lista, Miguel Bosé.
El amante bandido, hijo de la España cañí y del colorín, ha osado llamar a las cosas por su nombre y juntar a cada oveja con su pareja, Esperanza Aguirre – extrema derecha. Como diría mi amigo Antonio, “metiendo el dedo en el ojo”; y no el bolígrafo en el escote. ¡Será descarado!

martes, 9 de marzo de 2010

Cosas de gatos

Soy gato de deambular pausado y maullido mesurado. Degusto el pescado, pero en otra vida fui perro y de ella conservo el placer por la carne. Soy noctámbulo. Y en la medida de lo posible procuro en mis correrías no cruzarme con otros gatos y así evitar reyertas y gatadas.
Ahora en la noche proliferan otros gatos, pendencieros, partidarios del bufido o del maullido hiriente y prestos a mostrar las garras. No saborean pescado o carne y presumen de paladar al engullir piensos embolsados. Gatos que nos quieren hacer creer que por la noche, todos somos pardos.
Yo soy gato sin dueño. Se bufar, pero intento renunciar al bufido, y para maullar prefiero antes haber deambulado. También tengo garras y puedo arañar, pero estoy escaldado de exhibiciones gratuitas. Mi callejón está abierto y ni cobra, ni paga peaje. No me gusta llevar collar. Ni agitar cascabel, ¡vayan a confundirme con una serpiente!

lunes, 8 de marzo de 2010

La torre de marfil

“Siempre he procurado vivir en mi torre de marfil. Pero una marea de mierda bate ahora sus muros hasta el punto de derrumbarla”. Cito a Manuel Rivas (en el acto de apoyo al juez Baltasar Garzón celebrado el pasado sábado en Jaén), quien a su vez cita a Flaubert.
Rivas toma la cita de una epístola de noviembre de 1872, enviada por Gustave Flaubert a Iván Turguéniev, en la que el escritor francés también escribe “La Estupidez pública me desborda” y “El desconcierto de la Burguesía es tal, que ni siquiera tiene el instinto de defenderse.- Y lo que venga será peor. Tengo la misma tristeza que tenían los patriotas romanos en el siglo cuarto. Siento ascender del fondo de la tierra una irremediable barbarie. Espero haber reventado antes de que esa barbarie se lo haya llevado todo. Pero, mientras tanto, no es muy divertido. Nunca los intereses del espíritu han importado menos. Nunca el odio a cualquier grandeza, el desdén por lo bello, la aversión, en fin, a la literatura han sido tan palpables”.
“Una marea de mierda”, “la Estupidez pública” y “una irremediable barbarie”… ¿la vigencia de los clásicos o la reiteración de la historia? Quizás ambas cosas.
Nunca he sido partidario de vivir en torres de marfil. Ni de cerrar puertas y arrojar las llaves al vacío. Aunque entiendo que la tentación sea grande y que en cierta medida, muchos anhelan esa torre de marfil y otros viven cautivos de sí mismos. Tampoco pretendo discernir entre los muros de piedra y los muros mentales, las prisiones reales y las imaginarias. Pero si me gustaría incidir en la necesidad de derribar esos muros, individuales y grupales, y no esperar obligatoriamente a que la mierda se convierte en marea o a que la estupidez pública o privada nos desborde.
Sigo construyendo un puente, sin conocimientos de técnica, materiales y fuerza, pero comienzo a familiarizarme con la resistencia y soy consciente y coherente con esa opción frente a cualquier torre de marfil, canto de sirena o sueño de El Dorado.
Nunca cazaría elefantes para arrebatarles sus colmillos, pero cómo desearía que pudiéramos recuperar algo de su memoria y anteponer la dignidad al olvido para derribar los muros.

domingo, 7 de marzo de 2010

¿Qué más podemos hacer?

Hay algunos que cuelgan el cartel de militante de causas perdidas a aquellos que no renuncian a los sueños y no han perdido la capacidad de soñar. A la par que cuelgan esos carteles, hacen listas en las que agregan y tachas nombres y apellidos con la misma ligereza con que juzgan, sentencian y condenan a aquellos que no piensan como ellos. No distinguen entre la utopía y la quimera y no conocían más sueño que el del rey Midas. A ese único sueño, en un alarde de la miseria humana, han añadido otro instigados desde la caverna; el acoso y derribo del juez Baltasar Garzón.
Ayer no se les esperaba en el homenaje de apoyo al juez celebrado en la ciudad que habito. Pero sólo un ingenuo o un desinformado creería que no asistirían, aunque no lo hicieran a pecho descubierto y se agazaparan tras bolígrafos y micrófonos para vomitar después medias verdades en las ondas y en algunas páginas de diarios nacionales. Se les llena la boca de oficio y profesión, pero han renunciado a ellos por esa sí, una militancia activa al servicio de su señor.
Ni pueden, ni quieren entender que lo importante de ayer era el apoyo al juez y la defensa de unos valores universales, que ellos consciente o inconscientemente ayudan a socavar.
No han leído a Camus o a Flaubert (citados en el acto por Manuel Rivas) y hacen gala de su ignorancia y de su mala fe en cada línea que escriben y en cada frase que recitan como una plegaria ante el micrófono que “pagan” los mismos inductores de las querellas contra el juez Garzón.
Es cierto que hallaron la coartada perfecta en la puesta en escena del acto, pero no es menos cierto que no necesitaban de esa coartada, porque acudían al mismo con prejuicios e ideas predeterminadas con la única finalidad de deslegitimar los apoyos al juez y de paso, al mismo juez, como llevan haciendo desde hace ya demasiados años.
Una mala puesta en escena puede destrozar la mejor de las intenciones. No fue el caso, aunque aquí perviven a nuestro pesar los modelos de una época y un sistema educativo (fueron 40 años) y en esta provincia que habito da igual la inauguración de una exposición, la presentación del aforo de la cosecha de aceituna, la presentación de un libro o un acto de apoyo como el de ayer…. Primero, las autoridades, la alcaldesa de Jaén, el presidente de la Diputación provincial, la delegada del Gobierno andaluz, la alcaldesa de Torres, políticos, sindicalistas… los que no tenían qué decir, y en segundo lugar, los poetas locales (Molina Damiani, Amezcua y Negrillo), los representantes de asociaciones de la Memoria, los Juan Diego, Esteban Ibarra, Ana Rosetti, Cristina Almeida, Fanny Rubio, Manuel Rivas y Carlos Jiménez Villarejo, aquellos que además de tener algo que decir, merecen ser escuchados; del mismo modo que las cartas remitidas por el premio Nobel, José Saramago y su esposa, Pilar del Río, y por el rector de la Universidad Complutense de Madrid, Carlos Berzosa. Y junto a ellos, sentada en primera fila, Doña María Real, la madre del juez Garzón, la persona que sin duda está orgullosa de su hijo, de sus logros y del apoyo suscitado, pero que también debe sufrir como nadie la persecución a que está siendo sometido.
El acto fue un éxito. Igual que los distintos manifiestos redactados y suscritos en apoyo al juez Baltasar Garzón. La batalla ha comenzado y parece desigual, pero no por ello debemos perder la esperanza. Aquí estamos y ahora, la pregunta es sencilla, ¿qué más podemos hacer?

Foto: Marcos Gutiérrez Melgarejo, abogado y amigo del juez Baltasar Garzón, se dirige a los asistentes al acto celebrado ayer en la Institución Ferial de Jaén en apoyo de Garzón.

sábado, 6 de marzo de 2010

Esta tarde, con el juez Garzón


Hoy es el día. Es uno de esos días en que hay que tomar una decisión y sobre todo, hay que saber por qué se toma. Hay que discernir entre lo que apetece y lo que se debe hacer. Y también hay que separar el grano de la paja, lo accesorio de lo importante.
Esta tarde, en apenas unas horas, la ciudad que habito será escenario de un homenaje de apoyo al juez Baltasar Garzón; jiennense de pro, hijo ilustre de la provincia, por ser natural de Torres (Jaén). Y es ese hecho del paisanaje, junto a otros nada desdeñables como la amistad, la simpatía o la militancia política, el que no debe confundir sobre el motivo para asistir a este homenaje y que se reduce a uno: la supervivencia.
El juez Garzón es una víctima, protagonista involuntario de una confrontación mayor que su expulsión o permanencia en el aparato judicial, que lo ha convertido en un símbolo de determinados valores universales que deben preservarse.
En esta persecución de los secuaces y de los herederos de esos secuaces del dictador no debatimos sobre las luces y las sombras de un juez, que ha sumado por igual apoyos y rechazos, nos jugamos algo mucho más importante, la supervivencia de esos valores universales, la esencia de los derechos humanos y de la misma democracia.
Ya no sólo pretenden impedirnos mirar hacia atrás, sino que además, pretenden marcarnos el futuro. Y lo hacen utilizando los resortes e instituciones que les brinda el Estado de derecho, en una cacería cuya pieza a cobrar es el juez Baltasar Garzón, pero cuyo objetivo es quebrar esos valores que han permanecido en la sociedad española pese al golpe de Estado de 1936 y a los posteriores 40 años de oscuridad.
Por eso, esta tarde hay que estar con el juez Baltasar Garzón, en cuerpo o en mente, para defender esos valores universales y para demandar justicia, dignidad, recuperación y reparación. Pero también, para ser dueños de nuestro futuro y del de nuestros hijos.
Esta tarde, con el juez Garzón.


http://www.congarzon.com
http://manifiestojusticiagarzon.wordpress.com/
http://www.facebook.com/?ref=home#!/pages/Manifiesto-por-la-Justicia-de-Garzon/301584638420?ref=nf

miércoles, 3 de marzo de 2010

De tebeo


Que se sepa, si no ha habido cambios de última hora, Mortadelo y Filemón mantienen sus puestos de trabajo en la T.I.A. Esto podría parecer una frivolidad, de no ser porque la realidad supera a la ficción y la alimenta, ya que según hemos sabido hasta los superhéroes pierden el laboro. En la última entrega de Spiderman, el cómic de Marvel, su alter ego, Peter Parker, fotógrafo de prensa (otro del gremio), engrosa la fila de los desheredados.
No hay que preocuparse, el superhéroe seguirá colgándose de los rascacielos neoyorquinos para combatir el mal, pero se ignora cómo le afectará la ansiedad, la angustia y la desesperación de Parker al no encontrar laboro y ver como la fila de los desheredados engorda con “plumillas” y “foteros”. Tampoco hay noticias sobre el futuro laboral del reportero Clark Kent (¡qué fijación de estos superhéroes con la profesión periodística!), aunque es posible que Superman se tiente la capa.
Sin casi darme cuenta tatareo a Kiko Veneno y sus “superhéroes de barrio”. Pienso en Superlópez, otro superhéroe, éste “made in Spain”, que se pone los “gallumbos” encima del pijama, y lo imagino preocupado ante la congelación salarial y el retraso en la edad de jubilación, ¡2 años más haciendo pajaritas de papel!
Zipi y Zape tiemblan al conocer su futuro laboral. El patrón de patronos muestra sin complejos las recetas del PP para la crisis y les ofrece un primer contrato como preámbulo de la esclavitud, con obligaciones y sin derechos. El botones Sacarino, becario permanente y por debajo del mileurismo, duda si ofrecerse para el puesto; a fin de cuentas, sería su primer contrato.
Que no cunda el pánico, es verdad que el hombre araña y el hombre gato han ingresado en la fila de los desheredados, pero según diversas fuentes consultadas, Carpanta ni se inmuta. Al otro lado del Atlántico, el Pato Donald estudia presentarse a las Elecciones Presidenciales. Y en Cataluña, Coby se frota las manos.
Cómo te añoro, Hugo Pratt.

lunes, 1 de marzo de 2010

Disidencias


(En memoria de Orlando Zapata)

Hay una disidencia en el exilio, que padece nostalgia. Y hay otra disidencia “in situ” que sufre acoso, persecución, agresión, encarcelamiento, tortura y en ocasiones, la muerte. Del mismo modo que existen disidencias de facto y disidencias de salón.
Es difícil establecer en qué momento uno se convierte en disidente, saber cuándo deja uno de aguantar en soledad y da el paso para compartir en público su desacuerdo. El disidente es héroe y traidor, libre y reo, mártir y verdugo… es el haz y el envés de la misma hoja del mismo árbol.
Y es necesario recordar que a veces, más de las que se recuerdan o de las que se quisieran recodar, el disidente lo es de aquel o de aquellos que un día también fueron disidentes. Un mismo espacio y un distinto tiempo, que al menos debería hacer reflexionar sobre que nadie es ajeno a repetir la historia, aunque se haga en nombre de la libertad.
Luego existe otra disidencia, casi eterna, que nos es propia, irrenunciable y que puede ser confundida con un acto de rebeldía, cuando no es más que la inconformidad con la propia existencia, que habita en nuestro interior.
Así que todos somos o parecemos disidentes, militantes de la disidencia, hasta que el espejo de la realidad nos muestra que no es verdad, porque ni disidencias, ni disidentes son iguales; ni en el momento, ni en el recuerdo.
Foto: Tristeza en Cuba. EFE. Tomada de la edición digital de El País
http://www.elpais.com/fotografia/internacional/Tristeza/Cuba/elpfotint/20100224elpepuint_9/Ies/.